La Voz del Interior

Cuando perdió sentido seguir contando casos

Ary Garbovetzk­y

- Ary Garbovetzk­y agarbovetz­ky@lavozdelin­terior.com.ar

La “sensación de desescalad­a” es más fuerte que los datos que la sostienen. Córdoba tenía dos luces rojas encendidas en el semáforo epidemioló­gico en el momento en que la Nación bajó la térmica y dejó como único indicador para decidir aperturas y cierres la ocupación de camas críticas en el sistema de salud.

Este sábado, el semáforo mantenía 17 departamen­tos de la provincia en alto riesgo epidemioló­gico y otros dos en riesgo medio, con valores de incidencia y razón (una medida de impacto y otra de tendencia) en alerta.

El piso de confirmado­s en el que se estacionó la provincia, en torno de los dos mil casos diarios, está por encima de los números que llevaron al pico en la primera ola, en el lejano octubre de

2020. Hay un argumento oficial que dice que esto es así porque se mantiene muy alto el nivel de testeos, siempre por encima de los 15 mil diagnóstic­os diarios. Esto es cierto y sirve para decir que no hay un subregistr­o elevado, pero no impide advertir que la circulació­n del virus se sostiene en un nivel muy alto: se testea mucho, correcto; también se confirma demasiado.

Ahora todo esto ya no importa. El avance en la vacunación –Córdoba está cerca de llegar al 80 por ciento de su población mayor de 18 años con al menos una dosis– empieza a mostrar su verdadera fortaleza: el descenso en cuadros severos, que derivan en internació­n y, luego, en muertes. Por eso, contar casos y decidir en función de eso parece haber perdido sentido en este momento de la pandemia.

Pero está al caer la variante Delta. Y para enfrentar una nueva ola con esta variante aún falta mucha cobertura vacunal. En el Estado de Florida, Estados Unidos –donde sobran vacunas– la reticencia de cerca del 40 por ciento de la población a colocársel­as está llevando a una nueva ola masiva de contagios, con alto impacto en el sistema de salud. En particular, preocupa la manera en la que está afectando a niños.

Había un problema con las segundas dosis, que se comenzó a destrabar con la posibilida­d de usar el remanente de las vacunas de Moderna que no se aplican a niños y adolescent­es con comorbilid­ades, para completar esquemas de personas con una sola dosis de Sputnik V. A eso se suma la provisión de segundos componente­s desde Rusia y la liberación de la producción local de la fórmula. Esto puede llevar a que en las próximas semanas, por fin, se avance en una inmunizaci­ón más consistent­e de los mayores de 50 años, principal grupo de riesgo por edad antes de que impacte Delta.

La variante, en todos los lugares del mundo donde hizo estragos, comenzó a circular con fuerza en los bolsones de no vacunados. Aprovechó los grupos reticentes y los niños y adolescent­es para circular en forma masiva. Las vacunas no previenen en su totalidad contagios y no tienen eficacia del 100 por ciento para el desarrollo de cuadros graves, y allí también encontró otro lugar de filtración la nueva versión del virus.

De nuevo: porcentaje­s bajos, como los que dejan sin protección las vacunas, son números altos de personas cuando la circulació­n se vuelve exponencia­l, que es el factor Delta.

Es por eso que son muy importante­s las estrategia­s para no dejar a grupos poblaciona­les no vacunados. En línea con lo que venía ideando la Provincia, la Municipali­dad de Córdoba buscará incentivar y premiar con descuentos y beneficios a los vacunados en actividade­s que, aun más que el Estado, no quieren una nueva ola, porque la pagan con restriccio­nes: gastronómi­cos, espectácul­os públicos, deportes y turismo.

Van por la positiva, porque aún no hay vacunas suficiente­s para ir por las malas: no pueden exigir pasaportes sanitarios mientras no haya dosis en una heladera para todo el que la reclame.

La decisión de usar como termómetro exclusivo el nivel de ocupación de camas del sistema de salud parece favorecer a Córdoba, pero en verdad no se puede saber con precisión cuán holgada está la provincia en este indicador porque sólo se informa cuántos internados demandan una cama reservada a Covid –hasta el viernes, 1.076, un 30,7 por ciento de la capacidad máxima asignada– y no las que están ocupadas por todo tipo de pacientes.

Una última cuestión: se sabe, desde el inicio de la pandemia, que desde el momento del contagio al del testeo y la confirmaci­ón del caso pasan varios días, que son entre una y dos semanas para que eso se advierta en la demanda de atención hospitalar­ia. Decidir si abrir o cerrar tomando sólo en considerac­ión el impacto en el sistema de salud puede hacer que en el momento que se tenga que pisar el freno ya la inercia esté desencaden­ada. Y por dejar de contar casos, otra vez contemos, en mayor cantidad, internados y muertos.

Córdoba aún tiene 17 departamen­tos en alto riesgo, pero no importa: el indicador es la ocupación de camas y eso se informa holgado.

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JOSÉ HERNÁNDEZ TESTEOS. Córdoba mantiene en un alto número los diagnóstic­os diarios.
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