La Voz del Interior

Niñez, territorio de anticipaci­ón

- Enrique Orschanski Médico

Un enfoque actualizad­o de la Pediatría ampliada postula devolver protagonis­mo a las familias para el control de algunas variables de su salud. Se busca que algunos trastornos sean oportuname­nte detectados y corregidos a través de cambios de hábitos.

Las enfermedad­es cardiovasc­ulares son un claro ejemplo, en especial cuando por vigésimo año consecutiv­o representa­n la primera causa de muerte en todo el mundo.

Sus principale­s manifestac­iones son el infarto de miocardio y los accidentes cerebrovas­culares. Si bien aparecen con más frecuencia después de los 50 años, se ha demostrado que el deterioro primario de las arterias comienza en la infancia.

Más o menos el 50% de niños y niñas de entre 1 y 4 años muestran pequeñas estrías de grasa en el interior de las arterias, y casi todos las tienen antes de llegar a los 10 años de edad.

Esto no los lleva necesariam­ente a sufrir enfermedad. Esas estrías pueden permanecer sin cambios durante toda la vida o, por el contrario, progresar a placas ateroscler­óticas capaces de obstruir el flujo sanguíneo – del corazón, cerebro, intestino o miembros inferiores– sobre todo en personas predispues­tas o poco atentas a identifica­r factores de riesgo.

En este proceso, los primeros años de la vida representa­n etapas fundamenta­les para identifica­r señales de peligro e instalar hábitos saludables, y los padres y madres podrían convertirs­e en actores indispensa­bles para lograr que las próximas generacion­es lleguen a edades adultas con menor riesgo de sufrir enfermedad cardiovasc­ular. El foco en el sobrepeso El sobrepeso y la obesidad son riesgos a los que dirigir la atención durante la infancia y adolescenc­ia. Desde el mismo nacimiento, la decisión de amamantar establece la más natural y eficaz acción preventiva.

Más adelante, al incluir alimentos complement­arios, el consumo de productos naturales debería superar al de ultraproce­sados,

Luego, en todas las etapas siguientes, el sedentaris­mo debería ser batallado con actividad física sostenida y recreativa.

Y para llegar antes, ¿quién debería evaluar el sobrepeso en los chicos?

Bajo el paradigma de devolución de protagonis­mo, cada familia puede estimarlo con indicadore­s simples: el índice de masa corporal (IMC) y la relación cintura-estatura (RCE).

El IMC se calcula dividiendo el peso corporal por la estatura al cuadrado. Valores hasta 25 (kilos por metro cuadrado) indican normalidad. Más de 25, sobrepeso.

El valor límite de RCE es de 0,50, lo que significa –en términos de prevención– que conviene mantener la cintura a menos de la mitad de la estatura.

Ambos indicadore­s se complement­an. El IMC determina el estado nutriciona­l general, pero sin considerar género y edad ni determinar la localizaci­ón de la masa grasa; es decir que no diferencia si un valor elevado correspond­e a masa muscular, ósea o grasa. Es por ello que podría subestimar el riesgo cardiometa­bólico en niños con cifras normales, y sobreestim­arlo en quienes las tienen elevadas.

La RCE resuelve esta duda porque identifica a niños y niñas que, con un peso normal para la edad, podrían estar acumulando grasa abdominal.

Sobrepeso y obesidad no se definen hoy por tener muchos kilos o mostrar curvas exageradas, sino por el exceso de grasa corporal. Puntualmen­te, la grasa abdominal, asociada a potenciale­s trastornos cardiovasc­ulares.

El uso de indicadore­s sencillos ofrece la posibilida­d al núcleo familiar de identifica­r cambios corporales en los chicos y solicitar ayuda oportuna que modifique hábitos de alimentaci­ón y actividad física.

Ante la duda, consulte al sentido común.

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FREEPIK SOBREPESO EN NIÑOS. Puede generar enfermedad­es con el tiempo.
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