La UNC comenzó a medir el CO2 para ventilar mejor
COVID-19. La Famaf ya cuenta con medidores de concentración de este gas, que sirve como indicador del riesgo de infección por coronavirus.
El coronavirus puede flotar en el aire y contagiarnos. Al principio de la pandemia, esta forma de transmisión había sido descartada. La Organización Mundial de la Salud se focalizó en el contagio por superficie o por la interacción cara a cara con un infectado que expulsa gotículas con el virus, las cuales caen directamente en el rostro de la otra.
Pero luego la evidencia comenzó a señalar que el aire sería quizás la principal vía de transmisión. Para evitar que el Sars-Cov-2 permanezca flotando en una habitación, hay que ventilar. Y la mejor forma de saber si un ambiente está bien ventilado es conociendo la concentración de dióxido de carbono (CO2)
La Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (Famaf) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) adquirió dispositivo para llevar a cabo esta tarea en aulas, oficinas y laboratorios. Es una de las únicas instituciones educativas de la provincia que decidió adoptar esta medida preventiva.
“En la atmósfera hay una concentración de CO2 de 400 partes por millón (ppm). En una habitación cerrada, las personas exhalan CO2 mientras respiran, hablan, etc. La concentración comienza a aumentar. Cuanto más tiempo pasen las personas encerradas y cuanto más personas estén en la habitación, la concentración de CO2 será mayor”, explica Juan Cruz Bigliani, jefe del Laboratorio de Enseñanza de la Física de Famaf.
Y agrega: “Junto con el CO2, también van a aumentar la cantidad de aerosoles que exhalamos y que en una persona infectada puede contener coronavirus o cualquier otro patógeno. Entonces, al medir el CO2, estamos midiendo la potencial concentración de virus que hay circulando, siempre que haya una persona infectada”.
La mejor manera de evitar que se concentre virus en una habitación es con ventilación. Al airear un ambiente, la concentración de CO2 también bajará. Por eso el nivel de este gas es un indicador directo de la calidad de la ventilación de un ambiente, e indirecto del riesgo de contagio.
Aulas y oficinas
Bigliani cuenta que los equipos que adquirió Famaf son portátiles por lo que pudieron medir el CO2 en aulas, oficinas y laboratorios. “No hay nada mejor que medir. Los equipos nos sirvieron para confirmar que la ventilación en las aulas es correcta al menos por ahora, porque asisten pocos alumnos y estos espacios tienen posibilidad de ventilarse bien”, explica.
En cambio, en las oficinas con menos superficie el nivel de CO2 sube rápidamente. Bigliani lo probó en la suya, de 4,5 por 2,6 metros. Se encerró solo y en una hora el nivel de CO2 pasó de 400 a más de 800 ppm, el límite para indicar que la ventilación es mala.
“También observamos que no alcanza si abrimos una sola ventana. La ventilación tiene que ser cruzada, aunque se abran poco las ventanas y puertas. Y depende mucho de cada habitación para que haya corriente de aire, por eso es importante medir”, comenta.
Bigliani cree que la ventilación es importante para prevenir otras enfermedades respiratorias de invierno. “Esta experiencia nos recuerda que el problema no es el frío sino el encierro”, asegura.
Otras universidades
En Europa y EE.UU. muchas instituciones educativas, estatales y empresas comenzaron a instalar estos equipos para controlar la ventilación y brindar tranquilidad a los ocupantes y visitantes.
Las universidades nacionales de Buenos Aires, Rosario, San Martín y Hurlingham, entre otras, ya instalaron estos equipos. Provincia de Buenos Aires también sumó medidores para sus escuelas estatales.
Famaf decidió por su cuenta esta iniciativa. Autoridades de la Casa de Trejo indicaron que no está prevista comprar e instalación de estos equipos en los edificios centrales pero que cada facultad es independiente de hacerlo.
Ian Dutari, titular de Área Planificación Institucional Estratégica en UNC, indicó que la UNC realizó un relevamiento para determinar los aforos de todas las aulas de la universidad y realizaron varias adecuaciones edilicias, como la construcción de tabiques, para garantizar el dictado de clases presenciales con adecuadas medidas de cuidado.
“Cada facultad elaboró su protocolo y todo fue elevado al Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de Córdoba para su autorización”, comentó Dutari.