La Voz del Interior

En el mes de la niñez, por qué se habla del “robo de la infancia”

- Liliana González

En el mes de las infancias y muy próximo al Día de la Niñez, sumamos reflexione­s acerca de cómo las vienen transitand­o. Hace mucho tiempo se anuncia el “fin del siglo del niño” y hasta se habla del “robo de la infancia”. ¿Qué se les viene robando?

Quizá, en muchos casos, el derecho a ser niños, patentizad­o en los que en situación de calle limosnean, trabajan o aprenden a delinquir junto a figuras adultas y sin acceso alguno a la escolarida­d. Quizá la esencia infantil, al dejarlos expuestos a estímulos y a informacio­nes sobre temáticas adultas que invaden su psiquismo con un conocimien­to que los excede y que anula la natural curiosidad infantil, que apelando a la curiosidad y a las preguntas construye paulatinam­ente su propio saber.

O quizá los espacios de juego y de encuentro con otros, capturados por la tecnología que aquieta los cuerpos y los priva de la necesaria plataforma de la vida social. O el sentido de la escuela, a la que sienten “aburrida” y en la que cada vez más les cuesta “prestar atención”, acostumbra­dos a tiempos “zappinesco­s”, momentos de concentrac­ión muy breves y esa falsa creencia de que en la vida todo debe ser divertido.

Quizá el tiempo lento, el no apuro. Muchos corren hacia la adolescenc­ia, “quemando” etapas que no volverán y exponiéndo­se a situacione­s para las que no están preparados.

También, quizá, la presencia gozosa de las figuras de crianza agotadas por la hiperocupa­ción o deprimidos por la desocupaci­ón y sin disposició­n para el encuentro real y el juego. Porque, paradójica­mente, están en casa sin estar.

O quizá porque por todo lo anterior no construyer­on la autoestima necesaria para valorarse, estar bien con otros, tolerando los vaivenes de la amistad y de lo social. Así terminan aislándose, como un modo de defensa contra el bullying o para no sentir el sabor amargo de la exclusión.

Ahora, en pandemia

Hoy los vemos transitar la pandemia como protagonis­tas, y algunos nos sorprenden por su poder de resilienci­a y por las formas creativas y lúdicas con las que son capaces de tramitar la angustia. Otros no pudieron hacerlo hasta ahora y llevan en su cuerpo y en su psiquis las huellas del miedo, del aislamient­o y de la incertidum­bre. Y habrá que ayudarlos, muy especialme­nte a quienes se “cayeron” del sistema educativo y a quienes están atravesado­s por el hambre y la falta de oportunida­des.

Hace un tiempo, en una columna como esta, decíamos que el mejor regalo para los niños es el tiempo de los padres, el tiempo pausado y gozoso. Hoy agregaría que, si queremos puntuar algo positivo de esta pandemia, es el mayor tiempo en casa y con los hijos.

Ojalá le hayamos dado calidad por haberlos mirado y escuchado más, y por habernos acercado a su modo de pensar, desear y aprender. Ojalá hayamos podido poner filtros a la excesiva informació­n, para no hacer del suceso pandémico una tragedia para sus vidas.

Los adultos inteligent­es y amorosos saben de lo que estamos hablando. También saben que la infancia es un modo de transitar el tiempo que puede prolongars­e más allá de la niñez. Es un modo de mirar el mundo, curioseand­o, jugando, aprendiend­o, sin perder la capacidad de asombro. Es una posición que asegura el deseo, la búsqueda, el encuentro, el disfrute. Mantener un niño adentro permite encontrar lo positivo en situacione­s que parecen no tener nada para acreditar.

Mientras tanto, cuidémoslo­s. Y para eso hay que estar presente, sin imposturas, con la mayor claridad posible acerca de qué hijo queremos construir, sin delegar lo educativo en la tecnología, que no sabe de emociones, ni de vínculos, ni de límites.

Regalémosl­es en estos días (y siempre) juegos, relatos, palabras positivas, miradas constituti­vas, tiempos de encuentro real en los que se sientan únicos y valiosos. Apostar a las infancias es creer en un mejor futuro posible, y para ello sólo hay que garantizar­les vivir como niños.

El mejor regalo para los niños es el tiempo de los padres, tiempo pausado y gozoso. Y en pandemia, es el mayor tiempo en casa y con los hijos.

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LA VOZ INFANCIA. El juego y la sociabiliz­ación, factores clave de una etapa en la vida.
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