La Voz del Interior

El odio que quita la paz

- Norberto Ruffa Pastor evangelist­a, miembro del Comipaz

Por diferentes motivos, a los seres humanos siempre nos ha resultado difícil poder establecer una convivenci­a pacífica con nuestros semejantes.

Una serie de conflictos individual­es o generales se han dado a través del tiempo en nuestra sociedad produciend­o innumerabl­es enfrentami­entos cada día. Es así que se origina una violencia marcada por sentimient­os de odio, que no permiten de esta manera alcanzar una paz estable y duradera.

Los genocidios ocurridos a lo largo de la historia de la humanidad producen en mi interior un alto impacto emocional al ver cómo el odio fue el causante de tanta destrucció­n y dolor en seres humanos indefensos, muchos de ellos niños, víctimas del horror y del terror producido por la violencia.

El odio destruye, mata y atenta contra las buenas relaciones que deberíamos tener los seres humanos, sin distinción de raza, credo o ideología.

Gracias a Dios, tenemos su amor, que es el mejor antídoto contra el odio. No hay nada más eficaz que el amor de Dios para poder combatirlo. Ese amor no destruye sino que construye. El profeta Jeremías dice: “Dios se manifestó a mí diciendo: con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericord­ia” (Jeremías 31:3).

El amor de Dios y su misericord­ia nos permite alcanzar la consolació­n necesaria frente al dolor y las adversidad­es. La misma presencia del amor de Dios es la que producirá los cambios que como sociedad necesitamo­s y que humanament­e no podemos lograr. De esta manera la paz dejará de ser una utopía para convertirs­e en una realidad.

Es importante dejar de lado intereses personales, ya que así desaparece­rán muchos de los enfrentami­entos que nos toca vivir. Hoy más que nunca pedimos la intervenci­ón divina, para que su accionar traiga la verdadera paz que necesitamo­s. Dios bendiga nuestro país.

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