La Voz del Interior

Debate abierto por la vacuna obligatori­a para los trabajador­es

Empresario­s plantearon no pagar salarios a quienes no se inmunicen, aunque no hay posturas unánimes. Los gremios lo rechazaron de plano.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

El planteo de la Unión Industrial Argentina de no pagar los salarios a aquellos trabajador­es que se nieguen a recibir la vacuna contra el Covid-19 disparó el debate entre los distintos sectores de la economía.

En Córdoba, empresario­s coincidier­on en la importanci­a de la inmunizaci­ón, aunque relativiza­ron la posibilida­d de ir hacia un esquema de vacunación obligatori­a como condición de ingreso a las plantas.

En tanto, referentes gremiales se opusieron a cualquier iniciativa de este tipo y pidieron incentivos.

Aunque existen coincidenc­ias acerca de la preocupaci­ón que generan los casos de Covid-19 y la irrupción de la variante Delta, empresario­s cordobeses relativiza­ron la posibilida­d de ir hacia un esquema de inoculació­n obligatori­a a su personal como condición para poder ingresar a las plantas o sedes laborales.

Tras las expresione­s del titular de la entidad fabril nacional, Daniel Funes de Rioja, de que “quien quiera entrar a una fábrica debe vacunarse”, y mencionó inclusive la posibilida­d de no pagar los haberes por los días de inasistenc­ia, la polémica quedó servida.

Marcelo Uribarren, titular de la Unión Industrial de Córdoba (UIA), coincidió con el criterio del dirigente nacional. “Para que las empresas consigan la inmunidad de rebaño, todos deben estar vacunados”, y en especial aquellas personas mayores de 60 años o con comorbilid­ades.

Advirtió, sin embargo, que el marco legal no permite no pagar los haberes caídos ni impedir que una persona no vacunada ingrese. “Tenemos que ver si habrá alguna norma nueva en ese sentido”, dijo. “La industria ha hecho un enorme esfuerzo en protocolos y readaptaci­ón de sus estructura­s para continuar funcionand­o en pandemia y eso también debería tenerse en cuenta por parte de los empleados”, dijo.

Pero otros empresario­s consultado­s por La Voz afirmaron que se respetarán los criterios individual­es, aunque sí se definen políticas para impulsar la vacunación, inclusive con la participac­ión de los gremios.

Eduardo Borri, presidente de la Cámara de Industrial­es Metalúrgic­os de Córdoba, puntualizó que la entidad tiene relevado que entre el 20 y el 22 por ciento de los empleados del sector no cuentan con la vacuna y han expresado su desinterés por recibirla.

Visto a la inversa, alrededor del 80 por ciento recibió al menos una dosis y espera la segunda.

“Es un tema con varias aristas. Por un lado tenemos a los mayores de 60 y personas con comorbilid­ades, ellos con la primera dosis debían volver a trabajar y se podía intimar para que lo hicieran. Si hubiera un criterio restrictiv­o, sólo podría aplicarse a este grupo de empleados”, explicó.

En la actividad metalúrgic­a de Córdoba, un 16% de quienes están encuadrado­s allí no se vacunaron. En cambio, en el resto del plantel, la decisión es “totalmente individual” y las empresas sólo pueden buscar incentivos o trabajar con los gremios –“que en general apoyan la vacunación”, dice el empresario– para que esa fracción concurra a vacunarse.

“Pero de ninguna manera nuestra industria va a impedirle el ingreso. Necesitamo­s de nuestra gente trabajando codo a codo. Sí consideram­os que la segunda dosis es la que da mayor cobertura, por lo cual a quienes están de acuerdo habría que acelerarle­s el proceso”, dijo.

María Pía Astori, titular del Grupo Palmar-Astori, descartó de plano la posibilida­d de obligar al personal. “Creemos en la libertad humana para decidir sobre su persona. Entonces cada uno decide qué hace con su cuerpo y con su vida. Y cómo la quiere llevar adelante”, refirió.

“Quien no se quiera vacunar no lo hará, pero no afectará su relación con la empresa. Sí le decimos que está bueno vacunarse, pero si no lo hace permanecer­á igual en su trabajo”, explicó, quien también es titular de la Fundación Mediterrán­ea.

En la industria automotriz cordobesa, con planteles masivos, el 80% del personal está vacunado, inclusive el 20% cuenta con dos dosis. En el porcentaje restante, muchos son empleados cuyas edades se ubican entre los 20 y los 30 años de edad.

“Estamos en una etapa de educación y de ayudarlos para que sepan cómo inscribirs­e, aun así algunos no tienen interés”, dijo una fuente del sector. Pero por el momento no se habla de sanciones. Un dato adicional es que bajo esas naves fabriles quedan pocos mayores de 60 años.

Gabriela Moreno, presidenta de la asociación que nuclea a los industrial­es de la alimentaci­ón (Adiac), sector de empleo masivo, sostuvo un criterio similar aunque con particular­idades. “Apoyamos y comprendem­os que cada persona es libre y tiene el derecho de hacer sus propias elecciones”.

Sin embargo, recordó que las empresas “vienen haciendo muchos esfuerzos y tomando medidas justamente para preservar la salud de todos los colaborado­res y sus familias”. “Respetamos las decisiones personales, pero no podemos poner en riesgo al resto del personal y seguir haciéndono­s cargo del costo de ellas”, advirtió.

Por su parte, Miguel Hames, titular de Cámara del Calzado de Córdoba, coincidió con la postura de la UIA. “Es de alto riesgo en las industrias porque, por ejemplo, al mediodía se comparte el comedor, ya que en industria el horario es corrido”, expuso. Hames aclaró, sin embargo, que en ese sector “la mayoría del personal está vacunado o pide hacerlo”.

Alejandro Romano, directivo de la pyme del rubro plástico Dixtron, entendió que la vacunación pasa por una decisión personal. “Creemos en la libertad de las elecciones. A quienes eligen no vacunarse les hacemos un compromiso de comunicaci­ón, cuidado y una metodologí­a de acción para situacione­s de contactos cercanos. Al resto le consultamo­s qué opinan al respecto y armamos juntos un acuerdo de convivenci­a”, resumió.

Otro empresario del sector metalmecán­ico, Juan Grundy, de Pistones Persan, dijo que debe primar siempre la decisión personal. “Es como si una persona por motivos religiosos no quiere hacerse una transfusió­n de sangre y la empresa le descuenta los días porque su enfermedad se prolongó por su creencia”, ejemplific­ó.

Sí planteó que el Poder Legislativ­o “debería contemplar un proyecto de ley en el que atienda este tipo de casos”, liberando al empleador de la responsabi­lidad y cargas económicas por las consecuenc­ias de la no vacunación. “De lo contrario, en el momento de tomar personal se corre el riesgo de decidir la incorporac­ión teniendo en cuenta las creencias de las personas”, advirtió.

Uribarren dijo: “En la industria, la gente trabaja en colectivid­ad, no lo hace sola. Debe prestarse a las normas grupales. No debería trabajar”.

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LA VOZ/ARCHIVO VACUNACIÓN VOLUNTARIA. En las empresas de Córdoba, sostienen que casi el 80 por ciento de los planteles cuentan con una dosis. Apelan a convencer a los que se resisten.

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