La Voz del Interior

No vacunados: el tamaño importa

- Ary Garbovetzk­y

Córdoba superó el 80 por ciento de la población mayor de 18 años con al menos una vacuna. Quedan sin vacunar cerca de medio millón de adultos, concentrad­os en su mayor parte en el rango más joven: menores de 30. Falta mucho con las segundas dosis, pero los expertos sugieren que no hay que esperar un desgranami­ento muy grande entre quienes se aplicaron la primera dosis y quienes van a completar esquema.

Si tres meses atrás a algún funcionari­o de Salud de la provincia le decían que antes de que llegara la variante Delta tendría más del 70 por ciento de cobertura con primera dosis, firmaba y ponía el sello al pie.

La cobertura que se alcanzó ya es más alta que en muchos países occidental­es, donde la inmunizaci­ón es voluntaria, como Estados Unidos.

¿Hay reticencia­s libertaria­s? ¿Hay influencia de los discursos antivacuna­s? Un estudio de la consultora Delfos en Córdoba encontró que entre quienes aún no habían sido vacunados un mes atrás, el 11 por ciento decía que no iba a anotarse para recibir la dosis. El motivo más esgrimido: “porque no confío”, en una de cada cuatro respuestas.

Los incentivos, con beneficios y promocione­s, con los que la Municipali­dad de Córdoba busca completar la inscripció­n de jóvenes pueden ayudar a levantar el techo de la campaña. También los operativos territoria­les, en centros vecinales y hasta casa por casa, que se comenzaron a hacer en barrios populares.

Es mucho más probable que realmente se llegue a dejar afuera sólo al núcleo duro antivacuna cuando no se pueda trabajar, entrar a un bar, ir a un baile o a la cancha, el paso que sigue cuando se agote la estrategia de estímulos “por las buenas”. Pero esto no se puede poner en marcha hasta no tener una dosis en la heladera para todo aquel que la reclame: no se puede hacer obligatori­o ni restrictiv­o mientras persista un problema de escasez.

Hay una discusión ética, con dos preguntas opuestas. ¿Puede ser voluntaria una vacuna que reduce el riesgo de enfermar a otros? Y su contrario: ¿puede ser obligatori­a la aplicación de un fármaco que, aunque haya evidencias científica­s, tiene todavía una autorizaci­ón de uso de emergencia?

Eso no se resuelve con una perspectiv­a de Salud. La gestión de la pandemia es forzosamen­te pragmática y al final lo que importa es cuánta población queda sin barreras al contagio de las variantes actualment­e predominan­tes o de la temida Delta.

Esa proporción de la población sin vacuna y el rango que no cubren las fórmulas (entre un 15 y un 20 por ciento), ni siquiera con dos dosis, para evitar contagios, hospitaliz­aciones y muertes, son la plataforma sobre la que se monta la tercera ola, como se verifica en el mundo. El tamaño importa: cuanto más chico, mejor.

Ya hay alta proporción de población vacunada. Los antivacuna­s son pocos en Córdoba. La variante Delta se montará sobre lo que quede.

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