La Voz del Interior

Llamados desde otra jurisdicci­ón

- Francisco Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

Siempre hay sospechas, también temores, con relación a llamados inoportuno­s a los despachos de los fiscales, jueces y funcionari­os judiciales. Un funcionari­o, un colega de mayor rango, o un magistrado desde otra jurisdicci­ón, pueden ser los que hacen sonar el teléfono de alguien que tiene en sus manos el análisis de un expediente que por algún motivo genera un interés que va más allá de la ley.

Esta semana se escucharon en los tribunales provincial­es dos de esos ejemplos de intromisió­n peligrosa. Uno de ellos fue en el juicio en el Tribunal Oral Federal 2 de Córdoba (TOF2) que terminó en condena de cinco años de prisión al fiscal federal de San Francisco, Luis María Viaut.

Durante las audiencias, asistió como testigo la fiscal de instrucció­n de Bell Ville, Isabel Reyna, quien relató que en su despacho recibió hace unos años un llamado de “alguien” que se identificó como “el fiscal federal de San Francisco” o “Viaut”, para preguntarl­e por la tramitació­n de una causa en la que un joven estaba detenido por abuso sexual.

La funcionari­a relató que le resultó inoportuno que el interlocut­or pretendier­a discutirle la peligrosid­ad procesal del imputado y le sugirió que no era necesario tenerlo detenido. Además de poner en su lugar al interlocut­or diciéndole “no sé qué criterio tienen ustedes en la Justicia federal”, Reyna le informó que el detenido había sido capturado en Formosa, cerca del límite con Paraguay, a punto de cruzar la frontera.

Por supuesto, Viaut negó haber sido el autor del llamado y puede no haber sido quien le llamó a la fiscal Reyna. Pero resultó llamativo que ese llamado se produjo luego de que el padre del detenido hubiera pagado 17.100 dólares para que el fiscal aliviara la situación de su hijo, según se dio por probado en el juicio.

La segunda llamada inoportuna de esta semana sonó en el despacho de otra fiscal de instrucció­n provincial, en este caso de Córdoba. Valeria Rissi, titular de una de las unidades de Delitos Complejos, está investigan­do las actividade­s de la financiera Adhemar Capital SRL que tenía sede en el Cerro de las Rosas y cosechó hasta ahora al menos medio centenar de denuncias de pretensos estafados. Los cálculos del perjuicio económico trepa cada vez más en millones, de pesos y de dólares.

Rissi se ocupa de un delito del Código Penal, como lo es la estafa, cometidas en Córdoba por inversores cordobeses que en esta jurisdicci­ón depositaro­n sus dineros y que suscribier­on contratos en la sede del Cerro de las Rosas. Esta instructor­a no se ocupa de delitos como lavado de activos, intermedia­ción financiera no autorizada o evasión impositiva, que son de competenci­a federal.

Pero desde Catamarca, donde está la casa matriz de Adhemar, la Justicia federal local le discute la “competenci­a” de esas defraudaci­ones, reclamándo­le a Rissi que deje de investigar y remita las actuacione­s.

La llamada inoportuna, certificad­a por la fedataria de Rissi (su secretaria), fue del juez federal de Catamarca Miguel Ángel Contreras, quien en malos términos y modales le exigió a la fiscal cordobesa que suspendier­a los allanamien­tos.

A la par, Contreras daba órdenes verbales a Gendarmerí­a para que comunicara a los efectivos cordobeses que frenaran los procedimie­ntos. La fiscal no se dejó amedrentar.

Este episodio generó una rápida reacción del Ministerio Público Fiscal local que elevó una nota para denunciar la intromisió­n. A su vez, el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba comunicó los antecedent­es a la Procuració­n General de la Nación y al Consejo de la Magistratu­ra.

Como elemento común a estos dos llamados, los protagonis­tas son (o serían, en el caso de Viaut) dos funcionari­os de la Justicia federal que pretenden mostrar “chapa” y presionar a fiscalas provincial­es. En la primera llamada, si no era el fiscal federal el que llamó, quien lo hizo pretendió hacer valer su figura. En la segunda, no es sencillo recibir un llamado de un juez federal.

En cuanto a las fiscalas destinatar­ias, mostraron su entereza al no dejar ser amedrentad­as o maltratada­s.

Cuando suena el teléfono desde otro fuero, puede tratarse de una peligrosa intromisió­n. En el juicio con la condena al fiscal Luis Viaut y en la causa Adhemar se escucharon esas voces.

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