Belliboni, el piquetero más popular y también el más resistido
El referente del Polo Obrero lidera los cortes de calles que generan malhumor social. Fustiga a los K y a los opositores.
El líder nacional del Polo Obrero se ha convertido en el dirigente piquetero más conocido. A Eduardo “Chiquito” Belliboni, su permanente presencia en los canales de televisión le ha dado un nivel de popularidad que sería la envidia de muchos dirigentes políticos con ambición.
Ese nivel de conocimiento o de popularidad, sin embargo, no significa para el dirigente piquetero bonaerense que todos estén de acuerdo con sus ideas, ni, sobre todo, con sus métodos de protesta.
El referente del Polo Obrero es la cara más visible de las últimas protestas de organizaciones piqueteras de izquierda, que cuestionan las políticas del Gobierno nacional. También es el centro de la bronca de muchos ciudadanos que tienen dificultades para moverse en medio del caos de tránsito que generan las manifestaciones callejeras. Ni hablar de los comerciantes, pequeños y grandes, que pierden una jornada de venta cada vez que hay este tipo de manifestaciones.
Belliboni admite que los reclamos en las calles dividen aguas en la sociedad. “Entiendo que generamos molestias. Sabemos que hay muchos laburantes que pierden tiempo y plata, pero también todos deberían entender que hay gente que se caga de hambre y no le queda otra que salir a reclamar en las calles. Además, la única manera de sacarle algo a este Gobierno es la movilización en las calles”, se ataja el dirigente, ante la reiterada consulta sobre los perjuicios que producen las manifestaciones callejeras.
Hijo de un colectivero y militante peronista, Belliboni nació en Banfield y vive en Burzaco, en el conurbano bonaerense. Fue empleado metalúrgico y remisero. Asegura que ahora se gana la vida “haciendo changas” como electricista.
Salud. Eduardo Belliboni tiene 63 años y algunos problemas cardíacos, sobre los cuales suele hacer algunas bromas. Le hicieron dos by pass y tiene colocados cuatro stents. “Tengo las cañerías nuevas. Hay que ver si son resistentes”, dice sonriente.
Sus enemigos lo acusan de cobrar un salario como asesor del legislador porteño Gabriel Solano (Frente de Izquierda de los Trabajadores), pero él argumenta que dona ese sueldo a su organización social.
Más allá de las dos versiones, por sus múltiples tareas y responsabilidades como referente del Polo Obrero, a las que hay que sumarles las constantes reuniones con funcionarios nacionales de Desarrollo Social, es evidente que al dirigente piquetero le queda poco tiempo para ganarse la vida “haciendo changas”.
“A los dirigentes piqueteros nos miran y nos preguntan de qué vivimos, pero pocos ponen la lupa sobre los políticos profesionales”, sumó al debate Emanuel Berardo, el referente local del Polo Obrero, quien recibió y acompañó a Belliboni en su breve y agitada estadía en Córdoba.
Crítico con los políticos
Como líder de la agrupación de izquierda más convocante, Belliboni no oculta su posición crítica en contra de la clase política dominante.
Cuestiona a la alianza opositora Juntos por el Cambio, pero le apunta fundamentalmente al expresidente Mauricio Macri. “Su plan fue dejar a mucha gente fuera del sistema. Además, nos dejó una deuda enorme que ahora tenemos que pagar todos. El pago de esos compromisos es la principal causa del hambre y de la pobreza”, sentenció, sin admitir que durante la gestión nacional macrista se duplicó la cantidad de planes sociales.
También es muy crítico del Gobierno nacional. Con sus manifestaciones callejeras, las organizaciones de izquierda se han convertido en un dolor de cabeza para el oficialismo nacional.
“Cristina (Fernández de Kirchner) tiene un buen discurso, pero el cristinismo siempre termina apoyando todas las medidas de ajuste. Hay que cambiar la matriz económica. No pagarle al FMI y que esos recursos se inyecten en el aparato productivo. No hay otra salida, lo demás es pura sanata”, remarcó Belliboni.
El dirigente genera distintas reacciones: adhesión entre sus militantes, bronca en la gente que no puede transitar por las manifestaciones callejeras, reclamos de los comerciantes y preocupación entre los gobernantes, quienes lo califican de “indescifrable” a la hora de sentarse a una mesa de negociación. “Nosotros presentamos un plan para crear un millón de puestos de trabajo en la construcción de viviendas, pero no nos dan bola”, concluye Belliboni.