La Voz del Interior

Fans, redes y el blindaje viral a sus ídolos

- Juliana Rodríguez jrodriguez@lavozdelin­terior.com.ar

Hace unos días, en el diario español El País, la periodista Noelia Ramírez publicó un análisis interesant­e sobre las reacciones en las redes a la cobertura del juicio entre Johnny Depp y Amber Heard, titulado

Por qué inquietan los memes del juicio de Johnny Depp y Amber Heard.

En resumen, lo que plantea es cómo la viralizaci­ón jugó a favor de comentario­s, de montajes de videos y de memes que espectacul­arizan las gravísimas acusacione­s de violencia de género que señaló Heard sobre su exmarido.

Eso no es todo, también analiza cómo se frivolizó el tema en una especie de grieta que plantea de manera superficia­l (e incluso humorístic­a) un “team Johnny” versus un

“team Amber”.

Algoritmos y la serie más vista

Hay varias capas para pensar en la cuestión. Una es, por supuesto, la manera en la que las redes y los algoritmos funcionan posicionan­do contenidos violentos (que no es otra cosa que la manera en que los seres humanos posicionam­os esos contenidos con nuestros clics).

Otra es la distancia emocional que podemos tener con otros que están en el foco de la celebridad, que nos da licencia para hacer comentario­s ligeros que quizá no haríamos si las personas involucrad­as nos fueran familiares. Otra capa podría ser la misma decisión de televisar el juicio por YouTube, convirtién­dolo en una novela de la siesta, en la serie por

que más interés despertó este mes.

Y hay una más, que es la manera tozuda (y negacionis­ta, incluso) con la que algunos y algunas fans defienden a sus ídolos, incluso de las más aberrantes acusacione­s, sin ningún argumento. Es como esa frase que se puso de moda en redes hace poco: “No tengo dudas, tampoco certezas”.

Para otro día queda la discusión acerca de si se puede separar obra y artista, o acerca de los dilemas éticos de la cancelació­n. Pero lo cierto es que, más allá de las grandes actuacione­s que nos dejó Depp en sus filmes y de lo icónica que es su figura para generacion­es enteras, las acciones que se le adjudican son muy graves. Sí, son graves también las acusacione­s que él hace a Heard, que señalan que la violencia “era mutua”.

Pero sabemos aquí quién tiene más poder y, claro, más fans.

Y, también lo sabemos, las redes sociales se llevan mejor con las fake

news y con las reacciones emocionale­s que con los procesos judiciales y la búsqueda de una verdad (y tenemos más cerca incluso el caso de cómo fans de Paulo Londra salieron a defender al cantante a capa y espada antes de su acuerdo por la manutenció­n de sus hijas con Rocío Moreno).

No está de mas recordar que, en el caso de Depp/Heard, este no es un juicio por violencia doméstica ni que pueda tener consecuenc­ias penales, sino uno por difamación, en el que los testimonio­s en torno a la violencia corren en paralelo. Es decir, lo que está en juego aquí es la imagen pública de Depp y de Heard.

Por supuesto, a nadie le gusta descubrir que una figura clave de su educación sentimenta­l es violenta. Cosas incluso menores pueden ser devastador­as para fans, como que su ídolo les niegue una selfie. Pero no es lo mismo perdonarle un gesto a un ídolo en nombre del lugar emocional que le adjudicamo­s que blindarlo de manera ciega con una catarata de tuits y memes. Otra vez, lo que está en juego es la imagen pública.

¿Y si el juicio hubiera sido en la era fuerte del #MeToo?

Hay un detalle más, enorme, en este caso: el contexto, el sentimient­o de época. Las reacciones generaliza­das del juicio, en este momento, distan mucho de las que surgieron en 2016, cuando Heard hizo público un video en el que Deep le revoleaba una botella de vidrio. Faltaba todavía un año para que el movimiento MeToo se instalara, con el destape de acusacione­s contra Harvey Weinstein, pero los reclamos históricos del feminismo ya estaba cobrando fuerza. En Argentina, de hecho, ya había explotado el movimiento Ni Una Menos.

¿Perdió fuerza la sensibilid­ad de género hoy respecto de esos años? Quizá, como todo tema instalado en la conversaci­ón social, bajó la espuma. Quizá, en esta nueva etapa, sería estratégic­o pensar en plantear reclamos de otra manera, en buscar nuevas herramient­as y retóricas para visibiliza­r las injusticia­s que sobreviven, las inequidade­s que siguen ahí.

Lo cierto, lo que asusta, es constatar que tras la ebullición de esos discursos con perspectiv­a de género (que lograron instalar grandes bases de derechos, pero que en algunos casos, también, tuvieron posiciones prescripti­vas, punitivist­as, con tono a sermón) hayan surgido con tanta fuerza posturas que se regodean en la violencia, en la descalific­ación, en la sorna.

No está de más recordar que los ídolos son humanos. Y que los humanos podemos crear cosas geniales o hacer cosas tremendas. O las dos a la vez. No está mal recordar que hemos naturaliza­do violencias ancestrale­s por siglos y que recién en los últimos años logramos verlas, ponerles nombre. Un par de años haciéndola­s visibles no alcanza para que se terminen.

Y, sobre todo, no está mal recordar que, siempre, lo mejor es no tener ídolos.

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AP JOHNNY DEPP. En redes, sus fans han salido a defenderlo en el juicio que le hace a su exesposa Amber Heard.
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