La Voz del Interior

Estancia Candonga. Un otoño con aire colonial y sabor serrano

Admirar los tesoros del patrimonio cordobés. Disfrutar el paraje puesto en valor con una premisa: el cuidado del bosque nativo. Honrar el pasado y sus tradicione­s, pero reversiona­das. Así es esta invitación a experiment­ar para contarlo.

- Milagros Martínez Especial

No existe nada igual a una hora de la Córdoba Capital: por su entorno agreste, su arquitectu­ra, su mística. Algo vincular muy fuerte une a cientos de personas alrededor de la que se conoce como la capilla más fotografia­da de Córdoba. En este paraje de Sierras Chicas, todo está preparado para que los viajeros puedan conectar con la historia, la naturaleza en estado puro y el descanso.

Quizás son esos últimos 10 kilómetros de ripio, desde la localidad de El Manzano, los que nos advierten que se trata de algo distinto. Un camino de cornisa que obliga a desacelera­r y avanzar despacio, para adentrarno­s en el corazón del monte nativo. Nada habitable a la vista durante ese tramo, más que las montañas. Hasta descubrir a lo lejos esa estancia colonial de comienzos del siglo XVIII que conserva sus rasgos originales, aún después de ser restaurada.

La primera vez que descubrí la Capilla de Candonga fue en una pintura. Toda una pared en la casa de unos amigos tiene el retrato de este entorno mágico. Desde hace muchos años está ahí intacta, apenas retocada con alguna que otra pincelada. Iluminando el living, es un ícono que guarda el cariño de una historia familiar. Al igual que tantas otras que atesoran imágenes de esta reliquia declarada Monumento Histórico Nacional, en la década de 1940.

La Estancia en realidad se llama Santa Gertrudis. No fue jesuítica, pero casi… creció y se expandió bajo su cultura en materia arquitectó­nica. En 2000, la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad, al incluirla como parte del camino de las estancias y la Manzana Jesuítica. Si a su pasado le sumamos la superiorid­ad estética del otoño en este punto del mapa cordobés, la promesa de un día de campo inolvidabl­e es un hecho.

La huella del pasado

Conocida como Candonga, su nombre significa “mula cansada”, un africanism­o que se “castellani­zó” y que hace referencia al cambio de las caravanas de la época. Durante el período colonial, estaba todo preparado para el descanso y recambio de mulas que trasladaba­n mercadería­s al Alto Perú. De hecho, hoy se mantienen intactos los corrales en los que permanecía­n centenares de esta especie. Corrales construido­s en un perfecto “encastre” de piedras. Pensemos que las mulas eran “la soja” de ese tiempo y que este punto era clave para la actividad comercial.

Alrededor de la capilla, un verdadero tesoro escondido en medio del monte cordobés, hay varios atractivos para seguir construyen­do el relato histórico y un proyecto increíble para disfrutar de la buena cocina. Hace algunos años, Alberto Spagnolo y sus socios comenzaron la tarea de recuperar y embellecer este paraje. La propuesta está cuidada al más mínimo detalle y ofrece muchas opciones para los visitantes.

Al caminar por acá hay que estar atento a los rastros de historia viva. En este hermoso marco serrano se encuentran algunas casas pozo, construida­s en piedra, que pertenecía­n a los habitantes primitivos de Candonga. Ellos construían aldeas con viviendas subterráne­as, cerca de las áreas de cultivo y de los cursos de agua. Parte de esta explicació­n está a la vista, en cuadros escritos que buscan inmortaliz­ar la vida de esa época.

Detrás del puente colgante

Se abre un pequeño portón de madera y el sonido del río que avanza apenas se interrumpe con el de las pisadas. Levantamos la vista y del otro lado del puente colgante nos espera el otoño en su máximo esplendor. Árboles dorados que preparan el camino a las otras joyitas de este destino: la huerta agroecológ­ica con la que se preparan todos los platos que llegan a la mesa, el secadero de las aromáticas y la granja.

Una hermosa extensión de tierra preparada para dar vida. Un paseo en sí mismo para apreciar la generosida­d de la naturaleza. Visitarla es parte del plan de un día de campo. Toda la carta del restaurant­e tiene estos ingredient­es frescos, libres de cualquier tipo de intervenci­ón agroquímic­a. Y si la visita es en familia, los más pequeños tienen la chance de ser granjeros por un día: acompañado­s por recreóloga­s y durante dos horas, pueden alimentar a los animales, juntar los huevos y las frutas/verduras del momento, en lo que seguro será un plan inolvidabl­e.

Monte nativo y plan sustentabl­e

En cualquier caminata por el predio, seguro hay alguien capaz de explicarte cómo se logró y cómo se cuida tanta maravilla junta. Alberto Spagnolo nos cuenta cómo es la tarea para preservar y hacer crecer el pulmón verde que nos rodea. Hay tres especies nativas que son clave: chañar, algarrobo y tala. A las semillas que caen de estos árboles, las hacen germinar y luego las vuelven a plantar, en una acción circular que mantiene al bosque vivo.

Hay plantas que ayudan a enraizar, como el sauce y también los desechos del café. “Nada se pierde, todo se transforma”, dice la canción. En esta economía circular que se busca fomentar en la Estancia, hay cinco estaciones de compost con desechos listos para volver a ser abono.

¿Está bien con esta temperatur­a o activamos la energía eléctrica para calefaccio­nar las habitacion­es?, preguntan al comenzar la estadía. Justo en diagonal a las cabañas de este gran predio se ven los paneles solares. Como huésped, prefiero la energía natural y disfrutar la estadía haciendo un pequeño aporte.

Para desafiar a los bikers

Por su cercanía con la ciudad de Córdoba, muchos entusiasta­s de la bici eligen pedalear desde la localidad de El Manzano. Con curvas y contracurv­as, van admirando el paisaje y desafiando su propia resistenci­a.

Al llegar y frente a la Capilla, van a encontrar un ciclo-bar, que en temporada está preparado para ese necesario encuentro entre ciclistas.

El ingreso a la Estancia es libre y gratuito. Pero para disfrutar un día de campo con el servicio del restaurant­e, se recomienda hacer una reserva previa. Este paseo incluye un recorrido por la huerta agroecológ­ica, el antiguo molino, los corrales del muladar, la casa habitación que fue restaurada y la icónica Capilla de Candonga. Se puede elegir una experienci­a que incluye desayuno, almuerzo y merienda (con un costo de $4.200 por persona). O sólo alguna de estas comidas.

Además, se organizan caminatas, cabalgatas ($ 700 por persona), hay juegos para niños y en verano se puede disfrutar de la pileta y el solarium. Reservas: 351-6169368 (WhatsApp).

Con sabores caseros y artesanale­s, todas las comidas incluyen productos frescos de la huerta. Además, se ofrece una carta con vinos de bodegas cordobesas y hasta el propio vino Candonga, que en su etiqueta rinde honor a la figura de la mula y explica: “Este tinto conecta territorio­s”, en referencia a Alto Agrelo (al pie de los Andes, donde es producido) y la estancia de Sierras Chicas.

Noches estrellada­s

“Disponemos de hospedaje repitiendo la vieja consigna de la Estancia colonial: dar albergue al ambulante y hospedaje a las caravanas”, aseguran. Con distintas opciones de cabañas, es posible descansar en el silencio de la noche y amanecer en ese oasis de paz, sin apuro. A menos que quieras llegar temprano al establo para ver cómo se preparan los caballos para dar sus paseos de fin de semana.

Se busca que el impacto sea el menor posible sobre la naturaleza en este paraje privilegia­do. Esa idea llegó incluso al sistema de construcci­ón de las cabañas. Iniciaron una prueba piloto junto al proyecto del sacerdote Mariano Oberlín, que busca impulsar una técnica constructi­va a partir de módulos que se hacen con ladrillos de plástico reciclado.

Además de estas opciones de hospedaje, se abre camino la villa serrana, un sector con varios lotes en venta que busca encontrar socios en el cuidado del espacio. Con la sustentabi­lidad como premisa, la Villa protege el cauce del río San Vicente. Impulsan la construcci­ón de viviendas que no rompan la armonía del paisaje.

Un camino oculto a La Cumbre

Dicen que siempre hay que dejar algo pendiente para volver al destino. Para un próximo viaje, será el camino de ripio que une Candonga con La Cumbre. Hay una ruta que conecta las estancias, la de Santa Gertrudis con la fábrica de alfajores “Estancia del Rosario”. El recorrido es de unos 30 kilómetros y dura alrededor de una hora y media. Dicen que es uno de los caminos más bonitos de las sierras.

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GENTILEZA MILAGROS MARTÍNEZ TESORO CORDOBÉS. Declarada Monumento Histórico Nacional, es una de las capillas más fotografia­das de toda la provincia de Córdoba.
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PASIÓN OTOÑAL. La estación dorada en todo su esplendor.
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FOTOGRAFÍA­S DE MILAGROS MARTÍNEZ EL PUENTE COLGANTE. La superiorid­ad estética del otoño le da un marco especial al tradiciona­l puente.
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CABALGATAS. El día de campo incluye un paseo a caballo para llegar a los rincones más lindos de la zona.
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DESAYUNO CAMPERO. Una vista increíble y los mejores sabores caseros.

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