La Voz del Interior

La nueva casa tras la separación: un gasto que se agrega

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Paola Dauría reconoce que cuando una pareja se rompe “la economía familiar se resiente necesariam­ente”. Esto implica que va a haber otro hogar que armar con los mismos ingresos con los que se contaba antes, en una sola vivienda.

Pero la división de bienes es una figura distinta a la de la cuota alimentari­a. En caso de que la pareja haya estado casada, se pueden divorciar y hacer la división de bienes, pero esto es independie­nte de la cuota alimentari­a, remarcaron las abogadas.

En caso de que hayan sido convivient­es, deberán hacer la división en función de lo que era de cada uno.

Ahora bien, dado el caso, por ejemplo, de que uno de los progenitor­es esté pagando el crédito de una casa en la cual ya no reside pero sí lo hacen sus hijos y su expareja, se puede tomar ese aporte como el ítem de “vivienda” en la cuota alimentari­a. “Entonces a la hora de la sumatoria de la cuenta de la cuota, si antes se pagaba el crédito de a dos y ahora lo hace sólo uno que no goza de ese bien, se va a tener en cuenta en el porcentaje porque ya está aportando la vivienda para sus hijos”, explicó Dauría.

“Hoy la ley prevé muchas herramient­as para resguardar distintos derechos, sea el de los niños o el de la expareja”, agregó Menta.

En ese sentido, Luciana Ulla aclaró que apenas se rompe la pareja urge establecer la cuota alimentari­a porque es lo que necesitan los hijos y no puede esperar. Pero que, en lo posible, es convenient­e hacer al mismo tiempo la división de bienes para que queden claros los montos.

“Hemos tenido casos en que el que se queda en la vivienda le paga el 50% del alquiler al otro que se tiene que mudar. Incluso tuvimos un caso en el que, en lugar de que los niños se trasladen, lo hacían los padres a la vivienda común. Los acuerdos los realiza cada familia en función de lo que consideren mejor para sus hijos en ese momento en particular”, aclaró Ulla.

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