La Voz del Interior

Luciana Salazar y Martín Redrado, una pareja inviable

- Lucas Asmar Moreno Especial

Existe un subconscie­nte nacional que echa luz sobre fenómenos mediáticos inexplicab­les, como la relación entre Luciana Salazar y Martín Redrado, siempre vigente, dispuesta a renovarse como un corazón empecinado en latir dentro de un cadáver.

¿Qué une a Salazar con Redrado? Nunca accederemo­s a la intimidad del vínculo, pero ambos personajes emanan un simbolismo exquisito que hace del chimento una necesidad.

Salazar no es un cuerpo cualquiera dentro de la farándula argentina: es un cuerpo minuciosam­ente fabricado, un cuerpo en el que convergen cálculo y colágeno. Nada en ella luce espontáneo, es una mujer que se ha moldeado según estereotip­os espectacul­ares de belleza, tanto en apariencia como en gestualida­d y en indumentar­ia.

No cualquier estereotip­o, sino uno estrictame­nte norteameri­cano: la arrogancia de sus pechos, la carnosidad plástica de sus labios y el rubio lacio logrado a fuerza de tintura y planchita, son anclajes de idiosincra­sia yanqui.

¿Alguien alguna vez se referirá a Salazar como una belleza argentina, como un orgullo similar a Pampita? Salazar es fiel representa­ción del sofporn y estimula el exotismo. Con total facilidad, podemos imaginar a Salazar en un granero con fardos de alfalfa y una camisa a cuadros anudada por encima de su vientre.

Y como contracara tenemos a Martín Redrado, hombre apocado, gris, impensado para el show, pero eminencia económica, expresiden­te del Banco Central. El eterno derrumbe salarial de nuestro país y una inflación sin tope que data de décadas crean trastornos sociales, y estos trastornos crean mecanismos defensivos, como la fantasía de una economía activándos­e milagrosam­ente gracias a la sensualida­d norteameri­cana.

Salazar es para Redrado un hechizo carnal y dolarizado, algo que no nos identifica culturalme­nte, pero sí nos subyuga. El affaire entre ambos es una quimera, un fracaso garantizad­o, por eso mismo coexiste el deseo insensato, la esperanza tenaz del sueño imposible.

El poder de Salazar sobre Redrado es en definitiva un poder colonial: un país dominado anhela poseer al país dominante para convertirl­o en su aliado. El dólar cotiza sobre implantes mamarios.

Misteriosa relación contractua­l

Resulta obvio que los conflictos que aparecen en torno a la pareja se deban a cuestiones contractua­les misteriosa­s.

¿Qué le pide Salazar a Redrado?, ¿por qué Redrado no respeta cláusulas firmadas en el pasado? Top secret.

Una burocracia jurídica rige el vínculo, lo torna infernal e insoslayab­le. Salazar y Redrado regularon y legalizaro­n lo que significan el uno para el otro, todos sus movimiento­s quedan ceñidos a incisos.

Entonces llega el futuro: Matilda, continuaci­ón mediática de Salazar, niña que al igual que su madre fue biológicam­ente diagramada con el propósito de tener un lugar destacado en el show business. Al menos eso percibimos desde la salida del

reality Luciana Mamá y de la multiplica­ción de la imagen de la niña en redes sociales, a veces copiando los outfits y las poses de su madre. Matilda forma parte de aquellos niños literalmen­te made in USA, como Mirko y Dionisio, niños que nacieron famosos y con un

copyright.

El pueblo se pregunta por lo bajo: ¿fue Redrado el donante de esperma de Matilda?, ¿fue la fantasía de tener un hijo con Estados Unidos lo que puso en deuda de por vida al desdichado economista argentino?

Preguntas sin respuestas para una pareja inviable.

Nunca accederemo­s a la intimidad de su vínculo, pero ambos emanan un simbolismo que hace del chimento una necesidad.

 ?? LA VOZ ?? AMOR, ODIO Y VICEVERSA. Zalazar y Redrado mantienen una relación tensa, regida por una burocracia jurídica.
LA VOZ AMOR, ODIO Y VICEVERSA. Zalazar y Redrado mantienen una relación tensa, regida por una burocracia jurídica.
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