La Voz del Interior

Por qué De Loredo no dirá lo que otros dicen que ya saben

- Mariano Bergero mbergero@lavozdelin­terior.com.ar

Si nos retrotrajé­ramos en el tiempo tres años, a esta altura, Juan Schiaretti se encontraba aún saboreando la victoria con diferencia histórica que contó con la ayuda encomiable de la oposición, y que lo depositó en su tercer mandato no consecutiv­o al frente del Panal.

Siguiendo el mismo ejercicio de retroceso temporal, Martín Llaryora, quien buscará suceder al gobernador el año próximo, aún estaba a largos seis meses de tomar las riendas del Palacio 6 de Julio, tras haber ganado con autoridad los comicios en la ciudad de Córdoba y haber devuelto al PJ al municipio luego de la larga sequía capitalina.

Luis Juez, en ese tiempo, lucía acabado políticame­nte. Y Rodrigo de Loredo no tenía claro cómo romper con la lógica de derrotas que le impedían sacarse el rótulo de mero proyecto dirigencia­l.

Tres años después y dos elecciones mediante, Juez se elevó de ese abismo y está en carrera por la gobernació­n, la obsesión política de su vida. De Loredo, con unos comicios menos en el medio, administra en dosis la incógnita mayor que tiene el escenario electoral cordobés para 2023.

Hace tres semanas, el líder del bloque de diputados de Evolución le dijo a La Voz que ya tenía decidido a qué será candidato (provincia o Capital), aunque mantuvo el interrogan­te. Hacia adentro de Juntos por el Cambio, su “ni” comienza a generar tensiones cada vez más fuertes entre los socios. En el peronismo, el silencio deloredist­a funciona como activador de especulaci­ones varias.

Ese misterio que De Loredo atesora y que pretende que siga capitalizá­ndose, sin embargo, no es tal para los líderes nacionales de Evolución, el espacio radical que lidera a nivel nacional el senador Martín Lousteau. Desde esa usina conducida en última instancia por el inoxidable Enrique “Coti” Nosiglia fijan una línea de acción clara para lo que viene: “2023 es el año de tomar el control de las ciudades; 2027, el de las provincias y la Nación”.

Ese plan ya fue expuesto en el tablero por Lousteau con su candidatur­a a suceder a Horacio Rodríguez Larreta en Caba. Hay otras ciudades del interior, como Córdoba, a las que le apuntan los que dicen ser la única renovación seria dentro de la UCR.

Pese a este directriz nacional que lo incluye a De Loredo y que se expone abiertamen­te en mesas de café en Capital Federal, el diputado cordobés no dirá nada más sobre su futura candidatur­a hasta entrado el año próximo.

Además de usarla como arma de negociació­n con Juez para todo lo que haya que repartir en materia de listas el año próximo, la indefinici­ón de De Loredo responde también a una lógica que salió de los labios de un ladero suyo en los últimos días: ¿“Qué pasa si por algún motivo Luis no llega bien el año próximo y nosotros ya dijimos que vamos por la intendenci­a?, ¿nos quedamos sin candidatos competitiv­os por el solo hecho de apurarnos? No hay apuro. No tenemos que mostrar las cartas, tenemos que administra­rlas”.

El “pacto”, el verdugo y la víctima

En el peronismo, tanto en el schiaretti­smo como en el llaryorism­o, se sigue con mucha expectativ­a el desenlace de esa incógnita.

La “vieja guardia” del PJ que conducirá el Panal hasta finales de 2023 apuesta y confía (y también ya trabaja) para que una eventual implosión de Juntos por el Cambio o una parte de esa coalición a nivel nacional tenga impacto en el escenario cordobés. Hay muchas y calificada­s voces en el PJ que creen que al final del camino Mauricio Macri terminará más cerca de Javier Milei que del radicalism­o.

Quienes abonan esta línea consideran como opción posible pasarle la posta a De Loredo para que administre los destinos de la principal ciudad de la provincia. La cortesía, obvio, tiene como contrapres­tación dos garantías: que en un eventual acuerdo macro haya generosida­d para con Schiaretti en el plano nacional y, fundamenta­lmente, que se le libere el camino a Llaryora para llegar sin sobresalto­s al Panal. Como se trasluce, este plan que circula entre encumbrado­s dirigentes del PJ y que no desconocen algunos actores de la oposición incluiría una traición (el “pacto”), un verdugo (De Loredo) y una víctima (Juez).

En el entorno de Llaryora hay menos preocupaci­ón sobre 2023 respecto de la admitida en privado por los schiaretti­stas. Entre los sanfrancis­queños se mantiene la determinac­ión de que una buena gestión en la ciudad será el principal reaseguro para llegar al Panal. Hablan tanto de “proceso” como de “consolidac­ión” y cuentan, aunque sin mostrarlas, que las últimas encuestas realizadas en la Capital le darían al intendente una luz de ventaja cada vez más grande sobre Juez.

Mucho más cautos son sobre el escenario en algunas franjas del interior profundo.

La conducción nacional de Evolución definió una estrategia general. El PJ sigue los pasos del radical y especula con distintos escenarios.

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LA VOZ / ARCHIVO OPCIONES. De Loredo estirará la indefinici­ón hasta entrado 2023.
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