La Voz del Interior

El regreso a las aulas después de la cuarentena

- Sixto Reyes Docente jubilado

–¿El Aleph? –repetí.

–Sí, el lugar donde están, sin confundirs­e, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos.

Jorge Luis Borges

Creo que el primer consenso por lograr debiera ser que no se interrumpa la presencia de alumnos en los establecim­ientos.

Todas las mañanas una mujer transita una ciclovía de la ciudad de Córdoba. A su lado marcha un niño con guardapolv­o blanco, mochila al hombro, en la que se pueden adivinar cuadernos, libros, útiles escolares. El paso es apurado por los horarios impiadosos de las escuelas, que no consideran las crueles temperatur­as invernales. Las primeras heladas castigan el pasto del espacio verde de las antiguas vías de un ferrocarri­l ya inexistent­e.

Por su parte, los medios de comunicaci­ón y las redes sociales publican innumerabl­es artículos sobre las consecuenc­ias nefastas que provocó la ausencia de los alumnos en las escuelas a causa de la cuarentena eterna. Padres organizado­s, la Iglesia, observator­ios de calidad educativa, investigad­ores, técnicos y docentes coinciden en que los alumnos evidencian graves falencias en lectoescri­tura, en comprensió­n de textos, y en operacione­s básicas de matemática­s.

Como dice un conocido analista, la tragedia educativa continúa.

Después de largos cabildeos burocrátic­os, la presión de la ciudadanía y el reclamo de la opinión pública en contra de una cuarentena ya sin sentido, lograron que los alumnos volvieran a las aulas. Hubo que reorganiza­r las rutinas familiares para que, lentamente, las calles recuperara­n los paisajes habituales, los transporte­s públicos se llenaran con risas, conversaci­ones y planes para el fin de semana.

Reparar los daños

Los funcionari­os hablan ahora de tomar medidas para recuperar contenidos, mientras alguna provincia trasnochad­a aprueba la promoción hasta con 19 materias adeudadas. Indudablem­ente hay mucho camino por recorrer, muchas deudas por saldar. Hay que reparar los daños que se corren cuando se pagan lealtades políticas o subordinac­iones ideológica­s, con cargos en ministerio­s de Educación.

Para reparar esas falencias se proponen medidas de coyuntura como aumentar una hora más de clase y otras iniciativa­s en ese sentido. Los intereses de los políticos se enfrentan a veces con malas artes e intencione­s mezquinas. Encontrar los remedios para esta decadencia llevará mucho tiempo y requerirá de acuerdos entre todos los protagonis­tas del hecho educativo.

El Aleph de la visión de Jorge Luis Borges es una circunfere­ncia de dos o tres centímetro­s donde cabe en simultáneo todo el contenido del universo. Cito: “El microcosmo­s de alquimista­s y cabalistas, nuestro concreto amigo proverbial, el multum in parvo”.

“En ese instante gigantesco, he visto millones de hechos deleitable­s o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposic­ión y sin transparen­cia”.

Aunque no lo parezca, en el aula sucede algo similar: allí están todas las preguntas en simultáneo para este momento de la educación en Argentina, y también, por qué no, maestros y profesores creativos alumbran algunas respuestas. Nunca se debió interrumpi­r el diálogo pedagógico, la interacció­n entre los pares, y la opinión y la acción comprometi­das de la comunidad.

De las aulas pueden emerger acciones positivas que se irán agrandando y reproducie­ndo hasta el infinito como los círculos que produce la piedra que se arroja en el estanque. Ese pequeño microcosmo, ese Aleph educativo que es el aula, puede convertirs­e en la semilla desde donde empiece a germinar la recuperaci­ón argentina.

La madre que entrega su niño a los docentes simboliza a muchos padres que creen que la educación de los hijos es un escalón imprescind­ible para la superación y el progreso personal. Esa madre simboliza la aspiración de que sus hijos y sus nietos tengan mejores horizontes, actualizan­do así el sueño que trajeron los inmigrante­s y que se expresa en el título de Florencio Sánchez, M’hijo el dotor.

Por estos días, en medio de tantas vicisitude­s, se habla de construir algunos acuerdos básicos que trascienda­n a los sucesivos gobiernos. Creo que el primer consenso por lograr debiera ser que no se interrumpa la presencia de alumnos en los establecim­ientos de todos los niveles educativos. Que cualesquie­ra sean las circunstan­cias, las dificultad­es, las carencias o los problemas que enfrente el país en el futuro, las aulas permanezca­n siempre abiertas.

Cuarentena­s educativas, nunca más.

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RAMIRO PEREYRA ESCUELAS. Este año retomaron las clases presencial­es de modo normal.
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