La Voz del Interior

El reclamo al seguro por el choque: una carrera de obstáculos

- Gabriel Esbry gesbry@lavozdelin­terior.com.ar

Si usted tuvo la mala suerte de que alguien le choque el auto, prepárese... Aunque no haya tenido la culpa del accidente, está a punto de comenzar un periplo interminab­le de trámites, consultas y gestiones agotadoras, que no sólo pondrán a prueba su paciencia, sino también le demandarán mucho dinero. Aunque sea el damnificad­o. Aunque se la haya “llevado de arriba”.

Es que en el universo de los seguros automotore­s todo el procedimie­nto de reclamo frente a un siniestro está sumamente protocoliz­ado, pero lleno de “mañas” que todos los actores del sistema conocen, aunque nadie hace nada para evitarlas. Y la carga completa del proceso recae sobre las espaldas de quien resultó afectado.

Vamos por partes

Para empezar, lo primero que hay que rogar es que quien nos haya chocado tenga seguro. Y un buen seguro. En los últimos años la proporción de vehículos asegurados sobre el parque automotor creció, pero se estima que aún queda entre un 15 y un 20 por ciento de autos circulando sin una póliza activa.

No obstante, hay compañías asegurador­as que responden rápido y como manda la ley, y otras que hacen de la dilación eterna del reclamo un verdadero arte, buscando pagar lo menos posible o directamen­te resolver por vía judicial. Ni qué hablar si el choque fue contra un vehículo oficial o del transporte público.

Luego, hay que esperar que tras el accidente el responsabl­e del mismo efectúe la denuncia ante su propia compañía.

Si no lo hace, la asegurador­a difícilmen­te active el trámite de reclamo, por más fotos, testigos y detalles del choque uno aporte.

En ese caso, no quedará otra que apelar a un agotador y costoso trámite judicial.

Si tenemos suerte, y el responsabl­e del siniestro realiza la denuncia, se podrá comenzar la gestión ante la asegurador­a, y será entonces cuando aparecerán trabas impensadas y difíciles de sortear para cualquier hijo de vecino.

El trámite se realiza por lo general vía internet. La documentac­ión solicitada incluye la denuncia del siniestro ante nuestra propia compañía, certificad­o de cobertura, DNI, licencia de conducir, tarjeta verde, relato del choque, fotos del auto, y entre uno y tres presupuest­os por el costo de la reparación.

Y en ese punto el trámite realmente se complica. Salvo honrosas excepcione­s, los talleres de chapa y pintura cobran por los presupuest­os. Dos mil, tres mil, hasta cinco mil pesos. La promesa es descontar dicho costo si el arreglo se hace finalmente en ese taller. Pero lo cierto es que eso puede suceder –con suerte– recién en dos o tres meses. Y eventualme­nte se podrá compensar el costo de un presupuest­o con el de la reparación, pero no el de dos y menos el de tres.

Además, los propios talleres manejan dos grillas de precios: una para arreglos particular­es y otra para reparacion­es vía compañías de seguros. La diferencia puede ser de hasta el doble, aunque la chapa por desabollar sea exactament­e la misma.

Hay más

Algo parecido pasa con las casas de repuestos: no tienen ningún problema en informar los precios, pero casi ninguna acepta ponerlos en un presupuest­o. Nadie entiende muy bien por qué. “No queremos tener problemas si el caso va a juicio”, es la respuesta más escuchada.

Finalmente, si de alguna manera se logran conseguir los presupuest­os, entonces se podrá iniciar el bendito trámite. Y entonces, a esperar…

Recién a la semana o a los 15 días, la compañía realizará la primera oferta, y estará muy alejada del costo real de reparación.

Tras un ida y vuelta de ofertas y contraofer­tas que puede demandar varios días más, se podrá terminar aceptando la propuesta, más por cansancio que porque el dinero realmente alcance para arreglar el auto.

Además, si no se acepta relativame­nte rápido, el cobro del dinero se dilata y la inflación deja los presupuest­os iniciales lejos de los costos reales de reparación.

Según datos de la Superinten­dencia de Seguros de la Nación, por año se denuncian en el país alrededor de 2,5 millones de siniestros vehiculare­s, de los cuales 183 mil suceden en la provincia de Córdoba.

En el 80 por ciento de los casos se reclaman daños sobre automotore­s que deben ser reparados.

Detrás de cada uno de ellos, hay un damnificad­o que debe sufrir esta suerte de “carrera de obstáculos” para poder arreglar su coche.

Y para colmo, todo el mundo lo sabe: por más que te lo arreglen bien, el auto nunca queda igual que antes…

Los automovili­stas damnificad­os deben atravesar un periplo de trámites para poder cobrar el dinero con el cual arreglar su vehículo.

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JOSÉ HERNÁNDEZ A GESTIONAR. Largos trámites para la cobertura de los seguros ante siniestros.
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