Los derechos vinculados a la salud menstrual, en un día
El costo de menstruar está en torno a los 5 mil pesos mensuales en insumos. Y aún hay muchas mujeres sin acceso a agua potable. Crecen las alternativas ecológicas a la toallita.
El 28 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Salud Menstrual, en el que se pretende mostrar la menstruación como un proceso biológico de las personas, sin estigmas o tabúes que generen en ellas miedo o vergüenza.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define este día como una oportunidad para adoptar medidas en programas a nivel global, nacional y local que colaboren en crear conciencia del rol fundamental que cumple la buena higiene menstrual para que mujeres y niñas alcancen su máximo potencial.
Por eso, que la higiene femenina esté garantizada es considerado un aspecto fundamental para la igualdad de género.
Asimismo, se busca concienciar sobre la incapacidad para costear los suministros menstruales necesarios para mantener la salud e higiene con dignidad en ciertas regiones.
En todo el mundo, 1.800 millones de personas menstrúan; pero a 500 millones se les niega el acceso a instalaciones seguras y a los productos sanitarios básicos que ayudan a manejar sus períodos saludablemente.
En el caso de Argentina, según el informe “Acceso a la gestión menstrual para más igualdad” del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) hay más de 12 millones de personas que menstrúan.
Por eso relegar el tema a lo privado solo contribuye a aumentar la brecha de género, social y económica, contribuyendo a la desinformación y a la vergüenza para las personas que lo transitan.
Según estimaciones de enero del 2022 de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género (DNEIyG) el costo anual de menstruar se encuentra entre 4.028 y 5.135 pesos, dependiendo de si se utilizan toallitas o tampones.
Si tomamos cifras de 2021, la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, estableció que en Argentina de 10 personas pobres, siete son mujeres.
Así, las políticas que disminuyen los precios y/o promueven la provisión gratuita de los productos benefician principalmente a los hogares más pobres e implican una mejora relativa de los ingresos.
En 2021, algunas zonas lograron la distribución gratuita de insumos. Tal es el caso de provincias como Tucumán, Buenos Aires, el municipio de Morón, la Ciudad de Santa Fe y la Municipalidad de San Rafael.
El acceso a servicios básicos como el agua es otro aspecto a tener en cuenta en la gestión menstrual. Algunas demandas básicas son el acceso a agua limpia, a elementos de higiene como jabón, instalaciones sanitarias que faciliten la privacidad de las personas y lugar para la eliminación de desechos.
Otra cara de los productos de gestión menstrual (PGM) descartables es que tienen un impacto ambiental negativo. Las toallitas y tampones están compuestos en un 60 por ciento de celulosa en copos, un material no biodegradable. Además. tanto su composición, como su producción y uso a gran escala contaminan e incentivan la deforestación.
En ese sentido, existen iniciativas recientes en torno al fortalecimiento de unidades productivas textiles en la producción de toallitas de tela reutilizables.
Afortunadamente, este tipo de producción muestra un impacto positivo, dado por el impulso del empleo y la autonomía económica de las mujeres, y por alentar una mayor oferta de PGM sostenibles en términos ambientales.
La menstruación como fenómeno inserto en la sociedad provoca desinformación, silencio, mitos, y estigmas.
Uno de los preconceptos que estigmatizan es la asociación de la menstruación con lo femenino. Hablar de varones trans y menstruación es fundamental para romper con la naturalización de que las personas menstruantes son diversas.
Además, la reproducción de estereotipos de la menstruación limita el acceso de las personas que menstrúan al ejercicio del derecho a la educación y el derecho a la salud.