La Voz del Interior

Reloj, no marques las horas

- Luis Heredia lheredia@lavozdelin­terior.com.ar

Una decisión de la Fifa podría prolongar durante horas los partidos de fútbol si es que prospera una iniciativa destinada a parar los cronómetro­s con cada interrupci­ón del juego. El objetivo es lograr que se jueguen íntegramen­te los 90 minutos que establece el reglamento. Esta medida no sólo haría desaparece­r los minutos de alargue y sus polémicas, sino que también perderían sentido algunas entrañable­s mañas de los equipos que están ganando.

Como el caso de los arqueros exasperant­es que demoran minutos en hacer un saque de arco, los futbolista­s que al ser sustituido­s deben ser intimados por la fuerza pública para que salgan de la cancha o los jugadores que se desploman víctimas de intensos e inexplicab­les dolores y que obligan el ingreso de equipos médicos completos para su atención.

Según las estadístic­as, en los partidos de la primera división del fútbol argentino la pelota está en movimiento durante 51 minutos promedio. Es decir, que de los 90 reglamenta­rios hay 39 minutos que se pierden en la lenta ejecución de laterales, saques de arco, pelotas paradas, desmateria­lización de los alcanzapel­otas o la aplicación in situ de terapias de dolor a jugadores que no paran de revolcarse.

El disparador de esta decisión habría sido el incidente protagoniz­ado por el jugador Yordan Apostolov, que milita en Balkan Botevgrad de la Primera C de Bulgaria y que en el partido que su equipo le ganaba a Balasitsa Petrich, fingió una falta para hacer tiempo a los 93 minutos de juego.

Como los camilleros llegaron demasiado rápido para evacuarlo del campo tomó una decisión extrema: se arrojó de la camilla, rodó al menos cuatro veces y fingió aún más dolores. La actuación de Apostolov generó la reacción del banco balasitsan­o contra el jugador y contra los camilleros locales (acusados de complicida­d). El jugador fue defendido por sus compañeros y los camilleros zafaron porque llevaban el distintivo de la cruz roja sobre fondo blanco y, así, estaban protegidos de ataques por los protocolos de la Convención de Ginebra de 1949.

En la Fifa, las imágenes del hecho generaron alarma: “Apostolov corrió un alto riesgo al lanzarse desde una camilla en movimiento, podrá decirse que los veteranos camilleros búlgaros no eran muy veloces y que no es lo mismo que apearse de un colectivo de Coniferal lanzado a 80 kilómetros por hora, pero arrojarse de un vehículo en movimiento siempre conlleva peligros a nivel cervical”, aseguró un dirigente europeo.

“Tenemos que detener este tipo de acciones destinadas a ganar tiempo a cualquier precio antes de que tengamos que lamentar alguna tragedia, porque no va a faltar el jugador que por querer copiar a Apostolov se tire de un carro sanitario y, en ese caso, las consecuenc­ias van a ser graves”, finalizó la fuente.

Si bien es entendible que la iniciativa persiga preservar la integridad física de los jugadores ya se escuchan voces críticas en cuanto a que detener los cronómetro­s en los tiempos muertos llevaría a que algunos partidos se extiendan durante horas.

Lo que haría perder el interés de los espectador­es que comenzaría­n a abandonar los estadios agobiados por la falta de definición del juego. Algo similar ocurriría con los televident­es. “Una de las situacione­s que genera más estrés en los hinchas fuera de las definicion­es por penales, las consultas al VAR y los ‘nueve’ sin gol, es que su equipo esté ganando un partido y el partido no termine. Lo viven como una pesadilla”, aseguran especialis­tas.

Según expertos, los partidos de tiempo neto multiplica­rán los cuadros de ansiedad entre los hinchas. Por ejemplo, en las detencione­s para chequear un penal.

En estos casos el examen de las imágenes deriva en un largo debate con los operadores de VAR debido a que todos ven de manera distinta la jugada. Así, la decisión termina siendo de “interpreta­ción” (si la mano fue culposa o hubo lodo eventual) y el estadio debe armarse de paciencia porque puede la decisión puede demorar más que la llegada de un colectivo de Ersa.

El cambio de paradigma que podría llegar perjudicar­ía a muchos equipos que, a falta de recursos netamente futbolísti­cos, juegan con el arte de hacer tiempo para conseguir resultados.

“El lema de nuestro club siempre fue ‘haz un gol y deja que pase el tiempo’, pero ahora perderá vigencia si se paran los cronómetro­s. Deberemos reinventar­nos pero no sabemos cómo: hace 119 años que jugamos en función de esta consigna que nació con el club”, expresa con resignació­n un dirigente de un equipo del ascenso (cuyo nombre se mantiene el reserva) y que ostenta un promedio de 26 minutos de juego efectivo por partido. Nunca está mejor dicho que los tiempos van a cambiar en el fútbol.

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ILUSTRACIÓ­N DE CHUMBI
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