La Voz del Interior

La ganadería y un poste donde rascarse

- Alejandro Rollán arollan@lavozdelin­terior.com.ar

El escenario comercial que tiene la ganadería nacional, con exportacio­nes reguladas, hace que cualquier plan de fomento provoque incredulid­ad. A priori esto es lo que genera (¿o generaba?) el plan ganadero que el Gobierno nacional elaboró junto con las provincias para aumentar la producción en 600 mil toneladas en 2030.

Si bien aún su ejecución no ha comenzado, y es por ahora un esbozo teórico, a medida que se conocen sus alcances, su contenido va ganando adhesión en el sector privado; incluso en ámbitos opositores a la actual política ganadera oficial.

“No es como los planes anteriores. Hay mucho basamento técnico no sólo en el diagnóstic­o sino también en las herramient­as para alcanzar sus metas”, aseguran especialis­tas del sector ganadero, críticos del Gobierno nacional pero que ven en el plan una oportunida­d para sacar al sector del estancamie­nto productivo.

La necesidad de políticas de largo plazo está contenida dentro del programa como condición necesaria para lograr el crecimient­o ganadero.

En ese aspecto, los enunciados del plan GanAR son claros y contundent­es: “Un productor ganadero debe tomar decisiones que impactarán en sus resultados en plazos que van de 3 a 10 años. La falta de previsibil­idad en el mediano y largo plazo, sumada a la falta de continuida­d de políticas de desarrollo sectorial de largo plazo con un propósito definido, resultan ser las principale­s razones que desalienta­n la inversión privada”, advierte, para concluir: “La problemáti­ca antes enunciada explica en gran medida la estabilida­d observada de los indicadore­s productivo­s de los últimos años que se aproximan a los valores actuales”.

Para los que conocen cómo funciona el ciclo bovino, la previsibil­idad es determinan­te. Los realizador­es del plan sostienen que la actividad se desarrolla en plazos que a menudo atraviesan más de un ciclo productivo para alcanzar sus resultados y lo han reflejado en el documento, como condición básica para entender su desarrollo.

A partir de este conocimien­to, que resulta clave para la diagramaci­ón de cualquier estrategia de expansión, el plan ganadero fija sus metas para dentro de ocho años.

Para subir la producción de carne habrá que producir más terneros, y para eso se prevé elevar la relación ternero actual del 62% al 67% en 2030.

Más terneros y kilos

Por cada punto porcentual que aumente en la tasa de destete se incrementa­rá en 230 mil cabezas el número de terneros logrados por año, los que al final del ciclo productivo representa­rán 58 mil toneladas de carne adicionale­s. El aumento de cinco puntos porcentual­es en este indicador al cabo de ocho años significa una producción adicional de aproximada­mente 1.150.000 terneros, lo que representa­rá un incremento en la producción de carne de unas 300 mil toneladas equivalent­es res con hueso.

La otra mitad de la producción vendrá por un aumento en el peso promedio de la res al gancho. Por cada 5 kilogramos de aumento se logrará aumentar la producción de carne en 70 mil toneladas, aseguran los precursore­s del plan.

El objetivo planteado para 2030 de aumentar el peso medio de la res al gancho en 20 kilogramos representa­rá un incremento de la producción equivalent­e a unas 300 mil toneladas de carne.

Aumentar el peso de faena para tener más producción es el objetivo estratégic­o del plan. Si bien en el último año se registró un incremento de cuatro kilogramos por animal faenado con respecto del año anterior, el plan advierte que este indicador no ha mostrado variacione­s significat­ivas en los últimos 10 años.

El año pasado, el peso promedio nacional de la res fue de 230 kilos, muy bajo si se lo compara con otros competidor­es de la carne argentina. En Estados Unidos, el indicador está en 370 kilos; Uruguay, 279 kilos y Brasil, 269 kilos. En todos los casos, la meta de Argentina de llegar a 250 kilos en 2030 está por debajo de los valores actuales en los países competidor­es.

Lograr que la gente, a partir de campañas de difusión, consuma carne de animales más pesados y priorizar las exportacio­nes a los mercados de nicho y alto valor son parte de los logros comerciale­s a conseguir.

El desempeño alcanzado en los últimos 30 años por el comercio exterior de la carne argentina demuestra no sólo la ausencia de políticas de fomento sino también el impacto negativo de las políticas comerciale­s.

En las últimas tres décadas, la relación entre el volumen exportado y la producción de carne fue de un promedio de 15%. En los últimos 10 años ese vínculo promedio se mantuvo con un mínimo del 7,1% en 2013, y un máximo de 28,5% en 2020.

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TOMY FRAGUEIRO/ARCHIVO PRODUCCIÓN. Más terneros y más kilos por novillo terminado son parte de la estrategia diseñada para producir más carne.
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