La Voz del Interior

El peón rural que es jefe comunal de su pueblo y que ahora cursa el secundario

Elías Oviedo tiene 39 años y fue elegido en 2021 en San Vicente (Traslasier­ra). Fue casi toda su vida cosechero de papa en su zona. En su gestión comunal, acaba de inaugurar un colegio para adultos en el pueblo, en el que además se anotó como alumno.

- Miguel Ortiz Especial

Elías Oviedo tiene 39 años y un pasado de esfuerzo y sacrificio. No muy distinto al de muchos de sus vecinos del pueblo de San Vicente, en la periferia del Valle de Traslasier­ra, bien al oeste del mapa cordobés.

En 2019, este hombre de rostro campesino cincelado a soles, fue noticia por ser el primer cosechero de papa que se convertía en jefe comunal. Este año, en tanto, trascendió porque se anotó como alumno en el mismo secundario que acababa de inaugurar en su pueblo.

“Quiero recibir el título de la secundaria que no tengo y dárselo a mi mamá. Dios quiera que ella viva, porque ella sola nos crió a los siete hijos que fuimos, siempre trabajando en la papa y en la casa, de sol a sol”, cuenta Elías a La Voz.

A 40 kilómetros al noroeste de Villa Dolores, y con unos dos mil habitantes, San Vicente es un centro importante de producción agrícola. Más cercano a los llanos riojanos que a las postales turísticas del valle de Traslasier­ra, el paisaje aquí está dominado por un monocultiv­o predominan­te: el de la papa.

“La primera vez que fui a la papa tenía 9 años; fui con mi mamá y mis hermanos, pero a la siesta hacía mucho calor, y yo ya estaba muy cansado”, relata. La madre heroica juntó ramas y armó una suerte de choza junto a un montón de papas, para que el niño hiciera una siesta.

“Vivíamos en una casa muy lejos del pueblo, sin agua ni luz, llevábamos el agua limpia en bidones caminando cada día tres kilómetros, cuando volvíamos de la escuela. Y a la noche comíamos iluminados por un mechero”, cuenta Elías sin pudores. “La cosa cambió cuando mi mamá compró un terreno en San Vicente, ahí ya estábamos al menos más cerca”, completa.

En la “lucha”

“Juntar papa” es uno de los trabajos más duros que aún quedan en el mundo rural.

El cosechero camina encorvado, por suelo removido, detrás de “la lucha”, que es la línea de papas desenterra­das que va dejando una máquina bajo una nube de tierra. Cada uno va llenando una canasta con tubérculos, que luego irán a una bolsa que se vuelve muy pesada. El trabajo es a destajo: se paga por bolsa cosechada, por lo que hay que empeñarse para que la jornada rinda.

Todo sucede bajo clima hostil: hay una cosecha en pleno invierno y otra en el verano tórrido. Los trabajador­es deben aprovechar las semanas de recolecció­n: para muchos es el único trabajo que tendrán en el año.

“A los 12 años me largué solo con mi hermano en la papa, ahí nos podía tocar en otro campo distinto al que estaba mi mamá; trabajábam­os todo el día y a la noche recién nos juntábamos; en ese tiempo el trabajo era aún más difícil, las bolsas eran de 50 kilos y ahora son de 20, y las papas salían más desparrama­das por la máquina”, explica el ahora jefe comunal.

Volver al pago

Elías terminó la escuela primaria a los 13 años. Empezó la secundaria en Villa Dolores, pero por problemas de salud y de economía debió abandonar. A los 15, viajó a la provincia de San Luis a cosechar papa. Fue la primera vez que salió de su zona.

Luego trabajó nueve años en una empresa vial, pero otra vez volvió a sus pagos, “y a la papa”.

Paperos. Aunque, en la región de Traslasier­ra, San Vicente está en plena zona papera, ya lejos de los paisajes idílicos y de la movida turística de otras zonas del mismo valle del oeste cordobés, la papa es ahí la actividad económica central.

Desde abajo

Elías, conocido como “Pelado”, se destacó siempre entre los suyos por su solidarida­d. Por eso no fue extraño que le propusiera­n sus compañeros del campo entrar en política. El pueblo de San Vicente venía de décadas de ser gobernado por miembros de una familia cuyo consenso estaba ya en crisis.

Desde los surcos, motivado por amigos, empezó a trazar su campaña. Un compañero le consiguió “el sello” de un partido. Otra amiga aportó dinero para la campaña. “Empezamos a trabajar, salí en positivo de entrada, y me fue bien”, recuerda ahora. Elías trabajó en el campo hasta días antes de asumir su función pública, el 10 de diciembre de 2019.

En abril pasado, junto a autoridade­s provincial­es, Elías inauguró un Cenma (Centro Educativo de Nivel Medio para Adultos) en su pueblo. Ahí nomás se inscribió en primer año y comenzó a cursar, de 19.30 a 23, junto a conocidos de toda la vida.

“Era una deuda que tenía conmigo mismo. Pero a todos nos sirve, la educación nos puede sacar de la pobreza”, enfatiza, cada vez más convencido.

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LA VOZ TRANSERRAN­O. Elías Oviedo en la geografía donde nació y vive, al oeste de Traslasier­ra, en una zona donde la papa manda.

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