Talleres y Colón se tienen ganas porque saben que pueden vencerse
Talleres y Colón festejaron al mismo tiempo su condición de rivales en los octavos de final de la Copa Libertadores de América. Celebraron su posible condición de cuartofinalistas, al considerase mutuamente accesibles, posibles, vencibles.
Ese pensamiento, aunque sea ofensivo para el otro, está ligado con la realidad: si antes del sorteo a un hincha de Talleres le preguntaban qué rival prefería, hubiera nombrado, además de a uno o dos equipos más, al conjunto sabalero; y si el consultado hubiera sido un simpatizante del “Negro”, seguramente los albiazules estaban en la lista de los elegidos.
Para explicar el contexto de este duelo hay que destacar que Colón vive el mejor momento deportivo de su historia. Su subcampeonato en la Copa Sudamericana en 2019 fue la antesala de su vuelta olímpica como campeón de la Superliga en 2021. Un verdadero batacazo. Talleres, por su parte, en poco más de seis años, ya ha incursionado en las altas esferas de los torneos locales, ha sido subcampeón de la Copa Argentina y tras casi dos décadas de ausencia, ha tenido competencia internacional antes de la experiencia que está cursando. En tiempos anteriores a esta época de bonanza, ambos clubes sufrieron debacles institucionales, económicas y futbolísticas parecidas, que los llevo a cursar materias de segunda y hasta de tercera categoría.
La actualidad los enfrenta porque Colón ganó su grupo y Talleres escoltó a Flamengo en el suyo. Cuando falta un mes (una eternidad) para que se enfrenten, los interrogantes en Córdoba y en Santa Fe pasan por saber qué jugadores de los que terminaron de disputar la fase de grupos estarán presentes, quienes ya formarán parte del pasado, y sobre todo cuáles serán los refuerzos para ir por más en el principal torneo de clubes de América. En síntesis, los hinchas querrán ver en el campo de juego versiones mejoradas de las que observaron hasta hace poco más de una semana.
Colón, que hace ocho años descendía de categoría, mira desde su pedestal de reciente y orgulloso campeón (el próximo 4 de junio se cumplirá un año de su logro) cómo podría disolverse su medio campo completo con las partidas de Alejandro Lértora, Lucas Bernardi y Rodrigo Aliendro, y cómo Marcelo Gallardo haría valer una cláusula del contrato a préstamo de Lucas Beltrán para reincorporarlo al plantel de River Plate antes del 30 de junio. Sin dudas, bajas muy importantes.
Talleres, de rasparse las rodillas al ir de caída en caída en el ciclo de Guillermo Hoyos, ingresó en una etapa de mayor estabilidad y de mejores propuestas. La llegada de Pedro Caixinha parece haber tenido un efecto positivo en el plantel, que evitó el último puesto en su grupo en el reciente certamen local y que compitió, más que dignamente en la fase de grupos de la Copa Libertadores.
Sin embargo, en barrio Jardín parecen ser conscientes de que faltan un par de aportes de jerarquía para dar el salto de calidad que le permitiría tener más chances de eliminar a Colón y enfrentar a River Plate o Vélez Sársfield en cuartos de final, y de mejorar su performance en la próxima Copa de la Liga Profesional para tener alguna posibilidad de clasificar a certámenes internacionales en 2023.
Un equipo con la fortaleza anímica que mostró en sus últimos partidos, con un orden táctico más afianzado y sostenido a modo de columna vertebral por Guido Herrera, Rafael Pérez, Rodrigo Villagra y el revulsivo que representa Matías Esquivel, ya sea como titular o suplente, más los chispazos intermitentes de Federico Girotti y Michael Santos, puede aspirar a más si quienes se acoplen como nuevos aportes le dan el juego y la creatividad que necesita para darle más chances de triunfo al equipo. Eso es lo que espera su gente para vivir otras alegrías
Talleres, de rasparse las rodillas en el mal arranque del ciclo de Hoyos, pasó a tener una estabilidad que le sostiene los anhelos.