La Voz del Interior

Hinchadas. Movilizaci­ones masivas de equipos cordobeses

Las redes se inundan de fotos con las convocator­ias masivas de los cordobeses, como la reciente de Belgrano en La Rioja. Historias y números para repasar a pura pasión.

- Gustavo Farías gfarias@lavozdelin­terior.com.ar

Los hinchas cordobeses están en campaña. Belgrano, Talleres, Instituto y hasta Racing se han empeñado en ofrecer esas postales multitudin­arias que hicieron hablar al país en los ‘70, y que ahora volvieron a tomar vida gracias a convocator­ias desbordant­es a las que también les han agregado el “cotillón”. La excursión de Belgrano a La Rioja fue un suceso difícil de imaginar. No tanto por la cantidad –20 mil almas–, sino por las circunstan­cias en que generó tamaña concurrenc­ia: un partido por 32avos de final de Copa Argentina, ante un rival sin demasiado cartel (Platense) y, especialme­nte, porque se sabía de antemano que el técnico Guillermo Farré alinearía a varios suplentes en un equipo alternativ­o.

Pero, de un tiempo a esta parte, la hinchada está empeñada en ser protagonis­ta. Por eso, el rival o la sede del encuentro no tienen la relevancia ni la trascenden­cia que le indica la lógica. No importa quién, dónde ni cuándo. Hay que estar y hacerse notar. Una década atrás, sin esta saludable competenci­a de fuerzas en la que están inmersas las hinchadas, un Platense-Belgrano en idénticas circunstan­cias hubiese requerido, a lo sumo, tres o cuatro colectivos para trasladar a los “incondicio­nales”. Este miércoles feriado, en cambio, el club fletó unos 160 ómnibus, a los que se sumaron varias combis y autos particular­es que debieron desembolsa­r unos 8.000 pesos de nafta para cubrir los 900 kilómetros que demanda un ida y vuelta a La Rioja.

Semana a semana las redes se inundan de fotos con las convocator­ias masivas de los equipos cordobeses. De local y de visitante. El paréntesis y la abstinenci­a impuesta por la pandemia potenciaro­n el fenómeno y, también, la competenci­a. Ninguno quiere ser menos que el otro.

Belgrano, que en 2011 llevó 2.500 hinchas al recordado ascenso en el que bajó a River (era el cupo asignado), había impuesto el récord de visitantes cordobeses al extranjero cuando metió 4.000 hinchas en la Sudamerica­na 2016, ante Coritiba.

Tres años más tarde, Talleres se superó y en 2019 trasladó unos 4.200 fanáticos a Chile para un partido clave con Palestino. En sus últimas incursione­s internacio­nales, la “T” llevó 2.000 al Maracaná y unos 500 se hicieron presentes en Lima (vs Sporting Cristal) y el martes en Santiago para el cotejo ante Universida­d Católica. Talleres también sumaron 11 mil hinchas el año pasado en la final jugada ante Boca, en Santiago del Estero, y una cifra similar en 2004, en una visita al mismo rival, cuando llegó como líder del Clausura.

Instituto tiene su mejor marca con los 9.000 que llevó al Monumental el día del ascenso del ‘99, contra Chacarita. Los viejos hinchas de la Gloria también recuerdan un éxodo importante a Rosario, para el Nacional ‘79, cuando 5.000 hinchas se llegaron al Gigante el día de la clasificac­ión a la fase final del torneo. En 2012, el equipo de Paulo Dybala congregó otros 6 mil para visitar a River en Núñez.

Racing, en menor medida, también hizo su aporte en los últimos meses. El año anterior, en la definición del Federal A, hizo viajar a 2.500 hinchas a Sarandí para definir el título ante Madryn. Un par de semanas más tarde elevó sus fieles a 4.000 para el duelo decisivo ante Chaco For Ever, en Santiago del Estero. Por Copa Argentina, el 13 de abril pasado, llevó más de 2.000 hinchas a San Luis para jugar contra San Lorenzo.

El fenómeno de los ′70

Cuando en 1967 la AFA “descubrió” que el interior era parte integrante del territorio argentino, el fútbol provincian­o comenzó a poblar estadios de todo el país. Belgrano hizo la punta con la famosa barra de los Piratas durante el Nacional de 1968. Los estadios porteños comenzaron a poblarse de tonada cordobesa, pero en 1974 hicieron explosión con el fenómeno de Talleres, apoyado también en el magnetismo de un gran equipo que comandaba Ángel Labruna.

El 15 de septiembre de ese año, los albiazules, líderes de su zona, visitaron a River en cancha de Racing y coparon el Cilindro. Hubo entre 15 y 20 mil tallarines que le dieron al equipo un marco de local a pesar de la magnitud del rival enfrentado.

La revista El Gráfico le dedicó su portada y encabezó su editorial diciendo que “El domingo se produjo un hito en la historia del fútbol argentino. Un equipo del interior –Talleres de Córdoba– desplazó 15 mil personas a través de 700 kilómetros, convirtién­dose en protagonis­ta de un partido cuya recaudació­n alcanzó casi los 50 millones de pesos”, sostuvo el artículo firmado por Fontanarro­sa. El fenómeno curó temporalme­nte la ceguera metropolit­ana: “Este hecho demuestra que en el interior existen las fuerzas vitales y renovadora­s que nuestro fútbol necesita”, sostenía el semanario.

Eso sí, la hinchada cordobesa no tenía por entonces varios de los vicios modernos. “Cuando los simpatizan­tes de River quebraron el silencio en procacidad­es, Talleres –su público– respondió con mesurada reprobació­n, eludiendo la provocació­n y ensordecie­ndo con canciones coloridas, vivaces, positivas, ciertas”, decía El Gráfico. Ese día, Talleres y River igualaron 1-1, mientras que en Alberdi Belgrano jugó ante Boca también a estadio lleno y con un hecho que hoy suena irreal: se gritó como propio el gol de Talleres. En aquellos años, la consigna generaliza­da era apoyar a los representa­ntes cordobeses más allá de la camiseta que vistieran. Los de Talleres gritaban por Belgrano y viceversa. Pero también aparecían en el juego los de Instituto, Racing, Juniors, Peñarol, Lavalle...

Ya en los ‘80, aquellos que alimentaro­n eso de gozar con la “desgracia ajena”, rompieron el molde. Sin títulos de los cuales poder presumir, los valores se trastocaro­n y la cuestión enseguida se dio vuelta como un panqueque: empezaron a festejarse los goles de los otros y a regocijars­e de la frustració­n del vecino.

Ahora, sin limar esa rivalidad irracional, las y los hinchas están distraídos en algo más sano: en tratar de demostrar quién es el dueño del aguante. Pero la cuestión no pasa sólo por hacer número, también cuenta el ingenio, la superación de la adversidad. El objetivo es demostrar que uno es de primera, por más que el equipo juegue en otra categoría que no se condice con la de su hinchada.

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LA VOZ TALLERES. Haciendo historia en Brasil, en San Pablo y en el Maracaná.
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RACING. Y sus clásicas movidas para seguir al equipo en el último Federal A.
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INSTITUTO. Con acompañami­ento masivo en el ascenso del ‘99.
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BELGRANO. Y su gente con más de 20 mil personas en La Rioja.

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