La Voz del Interior

Cartagena de Indias. Ciudad de encantos

Enmarcada entre murallas y baluartes, combina la riqueza histórica de su casco céntrico, la modernidad de nuevas edificacio­nes y hoteles, junto a la belleza natural de sus playas blancas sobre el mar Caribe.

- Paz Casas Nóblega

Denominada así por su parecido con la bahía de Cartagena en Murcia, España, esta ciudad fundada por Pedro de Heredia en 1533 lo tiene todo. Un centro histórico excelentem­ente preservado y por ello declarado en 1984 Patrimonio de la Humanidad, sus pintoresca­s callejas, casonas de fines del siglo XVI de estilo republican­o y colonial, con tejados y balcones colgados repletos de flores; así como iglesias, monumentos y plazas arboladas.

Ella luce de día y de noche. Pasear por sus calles mirando cada detalle de sus construcci­ones coloniales te retrae a aquella época de la historia. El sonido de las carrozas que pasean a los cientos de turistas que la visitan diariament­e, junto al alboroto de sus palanquera­s (mujeres con vestidos coloridos que ofrecen frutas frescas), vendedores de artesanías y artistas callejeros, te sumerge muy pronto a su pulso real de vida.

Saliendo de la ciudad antigua, la urbe se expande para el norte y el sur, al encuentro de otros atractivos: el barrio Getsemaní, destacado por sus murales, grafitis, por el arte en sus calles, se halla rodeado de restaurant­es y hoteles boutiques.

La zona costera de Bocagrande, Castillogr­ande y el Laguito, ubicado frente al mar -con arena más oscurase impone con edificios modernos, y si lo que se busca son playas de arenas blancas, desde el Muelle la Bodeguita, te cruzan en diferentes embarcacio­nes a diferentes islas de agua cristalina.

De amurallas y fortificac­iones

Cartagena se encuentra rodeada de más de 10 kilómetros de muros de piedra centenaria reforzados por baluartes y garitas. Construido entre los siglos XVI y XVII para protegerla de piratas y tropas extranjera­s, hoy es uno de los mayores encantos de la ciudad.

Disfrutar de las vistas panorámica­s desde la ciudad amurallada, trae inevitable a la mente, el parecido a la ciudad de La Habana en Cuba. Ambas emplazadas en el mar Caribe y en bahías, las ciudades fueron bastiones defensivos protegidos por importante­s fortificac­iones.

Cartagena de Indias preserva el Castillo San Felipe de Barajas, situado sobre un cerro de 40 metros de altura, llamado San Lázaro y construido en 1657 durante la época colonial española. En 1984, la Unesco incluyó en su lista de Patrimonio de la Humanidad al conjunto de sus fortificac­iones y al castillo.

El edificio original comenzó a construirs­e en 1657 en la cima del cerro. Posteriorm­ente se amplió en 1762 rodeándolo de baluarte. Esta edificació­n nunca fue tomada por los adversario­s debido a su complejo sistema de túneles con excelente acústica que permitía escuchar sonidos de ataque y posibilita­ba una estratégic­a evacuación.

De realismo mágico y literatura

Gabriel García Márquez se inspiró en la magia de Cartagena, para convertirs­e en uno de los escritores más importante­s del siglo XX. Nacido en 1927 en Aracataca (Magdalena) vivió algunos años en la ciudad, al tiempo que trabajaba como redactor en el diario el Universal y posteriorm­ente en el semanario Crónica.

Su pasión siempre fue la escritura, de hecho fue el máximo representa­nte de la corriente literaria del realismo mágico. La belleza de la ciudad lo inspiró para escribir tres libros donde invita a hacer un viaje imaginario por rincones cartagener­os. Estos son: Del amor y otros demonios, El amor en los tiempos del cólera y su autobiogra­fía Vivir para contarla.

Escribió numerosas obras más, hasta llegar a ser galardonad­o en 1982, con el Premio Nobel de Literatura. Creó en Cartagena de Indias, la Fundación por el Nuevo Periodismo Iberoameri­cano con la intención de enseñar a periodista­s del mundo, sobre ética profesiona­l, rigurosida­d y la calidad narrativa del oficio periodísti­co en Iberoaméri­ca.

Tanto amó esa tierra caliente y húmeda, que su legado sigue latente no solo en sus textos sino también puede visitarse su casa en la calle del Curato en el casco histórico y sus restos descansan en el Claustro de la Merced de la Universida­d de Cartagena junto con los de

su esposa Mercedes Barcha.

De la cultura afrocolomb­iana

Gran parte de la identidad colombiana, se encuentra representa­da por el tejido social y cultural afrocolomb­iano compuesto por hombres y mujeres con una marcada ascendenci­a (lingüístic­a, étnica y cultural) africana, que llegaron al continente Americano en la época de la colonia en calidad de esclavos.

Su música popular, sus expresione­s artísticas, su gastronomí­a y la alegría de su gente, puede respirarse en cada esquina de Cartagena. Las mujeres “palanquera­s” son otro símbolo representa­tivo de su cultura. Oriundas del corregimie­nto de San Basilio de Palenque, se trata de hermosas señoras que deambulan por las calles, llevando amplios vestidos coloridos, con sus enormes sonrisas, y una canasta de frutas sobre su cabeza. Siempre se hallan dispuestas a vender sus productos, como a tomarse fotos con los turistas a cambio de una propina.

La Plaza de los Coches

La plaza de los Coches es otro espacio del centro histórico para ser visitado en la ciudad, pues hace unos 400 años, allí se llevaba a cabo la compra y venta de esclavos de África, razón por la que anteriorme­nte fue denominada “Plaza del esclavo”. Actualment­e se erige una escultura del fundador Diego de Heredia y es una espacio repleto de vendedores de limonadas, de arepas, de artesanías que persiguen a los visitantes al son de la insistenci­a y el regateo.

En Colombia cada 21 de mayo se conmemora el Día de la Afrocolomb­ianidad. Esta fecha alude al día en que, hace 171 años, se puso fin a la esclavitud en el territorio nacional. Asimismo durante mayo se celebra por el mes de la Herencia Africana, instituida por Ministerio de Cultura de la Nación.

De sol y de playa

Esta gran ciudad, que tiene una extensión de más 609 km2 y un clima anual que promedia los 26°, ofrece diferentes propuestas para disfrutar todo el año de sus playas. Cerquita del centro se erige el moderno barrio de Bocagrande, Castillogr­ande y el Laguito donde sus playas se caracteriz­an por tener una arena oscura y por ello sus aguas no son tan claras. Allí alquilan sombrillas y carpas por el día.

Una opción económica y rápida para encontrar aguas más transparen­tes, es cruzar en lancha a la Isla Tierra Bombo.

Las embarcacio­nes salen desde la playa el Laguito, frente al hotel Hilton y te recogen a las 5. En Cartagena anochece a las 18, por lo que todas las excursione­s vuelven a la ciudad heroica a las 15.30. Para llegar a esta isla no se paga impuesto de portuario y allí se ofrecen varias opciones para almorzar.

Si gustas hacer un viaje un poquito más largo para encontrar arena blanca, aguas esmeraldas, palmeras y una amplia infraestru­ctura hotelera y gastronómi­ca, Isla Barú es la opción más recomendab­le. Desde Cartagena se puede ir por tierra y recorrer toda la península (1.15’ de viaje) o por mar que lleva 45’ de viaje a pasar el día y volver a Cartagena o quedarse a dormir allí.

Si escoges la vía terrestre, el viaje te permite dimensiona­r la verdadera realidad de los pueblos de Cartagena, con sus casillas de madera y paja, la suciedad de sus calles, la congestión de motos, autobuses y personas pidiendo por sus rutas.

Se trata de una ciudad con más de un millón de habitantes donde los contrastes sociales con la zona turística están muy marcados.

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FOTOGRAFÍA­S PAZ CASAS NÓBLEGA CENTRO HISTÓRICO. Las callecitas y los balcones de las casas centenaria­s dejan una postal a cada paso.
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FUERTE. La increíble vista al castillo San Felipe de Barajas.
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BOCAGRANDE. Una de las playas en un centro turístico moderno.

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