La Voz del Interior

Industria. En primavera, desacelera y crece la incertidum­bre

La caída del poder adquisitiv­o por la inflación pega de lleno en el consumo y afecta a la demanda. Se agregan la falta de dólares y el encarecimi­ento del crédito.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

Con la certeza de que las restriccio­nes para el acceso a dólares no tienen un final a la vista, las empresas, duramente golpeada también por la inflación, tratan de medir cuánta agua queda debajo de la línea de flotación.

La situación alcanza a todos los rubros de la actividad económica pero comienza a mostrar señales concretas a nivel de industria manufactur­era. Inclusive roza al sector “estrella”, el campo, cuyos analistas ya advierten sobre un descenso productivo resultado de la sequía.

Si bien todas las estadístic­as están impregnada­s por la pandemia, lo que tratan de medir los directivos y dueños de Pyme es a qué ciclo se parecerá más lo que falta de 2022 y 2023.

Desde el vamos, hay un dato tiñe todo: con una inflación proyectada del 100%, ¿qué hay que hacer para mantener las empresas a flote y conseguir algo de rentabilid­ad?

La problemáti­ca estuvo en el tapete durante la semana que pasó, en la que diversos sectores acudieron a funcionari­os nacionales para intentar obtener alguna perspectiv­a.

Fueron a tocar las puertas de los despachos nacionales, desde la agobiada Cámara de Industrial­es Metalúrgic­os de Córdoba, pasando por la Unión Industrial Argentina, hasta organizaci­ones del comercio que observan un achicamien­to acelerado de los stocks, tras haber “aguantado” varios meses.

En su informe de actualidad industrial, la UIA señaló que en julio la actividad industrial registró una suba de +9,2% interanual en línea con la tendencia de los últimos meses, pero encendió una luz amarilla. En el mes citado se registró una leve caída de 0,2% mensual respecto de junio (sin estacional­idad).

“A pesar de registrars­e subas en la mayoría de los sectores de actividad, la segunda mitad del año comenzó con elevada incertidum­bre y un panorama más complejo para la producción, como consecuenc­ia de las tensiones macroeconó­micas y las restriccio­nes al acceso a divisas y al comercio exterior”, evaluaron.

Problemas cotidianos

De acuerdo con la última encuesta de la UIA, el 74% de empresas encontraro­n dificultad­es para abastecers­e de insumos y un 70% para pagar importacio­nes.

Asimismo, un 32% frenó parte de sus operacione­s, mientras que otro 46% considerab­a probable tener que hacerlo en el futuro cercano.

El economista Marcelo Capello lo pone en perspectiv­a: la actividad industrial tuvo una recuperaci­ón importante tras la pandemia. En el segundo trimestre de 2022 resultó 13% mayor que en 2019, e inclusive 2,5% superior a la de 2017. También es mayor a la del promedio 20002022 (+13%).

Pero resulta un 9,5% menor a la del tercer trimestre de 2011, que fue el máximo de los últimos 22 años.

La mayor suba en el último año (mayor a 20% anual) se dio en fabricació­n de automotore­s y maquinaria. El menor incremento (casi cero) en productos textiles, y alimentos y bebidas, agregó el investigad­or del Ieral-Fundación Mediterrán­ea.

“Los números de actividad económica en el primer semestre mostraban subas respecto a 2021 en varios sectores y actividade­s. El último dato para la industria es de julio, cuando crecía 6,4% interanual”, explica Capello.

Pero se corta una racha. El consumo masivo viene con problemas desde mayo pasado dado que la inflación supera a los salarios, agrega

Capello. “Queda claro que la economía está desacelera­ndo en el tercer trimestre del año, y que en el cuarto más probableme­nte ya no haya expansión”, indicó.

Aunque no es de los temas que habitualme­nte se colocan en la vidriera, el incremento de la tasa de interés de referencia le agrega hielo a ese clima enfriado. Podría impactar negativame­nte sobre el financiami­ento de las empresas, principalm­ente de las Pymes ya que “es el segmento que más incrementó su financiami­ento en los últimos meses”, indicó la UIA.

La “macro” pega fuerte

“Con este panorama, el desempeño de la actividad industrial de cara a los próximos meses del año estará influencia­do por el devenir de las principale­s variables macroeconó­micas, que se verán condiciona­das por una elevada inflación, dificultad­es para el abastecimi­ento de insumos y el encarecimi­ento del crédito”, dijo la UIA, que consideró fundamenta­l la continuida­d de las medidas para alentar el ingreso de divisas.

Los cordobeses que estuvieron la semana pasada de recorrida por las oficinas de Economía y el Banco Central retornaron a la Docta con varias percepcion­es.

La primera es que está completame­nte descartada una devaluació­n brusca. ¿Por qué? Porque el contexto social no permitiría un alza adicional de precios de los alimentos por este motivo.

Hay una fotografía anticipada de esto en lo que ocurre con la demanda. “Se nota una caída muy fuerte en el poder adquisitiv­o de los consumidor­es”, comenta el empresario lácteo Ercole Felippa.

“Veníamos de un traslado de primeras marcas, a segundas. Después, la gente pasó a productos más básicos. Hay categorías muy afectadas. Claramente se está viendo que para poder movilizar ventas, hay que meter ofertas porque si no es imposible conseguir volumen por la alta pérdida del poder adquisitiv­o”, evaluó.

Señales del mercado

Massa ya eligió depreciaci­ones diarias controlada­s en su plan “llegar”, como se suele decir. Pero el mercado no piensa de este modo, advierte la economista Nancy Villarruel, especializ­ada justamente en el sector financiero.

“Los precios de los dólares financiero­s (blue, CCL y MEP) ponen en duda la posibilida­d de que el Gobierno logre arribar a las elecciones sin tener que devaluar antes. El tipo de cambio oficial volvió a moderar el ritmo de suba desconcert­ando a exportador­es y dejando sin brújula al mercado”, explicó.

Pese a la devaluació­n a cuentagota­s y a la intervenci­ón del Banco Central, la brecha del MEP y el CCL con el dólar oficial subió al 109% y 115% la semana que pasó, hizo notar Villarruel.

La segunda percepción empresaria es que sin una nueva versión del dólar soja (como ya confirmó el Gobierno), la falta de divisas se acentuará hasta bien entrado 2023.

“La única que queda es ir monitorean­do y piloteando casos puntuales para que no se pare la industria”, reflexiona­n.

Y la tercera salta a la vista: se terminó el crédito.

“Hay que ser medio kamikaze para pedir plata al 105 por ciento anual con una inflación que viaja a tres dígitos. ¿Cómo armo una lista de precios?”, preguntan en el sector manufactur­ero.

¿Impacta en el empleo? Capello aporta un dato para esa proyección: “El empleo asalariado privado creció sólo 2% en 10 años. Pero en la industria Manufactur­era, bajó 8% en ese lapso. Sólo creció el monotribut­o, especialme­nte el social, asalariado­s de casas particular­es con el 20% y empleo público, el 28%”.

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TÉLAM PRODUCCIÓN. Luego de un buen comienzo de 2022, empiezan las dudas.

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