La Voz del Interior

Si falta combustibl­e, crece la incertidum­bre

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La escasez de gasoil para el transporte de carga sigue afectando a gran parte del país. Las autoridade­s del sector energético implementa­ron, hace unos meses, medidas temporales de emergencia y especularo­n con una pronta solución por un aumento de la importació­n y una disminució­n de la demanda.

La realidad es que los camiones aún tienen problemas para abastecers­e, sobre todo en zonas alejadas de los grandes centros urbanos.

A fines de 2021, el Gobierno nacional recibió varios informes que proyectaba­n una importante falta de gasoil para este año. Sin embargo, nada se hizo. La crisis se precipitó hacia marzo y alcanzó su pico más dramático en junio, cuando se paralizó casi por completo el transporte de carga. Hubo miles de camiones varados al costado de las rutas.

La entrada de carga a los puertos se redujo en un 80 por ciento. Y las protestas de los camioneros sólo se diluyeron tras una inconcebib­le tragedia: por sortear un piquete, un transporti­sta fue perseguido por un grupo de manifestan­tes que apedrearon su vehículo. El conductor perdió el control, volcó y falleció.

El Gobierno sostuvo que en julio todo volvería a la normalidad. Promediamo­s septiembre y el abastecimi­ento sigue siendo crítico. La entidad que agrupa a las empresas transporti­stas de carga hizo un relevamien­to en varias rutas de una amplia región del país: detectó que hay oferta nula o restringid­a de gasoil grado 2 (el que usan casi todos los camiones) en el 56 por ciento de las estaciones de servicio. Para ser gráficos, en una de cada dos estaciones, no pueden adquirirlo normalment­e.

Pero, además, está la cuestión del precio, que sigue las lógicas del mercado. Cuanto más barato es el gasoil, más cuesta encontrarl­o. Donde hay cupo de carga, el precio es un poco más elevado. Las que tienen libre disponibil­idad lo venden más caro.

La diferencia entre el más barato y el más caro puede ser de 40 pesos por litro.

Cada 400 litros de carga –que, en promedio, consume un camión cada mil kilómetros–, la diferencia de precios implica un costo adicional de 16 mil pesos. Pero si se paga algo menos en las estaciones con cupo, hay que esperar hasta el día siguiente para completar la carga, y esas horas perdidas también representa­n un costo extra. ¿Cómo se hace entonces para presupuest­ar un viaje?

Cuando la incertidum­bre manda, la actividad económica se torna inestable y a cada uno de los actores se le vuelve difícil proyectar su negocio. El faltante del gasoil no afecta sólo al transporti­sta.

Por un lado, al encarecer el desplazami­ento de una carga cualquiera, altera los costos de quienes adquieren esas mercadería­s, cuyos precios también subirán para compensar el cargo extra. Por otro lado, si las estaciones de servicio tienen menos combustibl­e para vender, se reducen sus ingresos: ¿cómo hacen para cubrir con una menor caja sus gastos fijos? ¿Reducen personal, por ejemplo?

El Gobierno es responsabl­e de encontrar una solución duradera en el corto plazo, o la economía seguirá desestabil­izándose.

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