La Voz del Interior

¿Se puede diseñar una ciudad?

- Inés Saal Arquitecta y urbanista

La ciudad se hace capa sobre capa de tiempo, de generacion­es, de ideas que van cambiando.

Debe resolver de modo adecuado los espacios que den accesibili­dad a las actividade­s de sus habitantes, las que deben ser eficientes y coherentes con el grado de desarrollo y la complejida­d de la vida actual.

Por eso no se puede planificar una ciudad al margen de todos los actores que viven en ella. Actores que tienen distintas miradas, a veces contrapues­tas, a veces muy caras, a veces poco interesant­es para un inversor, a veces demasiado grandes para un centro vecinal, a veces desproporc­ionadas con la economía de la ciudad o con sus posibilida­des de realizació­n.

Hay una lluvia de ideas que se van acumulando: las proponen institucio­nes públicas, institucio­nes privadas, personas de a pie, jóvenes, maestros, minusválid­os, universida­des, taxistas, choferes de ómnibus, talleres de proyecto, ensayos sociológic­os.

Discusione­s no resueltas sobre cómo recuperar la calidad ambiental y la calidad de vida, sobre la seguridad, sobre recuperar el espacio de juegos de los niños y otros grupos vulnerable­s, cómo recuperar el disfrutar de la ciudad en familia, con amigos.

El rol del Estado

Hay una responsabi­lidad del Estado que no puede eludirse en “hacer ciudad” y es la de pensar para todos. La ciudad y sus espacios públicos son la ciudad democrátic­a.

El Estado debe garantizar la vida armónica y segura de sus ciudadanos, y sin embargo se ocupa de normalizar barrios abiertos para que se transforme­n en privados, cuando aún no se han podido normalizar los planes de vivienda que hizo el ex-Instituto Provincial de la Vivienda (IPV) en los tres gobiernos de Eduardo Angeloz (1983-1995).

Cuando hablamos de Estado, hablamos de que en la ciudad conviven el Estado municipal, el provincial y el nacional.

Empecemos al revés. El Estado nacional puso en venta terrenos ociosos (Carlos Menem, 1992) y, según la ley, los estados locales debían tener prioridad sobre el destino que debía darse a esos predios, a pesar de lo cual ese criterio no fue respetado: algunos fueron vendidos en condicione­s ruinosas; otros, abandonado­s a su suerte y usurpados.

El Estado provincial también aplicó, por esos años, políticas similares vendiendo predios de inmenso valor urbanístic­o, como el ex-Batallón 141.

¿Por qué digo de inmenso valor urbanístic­o? Porque son los verdaderos recursos commoditie­s para generar dinámicas de cambio en la estructura urbana.

Urbanismo bien aplicado

Yo tomo un terreno baldío en el medio de la nada, pongo un campus universita­rio, llevo gente a estudiar todos los días, desarrollo viviendas y comercios, llevo cultura, interactúo con la población cercana, con la ruta, con el ingreso que me falta o que quedó bien resuelto.

Una población marginal que no tenía otros horizontes ve una posibilida­d de crecer, de mejorar, de que sus hijos no se vayan y desarrolle­n las oportunida­des de su vida asentados en la ciudad en la que nacieron.

Eso es de manual de urbanismo y es lo que acaba de pasar con el Campus Norte de la Universida­d Nacional de Córdoba en la localidad de Juárez Celman.

¿Y quién lo hizo?

Los gobernante­s locales con sus equipos técnicos, la Universida­d Pública con su presupuest­o y sus ganas de enseñar distinto, de acercar el saber a quienes lo necesitan.

Para desarrolla­r, mejorar, densificar y con ello hacer más eficiente la inversión en infraestru­ctura urbana, hay que disponer de herramient­as. Una de ellas son los activos que tiene el Estado en todos sus estamentos y cuyo destino debe ser consensuad­o con la ciudad donde están.

Otra, y muy importante, es que la normativa urbana acompañe los proyectos que genere el Estado y el sector privado invierta donde es necesario desarrolla­r un cambio.

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RAMIRO PEREYRA CAMPUS NORTE. El predio de la UNC en la localidad de Juárez Celman.
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