La Voz del Interior

Crimen. Por una deuda por drogas, ejecutó a un joven y enterró su cuerpo

Es la hipótesis judicial en torno al asesinato de un joven en Los Surgentes, en el sudeste de la provincia. El dueño de un hotel admitió todo y va a juicio. Las claves del caso.

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

La búsqueda llevaba varios días y no daba resultados. La sospecha era una: todo se trataba de un homicidio. Con un par de pistas, policías y bomberos finalmente llegaron a un campo. Uno de los perros de búsqueda enloqueció y encaró hacia el monte. A puro ladrido, el animal terminó marcando el lugar. El espanto acababa de ser descubiert­o.

Asesinado, semienterr­ado y tapado con chapas al lado de un árbol.

Así fue encontrado, aquella helada mañana de julio pasado, el cuerpo de Ariel Quiroga Herrera, un joven boliviano de 23 años.

Sucedió en las afueras de Los Surgentes, población ubicada a 21 kilómetros de la localidad de Cruz Alta, departamen­to Marcos Juárez, cerca del límite de Córdoba con Santa Fe.

El forense determinar­ía que el muchacho fue ejecutado de cuatro balazos a quemarropa en la nuca.

Apenas tres meses después, el homicidio está “resuelto”.

Cercado por las pruebas en su contra, el asesino confesó, brindó detalles y precisione­s sobre el crimen y terminó aceptando, con su defensor, un juicio abreviado.

Se trata de Matías Javier Ponce (30, a quien el fiscal Fernando Epelde, de Marcos Juárez, le pidió una condena de 16 años y medio de cárcel como parte de un juicio abreviado. Lo acusó por homicidio calificado.

Resta que un juez de Control avale el acuerdo y dicte condena.

El asesinato fue a traición y como parte de una densa trama, insisten en la fiscalía.

Ponce le habría debido dinero al muchacho boliviano. La cifra rondaría los 100 mil pesos.

Como no podía pagar, lo mató. La sospecha de los pesquisas es que se trataría de una deuda vinculada al narcotráfi­co

Ahora, ¿cómo fue todo?

Por la espalda

No está claro cómo llegó y con qué planes.

Lo concreto es que Ariel Quiroga Herrera apareció por la población de

Cruz Alta, 340 kilómetros al sudeste de la ciudad de Córdoba, a fines de abril. El muchacho había dejado a su esposa, hijo y familia en Bolivia.

A algunos pobladores les diría que iba a trabajar en un campo. Nadie lo vio hacer eso.

Callado, de perfil bajo, llegó en moto y se instaló en un hostal de Cruz Alta, donde trabó relación con uno de los encargados. Se trataba de Matías Ponce.

A fines de junio, así como llegó, el visitante desapareci­ó.

Fueron unos familiares suyos quienes dieron la noticia en la comisaría, ya a comienzos de julio.

Indicaron que Quiroga Herrera había dejado de enviarle dinero a su familia y las comunicaci­ones por celular se habían interrumpi­do.

Dada la falta de noticias, se activó una campaña de búsqueda sobre todo por redes sociales.

Enterada la fiscalía de Marcos Juárez, se ordenó a la Policía local encarar la búsqueda.

Los investigad­ores no tardaron en determinar que el joven había estado parando en un hostal de Cruz Alta.

La pesquisa dio un dato revelador: el joven boliviano había sido visto saliendo del lugar en su moto con el dueño del predio.

Al rato, el encargado había regresado solo por ruta 6.

La habitación de Herrera estaba en orden. Se potenció la búsqueda.

La pesquisa determinó que los dos hombres habían ido hacia la vecina población de Los Surgentes.

Hacia allí se enfocó la búsqueda. Como fue dicho, uno de los canes halló el espanto enterrado.

Larvas y un trabajo forense clave

Mientras los forenses confirmaba­n que Quiroga Herrera había sido ejecutado de cuatro balazos en la cabeza (le dispararon de atrás), el dueño del hotel quedó detenido.

Era la última persona que había sido vista con la víctima.

El acusado cerró la boca.

Los forenses determinar­on también que el muchacho había sido asesinado 48 horas antes.

“¿Dos días antes? ¡Cómo puede ser! Desaparece a mediados de junio y lo hayamos enterrado en julio… ¿Estuvo raptado en un lugar antes de que lo maten? ¿O qué pasó?”, se preguntaro­n en la fiscalía.

La causa se topaba contra un muro. Fue entonces que surgió una posible salida a la luz. No se sabe si alguien aportó la idea o si alguien recordó el nombre de la profesiona­l.

Lo concreto es que Epelde solicitó a Fiscalía General que se convoque a la doctora en biología Moira Battán Horenstein, una reconocida investigad­ora cordobesa del Conicet.

La profesiona­l está especializ­ada en entomologí­a forense: el estudio de larvas de moscas en cadáveres humanos. Su trabajo pericial fue utilizado en numerosas investigac­iones y permitió esclarecer diversos hechos criminales en Córdoba y el país.

Fuentes judiciales señalaron que Battán Horenstein analizó las larvas halladas en el cuerpo y realizó un estudio del suelo en donde había sido enterrado.

“El estudio con esas larvas permitió determinar que Quiroga Herrera había sido asesinado, por lo menos, seis días antes del hallazgo. Todo cerraba...”, dijo una fuente de la causa.

En paralelo, la pesquisa policial había logrado dar con el celular de la víctima (destrozado en las afueras de Los Surgentes) y con el revólver (en el cementerio de Cruz Alta).

Con todas las pruebas reunidas y acumuladas, y sobre todo por el estudio pericial sobre la data del crimen, la fiscalía avanzó sobre el acusado.

No se sabe si fue por el compendio de pruebas, por el cargo de conciencia o porqué, pero Matías Javier Ponce terminó admitiendo el asesinato y su participac­ión, según confiaron a La Voz fuentes de la causa.

Tras dictar la prisión preventiva, el fiscal Epelde lo mandó a juicio.

En ese marco, hubo un acuerdo entre la fiscalía y la defensa para la realizació­n de un juicio abreviado.

Resta esperar ahora si el Juzgado de Control avala todo.

¿Y el móvil?

En la fiscalía tienen el cuerpo y al confeso homicida. ¿Y el móvil del crimen? Voceros del caso señalaron que el hoy acusado le debía alrededor de 100 mil pesos a Quiroga Herrera. Esa deuda y los constantes reclamos del acreedor habrían empujado al dueño del hotel a planear el crimen y ejecutarlo.

Según los voceros, mediante engaños, Ponce habría llevado en moto al joven boliviano desde Cruz Alta a Los Surgentes con la mentira de pagarle.

En un campo, desde atrás y a quemarropa, lo terminó ejecutando a balazos, siempre según su confesión, como indicaron las fuentes judiciales. ¿Por qué la deuda?

En la fiscalía avanzan en una sola hipótesis: una deuda contraída presuntame­nte por una venta de drogas.

 ?? LA VOZ/ARCHIVO ?? VÍCTIMA. Ariel Quiroga Herrera era boliviano y tenía 23 años. Meses atrás, fue asesinado de varios balazos en Los Surgentes.
LA VOZ/ARCHIVO VÍCTIMA. Ariel Quiroga Herrera era boliviano y tenía 23 años. Meses atrás, fue asesinado de varios balazos en Los Surgentes.
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