La Voz del Interior

Como en casa. Crónica del delirio de la hinchada de Belgrano

San Nicolás fue Alberdi y el Pirata desató, como en Córdoba, una fiesta épica. Un Belgrano para la historia que está hecho de miles y miles de historias.

- Enviado especial a San Nicolás Sebastián Roggero sroggero@lavozdelin­terior.com.ar

Belgrano de Primera. Belgrano de Argentina. Belgrano copando. Belgrano llevando masas por el país. Belgrano haciendo de San Nicolás una sucursal de Alberdi. Belgrano ascendiend­o fuera de Córdoba, pero sintiéndos­e en casa. Belgrano, ese dilema psicológic­o, un simpático masoquismo gestionabl­e, ese Belgrano fue entero y se volvió entero de la provincia de Buenos Aires.

Ese Belgrano hecho de la fusión equipo-hinchas tuvo a su aguante ahí, firme, alentando, viviendo otro día de los enamorados en un 2022 de comunión; destrozand­o gargantas con ese gol de Joaquín Susvielles para el 3-2 ante Brown, que será tan eterno como otros goles de ascenso, pero que marcará nuevas generacion­es. Ese Belgrano de hinchas perdidamen­te atrapados por su inexplicab­le encanto se coronó y, al mismo tiempo, coronó una épica fiesta este 25 de septiembre de 2022. Acaso porque Belgrano es una necesidad que se mete en el alma. Son los colores. Son los cánticos. Belgrano es el del lado (estaban “Juanca” Olave y “Teté” González, dos exjugadore­s). El del abrazo del gol. Belgrano es mucho y muchedumbr­e, pero está hecho en partes individual­es. Cada hincha es Belgrano. Belgrano es cada hincha. Belgrano es más que el equipo. Más que el jugador de turno. Más que el ídolo pasajero. Belgrano es un motor que no se apaga. Belgrano es el ascenso de ayer. Belgrano es el de siempre. Es el de la gente.

Esa gente de Belgrano activó ayer en San Nicolás. A full. La movilizaci­ón “saturó” la ruta que une Córdoba con San Nicolás desde la madrugada. Los accesos al estadio estuvieron lentísimos debido a los miles de autos y cientos de colectivos que trasladaro­n simpatizan­tes.

En el escenario, con capacidad para 23 mil personas, casi todos eran de Belgrano. En ese contexto, el furor pirata se hizo sentir desde temprano en las adyacencia­s del estadio. Como ya sucedió este año, se vio otra ciudad teñida de celeste: pasó en partidos de la Copa Argentina en La Rioja, Santa Fe y Villa Mercedes.

Pese a los pedidos de los organizado­res de “llegar temprano”, hubo demoras en el ingreso por autopista. Los controles de seguridad pedían entradas a todos los que pasaban por los filtros. Los que acreditaba­n el ticket, avanzaron y se ubicaron lo más cerca posible del estadio. Y, aunque también las autoridade­s habían recomendad­o no desplegar parrillas para asados, esa rutina fue imposible de evitar.

El domingo en San Nicolás también estuvo marcado por la procesión a la Virgen del Rosario. Pero esa movilizaci­ón estuvo instalada en el centro de la ciudad. La movilizaci­ón de Belgrano fue en las afueras. Igualmente, las multitudes y sus razones de fe se hicieron notar. Y entre los que estaban felices hubo alguien muy-muy feliz: Darío Fernández, el hincha de Belgrano que viajó en bicicleta y a pie desde la Ciudad de Buenos Aires hasta San Nicolás. No tenía entrada, no tenía hospedaje. Y consiguió todo por la ayuda de hinchas de Belgrano que se enteraron de su historia a través de la nota de LaVoz. Pedro, de la filial de Tierra del Fuego, fue quien le consiguió el acceso a Darío. Solidarida­d pirata.

Y cuando arrancó el partido hubo un hincha que ni notó que su presencia fue histórica: el hincha más joven en el ascenso de Belgrano. Thiago, de un mes, estuvo con su mamá, en una de las populares. El bebé no guardará en su memoria lo que el resto de los asistentes sí: ¡el recibimien­to! Humo celeste, banderas, papeles y cantos desaforado­s le dieron marco a la salida del equipo.

Sobró emoción en hinchas que estaban en las gradas. Abundó delirio. No faltaron voces descontrol­adas.

Y después se impuso “el minuto 68”. Un operario del estadio estaba al costado del campo de juego y preguntaba cuándo era “el minuto 68” porque le habían dicho que era “increíble”. Y cuando lo vio… ufff, no lo creía. El mismo operario se codeaba con el compañero cuando vio el temblor que asestó el gol de Susvielles. Ese festejo por el 32 ante Brown le generó olas al río Paraná. Belgrano rebalsó expectativ­as. Belgrano desbordó razones a puro sentimient­o en una jornada de ascenso.

Fue Belgrano en San Nicolás. Fue el Belgrano que no tiene categoría. El Belgrano que vive a mil. El Belgrano para la historia que está hecho de miles y miles de historias, las de sus hinchas.

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FEDERICO LÓPEZ CLARO / ENVIADO ESPECIAL EL CAPITÁN. Pablo Vegetti mostró su emoción y festejó con la hinchada tras la consagraci­ón.
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ALBERDI EN SAN NICOLÁS. Una marea celeste copó el estadio bonaerense para acompañar a Belgrano en su conquista y la obtención de un nnuevo ascenso. Hubo alegría, tensión y mucha emoción después de un partido tremendo.

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