La Voz del Interior

Un Belgrano con todas las letras

- Jorge Luna Arrieta jarrieta@lavozdelin­terior.com.ar

La historia es de quienes la escriben. Este Belgrano lo sabía. Y escribió la suya con todas las letras. El Pirata llegó a la tierra prometida con una campaña rocosa en lo numérico y un andar utilitario, que supo acomodarse a todas las circunstan­cias de un torneo extenso en el que debió medir fuerzas ante los más variados tipos de rivales y sobreponer­se a distintas circunstan­cias, como lesiones.

Pero hay dos palabras que definen a este Belgrano campeón de la Primera Nacional y que, desde la próxima temporada, será integrante de la Liga Profesiona­l: convicción y esencia. Ambos aspectos tienen mucho que ver con Guillermo Farré. El DT fue una gran apuesta de la directiva pirata en la temporada anterior, cuando arribó en “modo bombero”.

Al margen del peso específico de “Guille” en el acervo popular celeste, llegó para ser entrenador por primera vez en su vida y, luego de que le renovaran la confianza para esta campaña, sabía que tenía que ser el encargado de conducir un proceso que no admitía otra cuestión que no fuera la que logró.

Convicción y esencia. Es lo que Farré transmitió a sus jugadores. Fue el titiritero que supo sacar máximo provecho de lo que dispuso y le dio a su equipo una impronta que le permitió estar siempre arriba, a veces acompañado en la cima, muchísimas más veces en soledad.

El equipo tuvo convicción en sí mismo, el “creérsela” en el buen sentido de la palabra. Y esencia. Fue esencia Belgrano. Correr, meter, el orden, ser práctico y funcional. Un equipo con epidermis y espíritu fiel a la historia celeste.

El proceso fue acompañado y apuntalado por un respaldo popular tremendo. Y eso también jugó. La fortaleza construida en Alberdi (ese estadio siempre repleto con 30 mil socios) no sólo tuvo que ver con lo futbolísti­co. Y ese halo que brindó el hincha potenció a los jugadores. La columna vertebral que compusiero­n Losada (el arquero que explotó y jugó el torneo de su vida), Novaretti (el defensor que volvió para sacarse una espina clavada), Longo (el motorcito del medio, el equilibrio perfecto) y Vegetti (el goleador que se volvió gran capitán) le dieron estructura a un equipo que supo aprovechar momentos individual­es y mostrar un abanico de posibilida­des, que reforzaron ilusiones propias y obturaron las ajenas.

La dirigencia mantuvo una buena base del plantel y la potenció con el arribo de refuerzos que fueron eso. Los que llegaron a comienzo de temporada y los que se sumaron en el medio de ella.

Los jugadores entendiero­n la situación y el rol que le tocó a cada uno. Al grupo (que estuvo por encima de todo) se lo vio siempre bien y las declaracio­nes se expresaron bajo la filosofía“pies en la ti err is ta ”. Rivales, presiones, ansiedad. No hubo fantasmas.

El combo fue perfecto. Belgrano jugó a lo Belgrano. Belgrano es campeón. Ese grito que no sonaba desde 1986. Este es un Belgrano campeón con todas las letras y para la historia.

La dirigencia mantuvo una buena base del plantel y la potenció con el arribo de refuerzos que fueron eso, verdaderos refuerzos.

Belgrano jugó a lo Belgrano. Belgrano es campeón. Ese grito que no sonaba desde 1986. Un Belgrano para la historia.

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