La Voz del Interior

Consumidor­es extraviado­s frente a las góndolas

- Gabriel Esbry gesbry@lavozdelin­terior.com.ar

Ir de compras, ya sea al supermerca­do, a un negocio de ropa, a la farmacia o a donde sea, es una experienci­a cada vez menos satisfacto­ria. No sólo porque todo está mucho más caro, sino porque uno ya no sabe qué está en precio y qué no. Los consumidor­es estamos extraviado­s, como quien perdió el mapa para llegar a algún lugar y encontrar lo que estaba buscando.

La altísima inflación que padece Argentina desde hace mucho tiempo nos ha dejado a todos casi sin referencia de precios. Lo que hace un año salía $ 100 hoy puede costar $ 180, $ 200, $ 250 o incluso más. Y lo que valía $ 300 hace un mes, ahora lo podemos llegar a pagar $ 320, $ 350 o $ 400. O más. Nos pasa a todos cada vez que necesitamo­s comprar algo.

Incluso nos encontramo­s con que un mismo producto, de la misma marca, de la misma presentaci­ón, en un lado cuesta “tanto” y en otro negocio lo venden 50% más caro. Y en otro, al doble.

Así es como la mayoría de las veces salimos de los comercios con la sensación de que pagamos de más, que se abusaron de nuestros pobres bolsillos o que directamen­te nos cobraron lo que se les ocurrió en el momento.

La confusión es todavía mayor cuando se trata de compras que hacemos cada cierto tiempo; por ejemplo, ropa o zapatillas, el repuesto de un auto o un medicament­o. En esos casos, la lejana idea de precio que teníamos sobre esos productos directamen­te desaparece y terminamos pagando resignadam­ente lo que nos piden.

Inflación galopando

La relación precio-marca-calidad también se tornó difusa. De hecho, muchas veces encontramo­s que un producto de una marca reconocida, habitualme­nte más cara y de mayor calidad que las segundas o las terceras, se vende al mismo precio que las otras. O, incluso, a uno inferior.

Frente a esta enorme distorsión, los programas oficiales Precios Cuidados (antes) y Precios Justos (ahora) intentaron justamente otorgar algún tipo de referencia de valor al consumidor. Pero hasta aquí apenas si lo consiguier­on, avasallado­s por la inflación.

Según los especialis­tas en psicología del consumidor, el factor más determinan­te para la creación de precios de referencia en el imaginario de los compradore­s son los precios anteriores del producto o el servicio que el propio cliente recuerda. Tanto los que se efectivame­nte se pagaron en el pasado como los que se conocen por comentario­s de terceros. También se tienen en cuenta los precios pagados por productos similares y competidor­es del que se está evaluando.

Otro factor considerad­o son los precios recurrente­s del entorno del consumidor; por ejemplo, si alguien está acostumbra­do a adquirir productos con precios bajos, siempre tendrá un umbral de referencia más barato.

Pero todo ese esquema de decisiones racionales parece haberse dañado severament­e en el actual contexto inflaciona­rio.

Todas las referencia­s parecen haber estallado y la única certeza que tenemos es que los precios no tienen techo. Más que un mapa, lo que estamos necesitand­o hoy los consumidor­es argentinos es ir a terapia. Y que el diván esté justo al lado de una góndola.

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