La Voz del Interior

Entre el riesgo del clima y de otro que quiere imitarlo

- Alejandro Rollán arollan@lavozdelin­terior.com.ar

El combo que generaron durante el verano las altas temperatur­as, la falta de lluvias y, como broche de oro, una helada el 18 de febrero fue determinan­te para el quebranto económico de muchos productore­s agrícolas.

A pesar de tener dimensione­s diferentes, los resultados negativos son transversa­les a todo el modelo productivo: les pegó tanto a propietari­os como a arrendatar­ios, aunque en este último caso con mayor incidencia.

“A muchos productore­s que alquilan campo les va a costar tres a cuatro campañas recuperars­e de la pérdida generada en la actual temporada”, advirtió el economista jefe del Ieral Juan Manuel Garzón.

Cuando la expectativ­a al inicio de la campaña, en un escenario normal, era obtener un margen de U$S 150, con un mix de partes iguales entre soja y maíz, la pérdida en algunos casos llegó a los U$S 700, advirtió el economista.

En un nuevo capítulo del ciclo de Coyuntura y Perspectiv­as que organiza el instituto de la Fundación Mediterrán­ea, el impacto del clima sobre la economía actual y futura fue el eje de las disertacio­nes del economista cordobés y de su colega de Mendoza, Gustavo Reyes.

Mientras los productore­s en esta campaña perderán plata o, en el mejor de los casos, ganarán mucho menos que en la pasada, hay un socio que siempre cobra, sea cual sea el resultado económico: el Estado.

En el arranque de cada ciclo productivo, el mayor riesgo que tiene la empresa agrícola es el clima, aunque el Gobierno nacional en los últimos años se esfuerza y hace todo lo posible por imitarlo, comparó Garzón.

En un escenario de rendimient­os productivo­s normales, que no es el caso de la actual campaña, en un establecim­iento en el departamen­to Colón que tiene una sociedad en partes iguales de soja y de maíz en campo propio, el Estado se queda con la mayor tajada.

“Paga U$S 677 por hectárea de impuestos y el margen neto al productor es de un poco más de U$S 400”, dimensionó. Se trata de una presión tributaria próxima al 60%.

Dentro de la contribuci­ón que hace la agricultur­a, los derechos de exportació­n son los que tienen la mayor incidencia: U$S 448 por hectárea, más que lo que recibe el productor.

En condicione­s de sequía, como en la actual campaña, el protagonis­mo del Estado en materia recaudator­ia se exacerba.

Si el establecim­iento del norte cordobés puesto como modelo de simulación perdió 50% de la cosecha, el Estado sigue cobrando sobre lo que se produce. “Se queda con U$S 266, y el margen del productor es negativo”, comparó el economista del Ieral.

A diferencia de lo que ocurre en los sistemas tributario­s bien diseñados, en los cuales ante una reducción en los márgenes del contribuye­nte se reduce la presión impositiva, en Argentina se está muy lejos de ese formato.

“Por la naturaleza que tienen las retencione­s, no se adapta a la condición de quien las paga”, admitió Garzón.

Bajo estas condicione­s, el fisco seguirá recaudando a pesar de que los productore­s perderán a nivel nacional alrededor de 50 millones de toneladas de grano.

La Fundación Mediterrán­ea estima que la transferen­cia en concepto de derechos de retencione­s será de alrededor de U$S 4 mil millones, menos de la mitad del año pasado, cuando el impuesto dejó en las arcas del fisco U$S 9 mil millones.

Las condicione­s de humedad y la espalda financiera serán determinan­tes para que el productor busque revancha con la siembra de trigo. Si no, el desquite lo intentará con la próxima campaña de soja y de maíz.

“El mundo va mejorando, aunque Argentina todavía no. La clave para el año próximo es llevar a cabo un plan antiinflac­ionario, pero sólo Dios sabe. El optimismo es una cuestión de creencia”, observó el economista Gustavo Reyes.

El futuro Gobierno podría confiar en que el año próximo haya una mayor oferta de dólares, porque a priori habría más cosecha de granos.

Para que ese viento de cola se pueda aprovechar, se debería instaurar un nuevo régimen económico. Con un Estado que no genere tanto riesgo.

Los resultados económicos por la sequía exacerban la presión impositiva del Estado. Un ejemplo en el norte de Córdoba.

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TOMY FRAGUEIRO CAÍDA LIBRE. La merma en la producción no elude el pago de las retencione­s.
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