La Voz del Interior

Alerta naranja en la situación social en Córdoba

- Ary Garbovetzk­y agarbovetz­ky@lavozdelin­terior.com.ar

Existe un semáforo de la vulnerabil­idad social en Córdoba, con rojos, amarillos y verdes según cómo se satisfacen o no las necesidade­s básicas. En ese indicador, que no es público y elabora el Observator­io Social de la Secretaría de Políticas Sociales de la Municipali­dad de Córdoba, el rojo ya es bermellón, pero empieza a preocupar también la manera en que el amarillo se tiñe de anaranjado.

Los cordobeses que tienen un índice de prioridad social (IPS) muy alto son 124 mil. Y otros 338 mil están en un nivel alto de necesidade­s básicas insatisfec­has (NBI). Esos son los rojos. Pero otros 362 mil cordobeses capitalino­s tienen un nivel medio y se pintaron, en el relevamien­to, en amarillo. Es allí donde se ubica una nueva tensión social: personas con trabajo o jubilacion­es, pero que están bajo la línea de pobreza y no cuentan con la expertise para sobrevivir con escasos ingresos.

“Es gente que tiene vergüenza de pedir ayuda y no sabe cómo hacerlo, a diferencia de quienes son pobres estructura­les, que cuentan con múltiples saberes y estrategia­s”, describe un funcionari­o del área social de la Municipali­dad.

En naranja están quienes en los últimos años no pudieron renovar el alquiler y se hacinaron con otra parte de la familia; están quienes dejaron la educación privada o el club, o vendieron el auto y se pasaron a una moto o a andar en colectivo; quienes empezaron a hacer una comida en el comedor comunitari­o y, también, quienes piden por primera vez en sus vidas acceder a algún beneficio diseñado para la pobreza o la indigencia.

“En el barrio nos conformamo­s con poco y sabemos que le vamos a encontrar la vuelta. Creo que quienes más sufren esta situación son los de clase media, que ya queda muy poca”, resume, en un informe que publicamos días atrás, Fabián Heinz, presidente de una cooperativ­a de trabajo en barrio San Jorge, al noroeste de la ciudad de Córdoba.

Prioridade­s y acciones

El indicador que elaboran en Políticas Sociales se mapea con otro, el de las intervenci­ones que se hacen desde el Estado municipal. Están bastante afinadas las prioridade­s: 61 mil de los 124 mil cordobeses en situación crítica están bajo programas municipale­s. Y hay, para este sector, otras intervenci­ones sobre las cuales no hay datos puestos en común, como los programas nacionales más extendidos: Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar. En proporción, menos, pero en cantidad, más: se hacen 96 mil intervenci­ones en la población con IPS medio (los amarillos).

Tensión al límite

Dos episodios violentos hicieron ver a los equipos sociales que la situación social está al límite. En un relevamien­to de personas en situación de calle, un trabajador social fue golpeado brutalment­e. “Los trabajador­es o las trabajador­as sociales eran como los docentes: no se los tocaba, eran sagrados”, cuentan. El otro suceso fue la aparición de un hombre “armado” con un cuchillo tramontina en la propia sede de la Secretaría, en calle 27 de Abril al 800, en el Centro capitalino. Hubo momentos de tensión, pero no pasó a mayores. Eso sí: desde ese día hay una custodia policial permanente en el hall, que de 8 a 19 luce atestado de gente que no puede esperar por alguna asistencia.

No estalla, aún, porque la red tiene una enorme capilarida­d en el territorio. En Córdoba hay 1.722 comedores y merenderos con algún tipo de asistencia de algún nivel del Estado, a cuyos coordinado­res el municipio les da, al menos, una tarjeta Activa con 15 mil pesos por mes, un teléfono con chip y datos y el boleto gratuito para que puedan gestionar sus espacios, que al menos alimentan a un centenar de personas cada uno. Hay continuas subas y bajas en este número de comedores y copas de leche: también quiebran, desertan; quienes los empujan se funden o se cansan.

El cálculo que tienen hoy en el Observator­io es que hay 28.962 familias –unas 144.813 personas– que para comer tienen que ir a alguno de estos espacios, que ya no están ubicados sólo en lugares de prioridad social roja y muy roja –muchos de ellos están ubicados en los 189 asentamien­tos marginales que tiene la Capital–, sino que ya se multiplica­n en las zonas intermedia­s y en los barrios ubicados dentro del anillo de Circunvala­ción, donde se comía por apetito, no por hambre.

Llama la atención la gran cantidad de personas que se desgranan de la clase media y no tienen estrategia­s para sobrevivir con NBI.

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JAVIER FERREYRA NO LLEGAR. Se está desgranand­o hacia la pobreza una parte de la clase media.
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