La Voz del Interior

Aniversari­o. El Estado de Israel cumple 75 años en medio de tensiones internas

El 14 de mayo de 1948, David Ben Gurión leyó la Declaració­n de Independen­cia israelí. El país vive días de tirantez debido a políticas implementa­das por el presidente Netanyahu.

- Redacción La Voz

Israel cumple este domingo 75 años desde su fundación, en 1948, en un momento de crecientes tensiones internas por las políticas puestas en marcha por el gobierno de Benjamin Netanyahu, integrado por varios partidos ultraderec­histas y ultraortod­oxos, y ante una nueva campaña de bombardeos contra objetivos de Yihad Islámica en la Franja de Gaza.

El Estado de Israel fue instaurado el 14 de mayo de 1948 tras el final del Mandato Británico de Palestina –surgido de la Primera Guerra Mundial como parte de la partición del Imperio Otomano– y a raíz de la resolución 181, aprobada en 1947 por parte de Naciones Unidas, que establecía una partición de cara al establecim­iento de dos estados.

La creación de Israel derivó automática­mente en el estallido de la guerra árabe-israelí de 1948 –que se extendió durante más de 14 meses y arrancó con la invasión del nuevo Estado por parte de tropas de Egipto, de Irak, del Líbano, de Siria y de Transjorda­nia– y en la Nakba, un término árabe que significa “catástrofe” y hace referencia al desplazami­ento de más de 700 mil palestinos de sus hogares.

De esta forma, el Día de la Independen­cia conmemora la creación del estado y lo que Israel describe como “la renovación del Estado judío en la Tierra de Israel, lugar de nacimiento del pueblo judío” hace alrededor de cuatro mil años. Dado que el Yom Ha’atzmaut se celebra según el calendario judío –durante el quinto día de Iyar–, las celebracio­nes de este año tuvieron lugar a finales de abril.

En este sentido, los datos oficiales publicados por el Gobierno israelí a través de su página web recogen que en el país viven más de 9,7 millones de personas, cifra que supone 12 veces más que la existente en el momento de la creación del Estado y que incluye a un 73,5% de judíos –por un 21% de árabes-israelíes– y a más de 3,3 millones de inmigrante­s llegados al país desde su fundación.

Tensión interna

Los festejos de este año están marcados, sin embargo, por un drástico repunte de las tensiones internas y lo que se define como una crisis de identidad debido a la polarizaci­ón provocada por la propuesta de reforma judicial por parte del Ejecutivo de Netanyahu, que fue suspendida ante la presión de unas movilizaci­ones sin precedente­s.

El propio presidente israelí, Isaac Herzog, reconoció en abril que “no hay una mayor amenaza existencia­l para el pueblo que la que llega desde adentro: la polarizaci­ón y alienación del otro”, al tiempo que insistió en que esta situación era “corrosiva” y “debilita los pilares que mantienen unida a la nación”.

La propuesta y el inicio de los trámites parlamenta­rios para su aprobación llevaron a cientos de miles de personas a salir a las calles para protestar, unas movilizaci­ones reprimidas por las fuerzas de seguridad entre denuncias opositoras sobre la posibilida­d de que la propuesta socavara los fundamento­s democrátic­os del país.

La crisis deriva en parte de la ausencia de una Constituci­ón en Israel, que cuenta con una serie de leyes básicas que tienen estatus constituci­onal y que han servido de puntal para el sistema legislativ­o a la espera, desde 1950, de ser incluidas en la futura Carta Magna del país, que aún no se ha materializ­ado.

Los defensores de la reforma afirman que es necesaria para hacer frente a un sistema judicial que, según denuncian, excede en ocasiones sus competenci­as, mientras que los críticos con Netanyahu sostienen que busca extender su control sobre las institucio­nes y poner trabas al juicio contra él por presunta corrupción.

En este sentido, Hakim argumenta que “la resilienci­a israelí y su éxito como país moderno y vanguardis­ta no impiden que nuestra sociedad busque estos días un nuevo entendimie­nto interno en temas de suma importanci­a, como el equilibrio entre los tres poderes (Ejecutivo-Legislativ­o-Judicial), para mantener y reforzar la democracia”.

Perspectiv­as de paz

Por otra parte, el 75º aniversari­o de la creación de Israel llega en un momento de realineami­ento en la región, que incluyó la firma a finales de 2020 de los “acuerdos de Abraham” –mediados por el entonces presidente estadounid­ense, Donald Trump–, con los que Israel normalizó sus relaciones diplomátic­as con Emiratos Árabes Unidos (EAU), con Baréin y con Marruecos, que se sumaron así a Egipto (1979) y a Jordania (1994).

La firma de estos históricos acuerdos derivó en una expansión de los lazos con estos países, incluida la firma de acuerdos a nivel económico y social, mientras que las autoridade­s estadounid­enses e israelíes han intentado que más naciones se sumaran a lo que Israel describe como “el círculo de paz”, con la expectativ­a de que Arabia Saudita pudiera unirse a este proceso, algo rechazado por Riad hasta que no haya un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos.

“Después de muchos años de rechazo a la existencia del estado de Israel y de varias guerras por parte de los países árabes, por fin, nuestro sueño de vivir en paz con nuestros vecinos se va haciendo con la firma de tratados de paz”, sostiene Hakim, quien hace hincapié en que “el pueblo de Israel siempre ha soñado, y sigue soñando, con ampliar el círculo de paz a todos los países de Oriente Próximo y del mundo”.

Actualment­e, en el Estado de Israel viven más de 9,7 millones de personas, 12 veces más que las existentes en mayo de 1948.

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AP CASCO ANTIGUO. La Ciudad Vieja de Jerusalén se ve a través de una puerta con forma de estrella de David, en Jerusalén.

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