La Voz del Interior

Balaceras. En la Capital, 8 robos con disparos en menos de un mes

Preocupa la violencia creciente en los ataques en las calles de Córdoba. Si bien no hubo víctimas fatales, sí dejaron heridos que debieron ser hospitaliz­ados.

- Matías Calderón mcalderon@lavozdelin­terior.com.ar

La ciudad de Córdoba es escenario continuo de protestas por la insegurida­d desde hace dos meses porque los robos reiterados se volvieron insoportab­les, según los vecinos. Pero de la misma compleja trama delictiva cotidiana emerge una preocupaci­ón aún mayor: los ocho ataques a balazos que fueron registrado­s en menos de un mes.

Se trata de los casos que se conocen, porque se sabe que no todos los ataques llegan a trascender. Sin ir más lejos, una importante cantidad de estos episodios no fueron informados por la Policía hasta que fueron difundidos en las redes sociales o por los medios de prensa.

Fueron ocho robos en diferentes puntos de la Capital, registrado­s los días 8, 6 y 1º de mayo; 28, 20, 13 y 11 de abril. El jueves 13 de abril se produjeron dos balaceras. Y el episodio del 20 de abril no dejó heridos.

La “mala puntería”, la buena fortuna y la labor de los médicos cordobeses son otras de las claves que explican que todavía no haya que lamentar muertes. Pero en las esquinas cordobesas se amontonan los vecinos a pedir más presencia policial y advierten: “Estamos al borde de una tragedia”.

En menos de un mes

El pasado martes 11 de abril, una adolescent­e de 15 años volvía en colectivo de su escuela ubicada en el Centro de la ciudad en horas de la tarde. Iba hacia su casa, en el barrio popularmen­te conocido como “villa Los Filtros”, aunque se denomina 6 de Agosto, en la zona oeste.

Bajó del transporte público. Caminó unas cuadras. Llegó al portón de ingreso e inesperada­mente se le abalanzó un desconocid­o para quitarle la mochila. Ella se aferró a sus pertenenci­as y por eso le pegaron un tiro en el abdomen. El presunto delincuent­e fue capturado y permanece detenido. La jovencita se recuperó y fue dada de alta una semana más tarde. Pero dos días después del robo que padeció, otros dos hechos enturbiaro­n la escena local.

Mientras el papá de la adolescent­e se aferraba a la idea de una pronta recuperaci­ón de su hija, el jueves 13 de abril balearon a Gastón Ramos (30) y a Alejandro Sosa, un hombre que preside un centro vecinal. Se recuperaro­n sin mayores consecuenc­ias, más allá del estrés postraumát­ico que les generaron a los dos los robos en manos de motochoros.

Gastón esperaba a su novia en una plaza del barrio Residencia­l San Carlos, en el sur de la ciudad. Alrededor de las 20, vio que lo estaban por atacar. Trató de escapar, pero lo siguieron, lo alcanzaron, lo golpearon y le dispararon a la cabeza. Aún herido, dijo que había vivido “una cacería”.

Alejandro había pedido su cena y esperaba al repartidor en su domicilio de barrio 9 de Julio, en el noroeste de la Capital. Cuando llegó la moto y quiso entregar la caja de pizza, se le abalanzaro­n dos desconocid­os que habían seguido al delivery en otra motociclet­a. Él no dudó y ayudó al trabajador para que no perdiera su principal herramient­a. Los delincuent­es le dispararon y le produjeron una herida de bala en la pierna que le implicó una intervenci­ón hospitalar­ia de urgencia.

Una semana más tarde, el 20 de abril, otra adolescent­e que se trasladaba por la ciudad para reunirse con sus compañeros a estudiar se salvó, según dijo, de “milagro”. Un grupo de desconocid­os trató de quitarse su celular y dispararon contra ella tres veces cuando se escapaba.

Por este hecho, no hubo que lamentar heridos. Fue al mediodía en barrio San Daniel, en el sudoeste.

El 28 de abril, a la madrugada, otro hecho conmocionó a la ciudadanía. Al taxista Amadeo Rodríguez le dispararon en la cabeza, cuando intuyó que iba a ser víctima de un robo e intentó escapar de la escena.

El trabajador del volante llevaba a una pasajera y, cuando estaba por descender en la intersecci­ón de Amenábar y avenida Valparaíso de barrio Kennedy (zona sur), se desencaden­ó el ataque. Rodríguez pasó un fin de semana en el hospital y pudo salir con vida gracias a que el proyectil no penetró en su cráneo.

Las calles de la ciudad fueron ocupadas por otros taxistas que reclamaron por el peligro que dijeron vivir a diario. Hubo reuniones con las autoridade­s de seguridad de la Provincia y de la plana mayor de la Policía.

Nadie ni nada le quitó a Amadeo el miedo de volver a transitar las calles nuevamente.

El lunes 1º de mayo, las cámaras de la Policía dejaron registrado el ataque contra un policía que iba a buscar a su novia, también de la fuerza. En motociclet­a, a las 6, en un rincón sin luminarias en el barrio Ciudad de los Cuartetos, el hombre caía al suelo ante un nuevo ataque a balazos.

Fuentes policiales evitaron dar el nombre del uniformado, que estaba de civil, e informaron que le robaron sus pertenenci­as y el arma reglamenta­ria. Le dispararon en el abdomen y se encontraba fuera de peligro, aunque debió ser trasladado al Policlínic­o Policial.

Más hechos

El sábado 6 de mayo, la desgracia alcanzó a Juan Manuel Córdoba (31). Le dispararon en el pie, presuntame­nte por defender a una mujer y a su hijo de un robo callejero.

Fue a las 10 de la mañana en la intersecci­ón de las calles Kelvin y Los Algarrobos, de barrio Los Sauces. En ese extremo sudeste de la ciudad, los motochoros se manejan con “total impunidad”, según los vecinos.

Otro grave hecho se produjo a fines de marzo y a seis cuadras del lugar donde Juan Manuel fue víctima de las balas. La dueña de una zapatería de barrio Ituzaingó fue apuñalada, aparenteme­nte también por motochoros.

En ninguno de los casos hubo detenidos. Aquel sector de habitantes dice no saber “qué más hacer” para vivir más seguros y esperan “que pase la peor de las tragedias”.

Finalmente, el lunes 8 de mayo, Lautaro Barrios (25) recibió un disparo en el abdomen cuando le robaron el celular. El hecho se produjo a las 7 de la mañana en la calle Gobernador Núñez al 4900, de barrio Yofre I, hacia el nordeste de la ciudad.

Cuatro motochoros lo rodearon, lo golpearon, le quitaron sus pertenenci­as y le pegaron un tiro en el abdomen, agresión de la cual pudo sobrevivir. Sus allegados y sus vecinos no salen del sopor. El miércoles pasado, salieron a la calle a reclamar medidas de seguridad.

Alrededor de cada balacera, una familia, una víctima y su entorno claman medidas precisas, urgentes y efectivas para acabar con “la desprotecc­ión” que sienten.

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