La Voz del Interior

La “doctrina” Rosatti retumba en una bóveda bajo cero

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

No hay un dato oficial que lo certifique. Difícilmen­te eso ocurra. Pero casi todos los cálculos privados coinciden: las reservas del Banco Central están hace rato bajo cero, en una escala que ronda los mil millones “en rojo”.

¿Qué significa eso? Pues que las divisas de esa entidad –descontado­s los encajes bancarios y otras fuentes, como el swap con China– se encuentran en terreno negativo.

Dicho de otra manera: de alguna caja hay que manotear para pagar las importacio­nes y para intervenir en el mercado cambiario.

El dato da vueltas desde hace semanas y, por lo tanto, es previo a las ruidosas críticas del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, quien habló del mandato constituci­onal de “defender el valor de la moneda” y advirtió sobre la “expansión incontrola­da de la emisión monetaria”, un fenómeno que dialoga sin intermedia­rios con el déficit fiscal y la escasez de dólares.

Se calcula que, en lo que va del año, el Banco Central emitió más de un billón de pesos para financiar las cuentas públicas, sin contar lo que se ha destinado para comprar deuda en el mercado secundario a otros organismos públicos.

O sea, con una rodilla en la lona y escuchando la cuenta del árbitro. ¿Peligro de nocaut? No necesariam­ente. No es la primera vez que la bóveda de dólares del Central está vacía. De hecho, se puede sobrevivir en este estado si se genera alguna cuota de certidumbr­e positiva. En ese meollo está enfrascado el Gobierno.

Velas prendidas

Se han arrojado sogas de manera simultánea, pero todavía nadie tira del otro lado. Está el Fondo Monetario Internacio­nal barruntand­o si adelanta giros y a cambio de qué. Esa posibilida­d parece estar cerca, pero pasan los días sin novedades.

Casi todas las versiones apuntan a la astilla de una devaluació­n tradiciona­l como prenda de cambio, aunque nadie arriesga hasta qué escalón debería subir el dólar oficial para no desatar un reflujo gástrico en el estómago del Gobierno.

También está el pedido de auxilio explícito a Brasil, pero Lula da Silva parece estar esquivando el abrazo del oso tras la propuesta de instrument­ar una alternativ­a no dolarizada para el comercio bilateral. Prefirió, en cambio, apuntalar la ayuda diplomátic­a ante Estados Unidos y pedir clemencia por su vecino.

Otro timbre que no ha dejado de sonar es el de los organismos multilater­ales, que cada tanto sueltan una limosna.

Y, por supuesto, está China, aunque no ha dado el visto bueno para ampliar la cuota de libre disponibil­idad de divisas en la canasta del famoso swap que el Banco Central ya está usando.

Puertas adentro, la zanahoria del “dólar agro” sigue provocando un bajísimo nivel de entusiasmo. Y no mucho más.

El cepo a las importacio­nes tiene una policromía de consecuenc­ias. Muchas industrias que no consiguen la autorizaci­ón de rigor para traer de afuera repuestos de equipos y máquinas han tenido que apelar a “viejos mecánicos” para solucionar los faltantes.

Trascendió que en el laberinto burocrátic­o del Sistema de Importacio­nes de la República Argentina (Sira) también quedó extraviado un pedido para conseguir piezas que se necesitan en el mantenimie­nto de la Central Bicentenar­io, de Pilar.

Aun así, el nivel de actividad hace lo que puede para seguir colgado del travesaño. Es una recesión con fuerte perfume de estancamie­nto y alta inflación, aunque sin despejar el riesgo de que se acentúe el enfriamien­to en los próximos meses.

Para el economista Andrés Borenstein, de Econviews, en algún momento el “dólar turista” será llevado al territorio del MEP (también conocido como “dólar bolsa”, ya que es un tipo de cambio que se opera en el mercado de capitales) para suturar la continua sangría de divisas que implica ese sector, aun con cepo y recargos.

Una aspirina, pero que prestará servicio si los dólares frescos que se mendigan en varios mostradore­s aparecen tarde.

El cuestionam­iento del presidente de la Corte al nivel de emisión monetaria coincide con el estado negativo de las reservas del Central.

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TÉLAM/ARCHIVO BANCO CENTRAL. La autoridad monetaria que administra las reservas.
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