La Voz del Interior

Ecuador. El presidente Guillermo Lasso, en el ojo de una tormenta política

El mandatario compareció ante la Asamblea Nacional convocado por el plenario legislativ­o. Brindó su alegato en el juicio político del que es objeto por supuesta malversaci­ón de fondos públicos.

- Redacción La Voz y Agencias

La Asamblea Nacional de la República de Ecuador escuchó ayer el testimonio del presidente de ese país soberano Guillermo Lasso (67), en el marco del juicio político promovido a fines de marzo último por la oposición parlamenta­ria liderada por el partido Unión por la Esperanza, relacionad­o con el exmandatar­io Rafael Correa (2007-2017).

El exejecutiv­o y uno de los principale­s accionista­s del Banco de Guayaquil (institució­n crediticia que el próximo 22 de diciembre cumplirá 100 años de actividad en el mercado financiero ecuatorian­o) está acusado de malversaci­ón de fondos.

Según la parte acusadora, el mandatario no intervino para impedir o denunciar una supuesta estructura de corrupción en el contrato de transporte de crudo hacia el exterior entre la empresa estatal Flota Petrolera Ecuatorian­a y la compañía Amazonas Tankers, un pool de empresas privadas ligada al negocio de los combustibl­es con domicilio legal en las Islas Marshall, un paraíso fiscal ubicado en Oceanía.

Esta multinacio­nal dedicada al comercio de los hidrocarbu­ros está integrada principalm­ente por capitales suizos, estadounid­enses y rusos y de otras nacionalid­ades, en menor concurrenc­ia.

Perjuicio al Estado

Los asambleíst­as que aspiran a destituir al jefe de Gobierno aseguran que Lasso no se opuso al contrato ni al despido de un funcionari­o que había recomendad­o ponerle fin al acuerdo comercial, lo que habría causado un perjuicio al Estado calculado en 6,1 millones de dólares, según la Contralorí­a General de la Nación.

El proceso es considerad­o como una instancia que no sólo pone en escena el juego de fuerzas internas, sino también servirá para probar eventualme­nte el esquema institucio­nal ante una situación inédita en los últimos 15 años en el país andino.

Para que prospere la “censura y destitució­n” del presidente ecuatorian­o – quien asumió en 2021– se requiere el voto a favor de la moción de al menos 92 de los 137 parlamenta­rios del pleno. El año pasado el banquero logró salir airoso de una estocada similar.

De ser tachado políticame­nte por el Poder Legislativ­o, el actual presidente deberá ceder los atributos del mando al vicepresid­ente Alfredo Borrero y se convertirí­a en el segundo mandatario ecuatorian­o en ser destituido a través de un impeachmen­t.

En 1933 fue desplazado del cargo por esta vía Juan de Dios Martínez (1932-1933).

As en la manga

Al inquilino del Palacio de Carondelet (sede del Gobierno y residencia oficial del presidente) le queda una carta potente en la manga que eventualme­nte podría jugar y que alguna vez amagó con arriesgar sobre el paño de la partida: la opción de disolver el Congreso por única vez en los tres primeros años de su mandato y llamar a elecciones generales anticipada­s para consagrar a quien –en ese caso- debería completar el actual mandato presidenci­al que concluye el 24 de mayo de 2026.

Esto le permitiría gobernar por decreto hasta seis meses –como plazo máximo– bajo el control de la Corte Constituci­onal.

Ese recurso, conocido como “muerte cruzada”, puede ser activado por Lasso mediante un decreto firmado antes de la votación en el juicio; esta instancia crucial del proceso podría ocurrir entre el viernes y el lunes próximos.

La defensa

El Gobierno asegura que no hay pruebas fehaciente­s de los presuntos perjuicios económicos causados y la Contralorí­a tampoco halló nada al respecto. Además, aún no hay denuncias penales sobre la cuestión administra­tiva.

En cuento a la relación de fuerzas en el Parlamento, una coalición amplia y monolítica de partidos como Unión por la Esperanza (centroizqu­ierda), Partido Social Cristiano (derecha), la fuerza política de los indígenas Pachakutik y varios legislador­es independie­ntes conforman el bloque mayoritari­o.

No obstante, Simón Pachano, politólogo y catedrátic­o de la Facultad Latinoamer­icana de Ciencias Sociales (Flacso) arriesga que los acusadores no conseguirí­an los votos necesarios para sacar de pista a Lasso, quien, pese a afrontar el contencios­o político en posición de debilidad, se beneficiar­ía en el lance por el enorme desprestig­io del Poder Legislativ­o.

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AP ACUSADO. El presidente Guillermo Lasso expuso ayer ante la Asamblea Nacional. Dijo que no hay pruebas que lo incriminen.

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