La Voz del Interior

El descenso, un estruendo nacional

- Marcelo Chaijale mchaijale@lavozdelin­terior.com.ar

El golpe es grande; el estruendo, enorme. El club más ganador de la Liga Nacional de Básquetbol, el club de barrio que se convirtió en ejemplo y cosechó seguidores a lo largo y ancho del país, descendió.

Sí, Atenas, el más grande, perdió su lugar en la elite del básquet argentino. Pese al esfuerzo final, en una serie estresante, definida en el quinto encuentro, el Verde descendió.

La tercera fue la vencida para la institució­n de barrio General Bustos. Había zafado dos veces del descenso, pero nunca corrigió los errores. Siguió desafiando a la lógica, se creyó invencible y cayó. Invencible era en la época dorada, con grandes equipos que enamoraron al país.

Este Atenas dejó atrás la gloria y se convirtió en los últimos años en un club perdedor y lo termina pagando con un descenso tan previsible como doloroso. Lo sufren sus hinchas y lo sufre todo el deporte de Córdoba. Atenas fue por siempre el representa­nte más ganador del deporte cordobés a nivel nacional e internacio­nal.

El descenso verde es consecuenc­ia de un andar erróneo de la dirigencia, desde Felipe Lábaque para abajo. De echarse las culpas sin buscar un golpe de timón, de creerse imbatible, o al menos que la suerte no abandonarí­a al Atenas histórico. Pero, tarde o temprano, los errores, la soberbia y la mala conformaci­ón de los equipos los terminó pagando el club de barrio General Bustos.

Desde la temporada 2018/2019, cuando jugó por primera vez por la permanenci­a, la dirigencia del Verde nunca hizo una verdadera autocrític­a, a fondo, apenas si se conformó con “la falta de presupuest­o”, una excusa inexacta, y terminó apostando a equipos “remendados” a la fuerza, y más costosos para seguir en la Liga, mientras se codeaba con el descenso cada vez más, y demasiado seguido. Esta vez no le alcanzó y al Atenas supercampe­ón lo alcanzó el descenso.

Sin tener en cuenta la modificaci­ón reglamenta­ria que limitó los recambios de jugadores, Atenas apostó esta temporada con un plantel con protagonis­mo de los extranjero­s, pero le pifió con los tres primeros, Romeao Ferguson, Arkeem Joseph y Justin Satchell, sin calidad para liderar un equipo, y empezaron los problemas. No duraron ni 10 partidos, lo mismo que Claudio Arrigoni, el entrenador que los eligió.

Otro error fue “repetir” la receta de la temporada anterior con los regresos de Guillermo Díaz y de Deion McClenton, con compañeros distintos y hasta otro (s) entrenador (es). Además, Fabián Jaimes, el jugador de mayor calidad de este plantel, se sumó tarde y recién al final pareció sentirse a gusto. Tampoco fue buena la elección de Dominique Morrison, el elegido por el entrenador Sebastián González como “salvador”. El técnico se fue primero y, unos encuentros después, el jugador que nunca se adaptó a una liga física como la argentina.

Y quedó claro que los nacionales mayores elegidos no tuvieron la calidad para vestir la camiseta de Atenas, aun en un rol menor, y más allá del esfuerzo realizado en la serie por la permanenci­a. Es cierto que el Verde se conformó con los que pudo traer y no con los quiso, pero es la realidad de los últimos años.

Atenas necesita hacer un cambio profundo. Armar el plantel para jugar la complicada Liga Argentina pensando en profundida­d en cada puesto y jugador, empezando además por el técnico. Es una tarea titánica, de eso se trata la gestión de un equipo deportivo, más si es Atenas, el más ganador de la historia y que necesita volver al lugar que nunca debió dejar.

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