Pueblos muy pequeños, con un médico “de vez en cuando”
Entre tantos posibles, los casos de las pequeñas comunas de Los Talares y de Villa Quillinzo muestran las dificultades de acceso.
El noroeste cordobés, la zona de menor desarrollo socioeconómico de la provincia y la menos poblada, es también la que menos acceso tiene a los servicios de salud.
La comuna de Los Talares es, por sólo citar un caso, una de las varias que en el departamento Pocho carecen de atención médica diaria. Tiene apenas 150 habitantes y se encuentra a 20 kilómetros de Salsacate, la localidad cabecera. La mitad de esos kilómetros son de tierra
Hasta el lugar llega cada 15 días el médico César Vásquez para brindar atención primaria. “Tengo unos 10 pacientes cada vez que voy, y no hay muchos recursos; no funciona ahí el plan Remediar, y conseguimos donaciones de remedios de visitadores médicos en otros lugares para llevar a los vecinos de esa comuna. Cuando una situación se complica un poco, directamente se lleva al paciente al hospital de Salsacate o a otros”, relata Vásquez a La Voz.
Las comunas de Las Palmas, de San Gerónimo y de Villa de Pocho, entre otras, viven realidades similares en la región con menos presencia de profesionales médicos.
Raúl Recalde, legislador del departamento Pocho, resume: “Tenemos varias localidades muy alejadas y con pocos habitantes, donde es casi imposible lograr que un médico se quede, los recursos de esos lugares no suman como para mantener un profesional; entonces la variable transporte se vuelve fundamental”. Y agrega: “Los jefes comunales están muy atentos cuando hay vecinos por atender para trasladarlos de inmediato; es ahí donde las unidades de traslado y el estado de los caminos juegan un rol fundamental”.
Adonde los médicos no llegan se torna fundamental un servicio de ambulancias para derivaciones.
En ese sentido, asoman dos debilidades: la región no tiene un paso pavimentado hacia Córdoba. El camino por Los Gigantes es de tierra en el tramo de 80 kilómetros entre Taninga y Tanti. Eso exige que para ir por asfalto haya que “dar la vuelta” por Mina Clavero y llegar a Córdoba en un periplo de, al menos, tres horas.
La otra carencia es la de un centro de salud de complejidad en todo el oeste. Si bien los hospitales provinciales de Villa Dolores y de Mina Clavero fueron ampliados recientemente, la distancia igualmente pesa ante urgencias y no cuentan con todos los recursos como cuenta Capital.
Una médica, dos días a la semana
“Esperamos que alguna vez algún médico se radique en Villa Quillinzo”, se esperanza el jefe comunal, Danilo Grazziano, de esa pequeña comuna del sur del Valle de Calamuchita.
Allí tampoco llega el asfalto: el acceso es por camino de tierra, desde La Cruz.
El jefe comunal cuenta que, con esfuerzos propios (“los del fondo provincial Fofindes no alcanzan”, dice), logran contratar a una médica generalista que viaja desde Berrotarán los martes y los jueves para atender tres horas durante cada jornada.
También suman un cardiólogo cada 20 días, que atiende a una veintena de pacientes cada vez. Y, un servicio similar de odontología.
La oferta que afronta la comuna no alcanza para sostener la demanda. Ante urgencias o días sin médicos en el pueblo, apuran derivaciones con ambulancia y una enfermera al hospital de Santa Rosa de Calamuchita.
El camino de ripio y las distancias complejizan el cuadro y encarecen los traslados.
Grazziano marca que no hay estímulo suficiente para que un médico se radique en el lugar. Tanto es así que ya viven como un gran logro que tiempo atrás una enfermera decidió mudarse a Villa Quillinzo y que eso les permite sostener un servicio de guardia de atención primaria de enfermería todos los días.