Milei: un enroque de pésimos pronósticos
El dirigente libertario Javier Milei, aun si ganara las próximas elecciones presidenciales –probablemente puede hacerlo en un balotaje–, tendría como mucho un tercio de representación en la Cámara de Diputados de la Nación. Con suerte, puede alcanzar 65 diputados de los 257. Inviable proponer así una agenda legislativa y refrendar políticas del Ejecutivo.
Menos de 20 senadores responderían a él. Por lo tanto, su talón de Aquiles sería el mismo Senado y, en proyección, hasta podría ser sometido a un juicio político, sin mayores dificultades.
Milei no tiene condiciones de gobernabilidad. Al frente tiene la casta, a la que él denuncia. La república, que padece de manera sistemática problemas políticos estructurales, suma uno nuevo, fruto de una vetusta crisis de institucionalidad y representatividad de los partidos políticos.
Claramente, esto es producto del híbrido pensamiento de bases políticas de las grandes coaliciones que han gobernado la Argentina en los últimos años.
Los improperios del líder libertario, que ganaron la simpatía de ciudadanos ofuscados y de jóvenes disconformes, también ubicaron en el banquillo de los acusados a gran parte de la dirigencia política. Entonces, me pregunto: ¿cuáles dirigentes, entre los que él mismo ha defenestrado, estarían dispuestos a abordar acuerdos parlamentarios?
Su verborrágica manera de plantear ideas políticas, su determinación obstinada, prima facie parece un capital en tiempos electorales, pero ¿no es también esta misma manera conflictual de mirar la política la que le impedirá hacer acuerdos?
No tiene capacidad de construir una coalición de gobierno, ni siquiera acuerdos parlamentarios, porque los ha provocado de manera tal que los denostó.
Por lo tanto, si no tiene condiciones de gobernabilidad, ¿qué modalidad llevaría adelante para ejercer el poder político?
Yo también estoy indignado, hastiado de los problemas políticos, pero como dirigente conozco mi responsabilidad. La Argentina necesita un gran acuerdo político, que deje de lado a dirigentes mediocres. El diálogo es el único camino posible.
En contraposición, en nuestra provincia de Córdoba, salvando las distancias, concluye un mandato donde el PJ oficialista impuso su mayoría agravada, pese a que el mismo gobernador, Juan Schiaretti, decía de modo edulcorado que no impondría su mayoría en la Unicameral. Pero no fue así.
Reforma del sistema previsional provincial, designaciones, cuestiones de privilegio, y demás, son algunas muestras de que el PJ aprobó cuanto se le pusiera al frente. ¡Mano de yeso, escribanía a la carta!
Lucas Larrosa Dirigente de Encuentro Vecinal Córdoba