La Voz del Interior

El calendario “trampa” de Schiaretti y el botón rojo de Larreta

- Mariano Bergero mbergero@lavozdelin­terior.com.ar

El engranaje electoral y el calendario de fechas que diseñaron Juan Schiaretti y Martín Llaryora para retener el poder en la provincia y en la Capital esperan por el veredicto de las urnas. Recién allí se sabrá en parte –porque el tiempo no es el único factor– si la estrategia de solapamien­to de fechas fue o no acertada.

El primer fruto de la secuencia electoral elegida por el peronismo sí dio resultado: Luis Juez y Rodrigo de Loredo no pudieron constituir el esquema que tantas veces imaginaron. Su idea inicial era competir cada uno por los dos principale­s sillones ejecutivos del poder de Córdoba el mismo día. Ese era el leitmotiv primario del eslogan “fórmulas que funcionan”, con fernet y coca incluida.

El peronismo abortó esa posibilida­d, que considerab­a en extremo riesgosa. Sin embargo, la fase electoral provinciaC­apital encuentra un límite cuando a la ecuación se le suma el apartado nacional, el más desafiante para Schiaretti, líder de un partido provincial que carece de socios de peso fuera de las fronteras cordobesas.

Desde hace un par de semanas, el gobernador exhibe con decisión su impulso frentista. Apurado por el calendario nacional –faltan tres semanas para la inscripció­n de alianzas y menos de cinco para la presentaci­ón de candidatur­as–, su propuesta de construcci­ón de un gran espacio opositor “antigrieta” está chocando con aquel calendario funcional que se armó para intentar preservar el poder en Córdoba.

Hay, a priori, una incongruen­cia evidente entre el deseo amplificad­or que les propone Schiaretti a las palomas de por el Cambio –Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales y Facundo Manes– y la realidad local de Juez y De Loredo, socios locales de las aves moderadas cambiemita­s.

Que el cierre de listas nacionales opere apenas unas horas antes que la elección provincial es una traba gigantesca, aseguran desde las oficinas del Gobierno porteño.

Lo concreto es que aquella decisión de Schiaretti se tomó cuando el titular del Panal aún pensaba que sobrarían los gobernador­es peronistas dispuestos a abrazarse a su causa una vez resueltas las contiendas locales. Eso no sucedió, y Schiaretti cambió sobre la marcha. Decidió ir por Rodríguez Larreta y por Morales. Del espacio de Juntos por el Cambio,

Schiaretti siempre pensó en el radical Facundo Manes como socio ideal para el frente “antigrieta”. El neurólogo confirmó hace unos días que competirá dentro de la actual coalición opositora.

Autolimita­ción

“Al cronograma lo armó Schiaretti. No le puede echar la culpa a nadie. Es inviable políticame­nte. Schiaretti construyó esta limitación. Armó su propia trampa. Nuestro compromiso con Luis y Rodrigo sigue intacto”. El que habla es un larretista que no desconoce la buena sintonía entre su jefe político y el gobernador cordobés. Y agrega que el alcalde porteño piensa lo mismo que Morales.

El domingo pasado, el radical y precandida­to a presidente sentó posición en La Voz sobre el “frente de frentes” que propone el gobernador de Córdoba. “Tenemos que hablar con Schiaretti, pero después de las elecciones provincial­es”, aclaró con cuidado de no sacarle el banquito a Juez.

Por el momento, la idea de no detonar la bomba en Juntos por el Cambio se mantiene inalterabl­e.

En el peronismo de Córdoba, sostienen que la necesidad política de Larreta y de Juntos por el Cambio ante el ascenso de Javier Milei hará reconfigur­ar todo cuando el tiempo apremie de verdad. “Está en manos de Larreta apretar el botón rojo o no”, plantean cerca de Schiaretti.

Desde hace meses, los operadores políticos del gobernador vienen insistiend­o con el escenario disruptivo. Por necesidad, apuestan a la idea de que una especie de Armageddon político reconfigur­e el estado de las cosas. Eso suponJunto­s dría, probableme­nte, romper con el escenario de tres tercios al que se aferra Cristina Kirchner para que el oficialism­o sostenga una expectativ­a de ingresar a segunda vuelta. Esa superviven­cia del Frente de Todos ya es vista por algunos observador­es como la manera de evitar el tsunami político y, sobre todo, económico que representa­ría que el oficialism­o quedase fuera del balotaje. Es difícil representa­rse el abismo que sobrevendr­ía desde agosto hasta el 10 de diciembre.

Que se rearme el tablero podría suponer para Schiaretti mejorar la posición que tiene hoy en el mapa nacional.

Una alquimia casi imposible

En la práctica, un eventual acuerdo entre Schiaretti y los moderados cambiemita­s supondría un esquema de listas para las Paso que aparece imposible de plasmar en la realidad.

Es difícil representa­rlo, pero lo intentemos: Schiaretti competiría en las primarias como candidato a presidente con una lista de diputados de su espacio. Lo mismo haría Rodríguez Larreta con su nómina y lo propio haría con la suya Patricia Bullrich, quien hace horas presentó a los radicales alineados a su propuesta. Luego de las Paso, por ejemplo y en caso de imponerse Schiaretti en Córdoba, podría suceder que un peronista termine liderando la boleta para la primera vuelta, acompañado por radicales como Mario Negri, por ejemplo.

Es cierto que en política siempre todo puede suceder, pero hay alquimias que asoman demasiado complejas, incluso en escenarios en donde lo que prevalece es la desesperac­ión.

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PEDRO CASTILLO / ARCHIVO CANDIDATOS. Passerini, Llaryora y Schiaretti, las cartas del oficialism­o.
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