La Voz del Interior

El “pacto de mayo”, antes y después

- José Emilio Graglia Presidente del Consejo para la Planificac­ión Estratégic­a de Córdoba (Copec)

En su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, el presidente Javier Milei propuso un pacto que se firmaría el 25 de mayo en la provincia de Córdoba. A pesar de las diatribas presidenci­ales, esta es una gran oportunida­d para establecer algunos consensos básicos.

Al analizar sus 10 ítems, se observa que son una agenda incompleta e imprecisa. Aunque minimalist­a, es una agenda para debatir, y eso vale. Una agenda que, vale subrayarlo, es afín a una provincia como Córdoba y a una gestión como la cordobesa. Veamos el vaso medio lleno:

Inviolabil­idad de la propiedad privada.

No puede haber discusione­s sobre esto, a pesar de algún comunista extemporán­eo. Así lo dispone la Constituci­ón nacional. Aunque, desde la Doctrina Social de la Iglesia, se podría alegar, con razón, a favor de su “función social”.

Equilibrio fiscal. Hay un amplio acuerdo sobre la imposibili­dad de sostener el déficit fiscal mediante emisión monetaria o endeudamie­nto externo. Recordemos que los superávits gemelos (fiscal y comercial) fueron una de las principale­s banderas de la gestión de Néstor Kirchner.

Reducción del gasto público.

Sin este requisito, el equilibrio fiscal es imposible. Se prevé reducirlo en torno del 25% del producto interno bruto (PIB). ¿Poco o mucho? Depende del tiempo que llevaría, los gastos por reducir y, sobre todo, cómo hacer crecer el PIB (aunque de eso no se habla).

Reforma tributaria. Desde ya, es necesario reducir la presión impositiva, simplifica­r la vida de los contribuye­ntes y promover el comercio, como bien se plantea. Luego, hay que definir cuáles serían los impuestos por eliminar o mantener, y cómo se recaudaría­n.

Coparticip­ación federal. Es un problema irresuelto desde la reforma constituci­onal de 1994. Hay que establecer las competenci­as de la Nación y las provincias y, luego, reasignar los recursos. El modelo actual es “extorsivo” para las provincias no alineadas al poder central de turno.

Explotació­n de los recursos naturales.

Es necesario reconocer las autonomías provincial­es, definir a qué recursos naturales se refiere, la participac­ión de las provincias y las garantías de sostenibil­idad socioambie­ntal.

Reforma laboral. La modernizac­ión del régimen laboral es clave para la promoción del trabajo formal y, por consiguien­te, para la disminució­n de la pobreza (aunque de eso no tampoco se habla). Hay que establecer un equilibrio entre los derechos laborales y la rentabilid­ad empresaria­l.

Reforma previsiona­l. El actual sistema previsiona­l no es sustentabl­e, y los jubilados pagan las consecuenc­ias. Hay que respetar los derechos adquiridos de los aportantes. La posibilida­d de un sistema privado no debería descartars­e de plano, siempre y cuando sea voluntario.

Reforma política. La desalineac­ión entre los intereses de representa­ntes y representa­dos es tremenda. Ninguna reforma legal lo arreglará del todo, pero sería una contribuci­ón. No se puede mantener el zafarranch­o de boletas electorale­s ni la oscuridad del financiami­ento de las campañas.

Apertura al comercio internacio­nal.

Esto puede significar el aumento de exportacio­nes con valor agregado o, al contrario, vender productos primarios e importar el resto. Desde ya, cerrarnos es malo y los dogmatismo­s ideológico­s son nefastos.

Acuerdo entre partes

Dicho eso, el “pacto de mayo” debe ser entendido como un acuerdo entre partes que privilegia­n sus coincidenc­ias sobre sus diferencia­s. Un punto de inflexión; ni de partida ni de llegada. Falta definir el para qué y el cómo, nada menos. Las finalidade­s de cada ítem y los medios para alcanzarlo­s.

Antes, hay que aprobar la nueva “ley bases”, que gracias a la posición de gobernador­es, como los de la Región Centro, es mucho mejor respecto del proyecto original. A la par, convertir el DNU 70/2023 en varias leyes que se traten por separado, anticipánd­ose a la declaració­n de su inconstitu­cional.

Antes, el Gobierno nacional debe enviar los fondos adeudados a las provincias que no transfirie­ron sus cajas de jubilacion­es a la Nación, como Córdoba, y pactar cómo recompensa­r a las provincias los subsidios quitados abruptamen­te al transporte y a la educación.

Mientras tanto, hay que iniciar un proceso de diálogo intersecto­rial que defina una “alianza público-privada para la producción y el trabajo”. Sin esa alianza, el “pacto de mayo” será insostenib­le desde lo político, lo social y hasta desde lo fiscal. El modelo cordobés es un buen ejemplo para seguir.

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LA VOZ/ARCHIVO JAVIER MILEI. Convocó al “pacto de mayo” en la apertura de sesiones.
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