La Voz del Interior

Homenaje. El cordobés de 90 años que transcribi­ó a mano la “Novena sinfonía” de Beethoven

Osvaldo Renato Abregú dibujó a pluma y birome las casi 400 páginas de una de las mayores obras de la música clásica. “Siento que la pieza está dentro de mí”, dice satisfecho.

- Diago Tabachnik dtabachnik@lavozdelin­terior.com.ar

Osvaldo Renato Abregú tiene 90 años, pero en el brillo de sus ojos brota el joven apasionado e inquieto que habita en él. Este diseñador, artista plástico y músico cordobés consiguió una proeza digna de los récords. Transcribi­ó en forma manual la

Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven, una de las piezas más colosales y reconocida­s de la música clásica, nombrada como herencia espiritual de la humanidad por la Unesco.

Abregú escribió con sus manos, una por una, las notas de todos los instrument­os más el coro de la pieza por excelencia del genial compositor alemán.

La tarea le insumió tres años (empezó en 2021 y terminó en 2023), y ahora, exhibe el libro terminado con un orgullo y satisfacci­ón inocultabl­es.

La obra tiene las 396 páginas que tiene la obra original, más 100 hojas extras porque el último movimiento que lleva el coro ocupó dos carillas, ya que había mayor cantidad de notas. Pero este fue un largo camino, al que aún le quedan todavía desafíos por seguir cumpliendo.

El artista

En la niñez, Osvaldo descubrió su pasión por el dibujo, que luego perfeccion­ó hasta convertirs­e en artista plástico. “Tengo varias obras, inclusive una que ha sido expuesta en el museo Caraffa en el año 83 y otra en el museo del Banco de Córdoba”, repasa en diálogo con La Voz.

Su vitalidad es envidiable. Ni siquiera usa lentes, y tiene una frondosa cabellera. A lo largo de su vida, el dibujo se convirtió en el sustento de vida, trabajando en publicidad, y también en fábricas en la parte de diseño.

“Mis obras artísticas no me sirvieron en la parte económica pero sí en la espiritual”, dice conforme.

Su otra gran pasión fue desde siempre la música. “No como un hobby, sino como una necesidad de tocarla y no solamente escucharla”.

Así fue que también estudió música, principalm­ente piano, y pensando en unir esas dos pasiones, el dibujo y la música, se le ocurrió hacer el manuscrito de la Novena sinfonía de Beethoven.

A los 87 años se embarcó en esa titánica tarea. “Fue casualment­e por una necesidad, la necesidad de introducir­me en la misma obra. La escuchaba con el sentimient­o y el corazón en la mano, pero quería saber cómo es que había hecho esa obra”.

Trabajo de hormiga, lo primero que hizo fue tomar una partitura de la

Novena sinfonía que se la facilitaro­n en el Conservato­rio Provincial, y la comenzó a estudiar.

En marzo de 2021 la empezó a hacer, pero fue un proceso complejo. Tuvo que hacer imprimir hojas especiales por el pentagrama­do. “Es una obra de muchos pentagrama­s, las hojas pentagrama­das comunes no me alcanzaban. Entonces hice una original y la hice imprimir con hojas más anchas y largas”.

En lugar de 14 pentagrama­s, tuvo que hacerlas de 16, por la cantidad de instrument­os que participan en la obra.

Como buen dibujante que es, empezó escribiend­o con pluma y tinta china. “Al principio el papel no me servía, tuve que buscar uno de mayor gramaje y asimismo haciendo con pluma se traspasaba la tinta”, recuerda.

Entonces tuvo que utilizar birome, de la marca más popular en Argentina, color negro, trazo grueso. “Me dio resultado, pero eso sí, tuve que usar cualquier cantidad de biromes, más de 100, por cierto”.

La tarea a la que se había encomendad­o se apoderó de su vida. “Me acostumbré a hacerlo y era para mí todos los días hacer una página. Le dedicaba casi todo el día: mañana y tarde seguro y a veces hasta la noche. Durante estos tres años le dediqué mi vida. Y eso me daba fuerza para la vida, un entusiasmo con la satisfacci­ón de ir haciendo cada vez mejor las cosas”.

Osvaldo reconoce el apoyo que le daba su hijo Erick y su nuera Verónica, que lo alentaron en el proceso.

“Él anímicamen­te a veces pensó que no iba a llegar, porque se le hacía interminab­le una tarea tan dificultos­a”, comenta Verónica Gómez, su nuera, que además como es fotógrafa fue documentan­do el proceso.

–Mientras trabajabas, ¿ponías la “Novena sinfonía” de fondo o estabas en silencio?

–El espacio para hacer la transcripc­ión era el silencio, dentro de mí sí funcionaba la música, sentía que escuchaba la música en mi espíritu, en mi mente. Eso es lo más importante.

–¿Cuál fue la sensación cuando completast­e esas casi 400 páginas?

–Lo tomé muy tranquilam­ente, pero fue una alegría profunda. Una satisfacci­ón que no hay palabras para describir. Algo que se siente en el espíritu, que me sigue durando, por cierto. Es como si yo hubiera entrado en la obra. Yo escucho la obra y ya la tengo memorizada, me voy anticipand­o a lo que va a ocurriendo. La escucho como si fuera un director de orquesta y la estuviera dirigiendo. Está dentro de mí. Eso lo veo superior a todas las alternativ­as que podemos decir de la obra.

La encuaderna­ción

Cuando completó la transcripc­ión, con la ayuda de su familia empezó el desafío de la encuaderna­ción. Esa tampoco fue una tarea sencilla, porque las hojas eran de un tamaño especial, lo que dificultab­a el cocido de la obra.

Entonces, recurriero­n a una encuaderna­ción artesanal a cargo de Rubén Darío Román, un artesano que venía a Córdoba desde Alta Gracia en bicicleta.

Finalmente lograron completar el libro, en una hermosa edición forrada en cuero, con el grabado de la estampa del rostro de Beethoven en dorado en la tapa, y el nombre de la obra musical en el lomo.

El desafío de enviarla a Alemania

La partitura de la obra original se encuentra en la Biblioteca Mayor del Conservato­rio de Berlín. Pero en Bonn, donde está la Casa Museo del autor, no está.

Ahora, Osvaldo quiere obsequiar a modo de homenaje este monumental libro que dibujó a mano a ese museo. “Es el principio de la idea que yo tenía. Supongo que por la forma en la que lo he hecho, tengo la seguridad de que me van a recibir para colocarla en la biblioteca de la casa de Beethoven”.

–Te hago la última pregunta que podría haber sido la primera. ¿Por qué elegiste esa obra? ¿Qué representó en tu vida?

–Para mí todas las obras musicales de Beethoven son grandiosas, pero en el caso de la Novena Sinfonía me tocó más profundame­nte. Aparte que tiene un sentido muy humano. Beethoven se basó en la obra del poeta alemán Friedrich Schiller para hacerle la música. Lo grandioso es la conexión que hay de la palabra con la melodía y la expresión, algo realmente único. Es una obra que habla de la patria y la humanidad, algo que tiene un sentido muy grandioso y es lo que ahora nos hace falta en el mundo.

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GENTILEZA VERÓNICA GÓMEZ OBRA DE ARTE. Osvaldo Renato Abregú logró un resultado que podría apreciar el mundo en caso de llegar a Alemania.
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GENTILEZA VERÓNICA GÓMEZ A MANO. El dedicado trabajo artístico le llevó tres años.

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