La Voz del Interior

Una leyenda, con más de 50 años trabajando en la Gloria

Es el eterno reclutador de las inferiores. Acercó al club a grandes jugadores desde Oscar Dertycia hasta Paulo Dybala, pasando por Silvio Romero y muchos más.

- Hernán Laurino hlaurino@lavozdelin­terior.com.ar

Se juega un partido de Liga Cordobesa de fútbol o de Inferiores de AFA y, si hay una camiseta de Instituto en acción, ahí estará él. Atrás de un alambrado, mirando con su ojo clínico cada movimiento de los pibes. Charlando de fútbol con algún amigo de cancha.

Lo mismo sucede si alguien pasa un miércoles por la sede de la Liga Cordobesa. También lo verán allí, como delegado del club de Alta Córdoba. Algo que hace desde década.

Se trata de Santos Turza, una leyenda del fútbol de Córdoba que sigue en actividad. Que jamás se aleja de la redonda, por más que haya superado la barrera de los 70 años (tiene 72).

Turza fue entrenador, delegado, reclutador, dirigente y miles de cosas más en el club de su vida, Instituto.

Y hasta tuvo que dejar su oficio de vidriero para dedicarse plenamente a su pasión.

Santos viene de una era donde fichar un pibe era un laburo artesanal, de orfebrería. Donde no existía el scouting ni los videos. Al jugador había que verlo in situ, en cancha. O confiar ciegamente en el datero de ocasión que avisaba que tenía entre manos un chico que la descosía.

Turza tenía y aún sostiene una red de contactos a nivel provincial y nacional que le avisa que en ese pequeño pueblo había un zurdito que la rompía. Así pudo ver a Paulo Dybala, con 8 años, o a Silvio Romero, con 10.

Y así sigue hoy en actividad. “Acabo de traer un tucumano de 15 años que anda muy bien. Juega de 8. Ya lo van a ver”, anticipa. En una larga y jugosa charla con el pódcast de Instituto de La Voz, repasó su carrera dentro del club. Su presente y también cómo vislumbra el futuro de la institució­n.

Su gran deseo es que La Agustina siga creciendo, con obras y mejoras.

“En el ‘72 empecé en Instituto. Justo ese año Instituto sale campeón el club con Saldaño, Ardiles, Beltrán, Kempes, Cherini… Después vino Ceballos. 2 a 0 y 5 a 2 le ganamos a Belgrano. Teníamos un equipazo. Al arco jugaba Perriot, atrás estaban Anelli, Olmedo, Moyano… Del otro lado Daniel Machado y de 5, Antonio Roca”, señaló Turza, con una memoria de oro.

Desde 1972 a la fecha son más de 50 años realizando distintas funciones en las institucio­nes. Aunque lo suyo siempre fue reclutar jóvenes talentos que luego llegaron a la fama.

“Al primer jugador que traje de los más grandes que hay, de estos que fueron nombrados, grandes jugadores, fue Oscar Alberto Dertycia. Lo vi en el Cristo Rey y lo traje a los 10 años. En esa época todos jugaban en Liga Cordobesa, el verdadero campeonato de la Liga. Allá por los ‘80, hasta que se va Talleres en el ‘80 (a competir en AFA) e Instituto en el ‘81. Eran los grandes campeonato­s del fútbol de Córdoba. Ahí se jugaba la Reserva y jugaban 15 minutos los cebollitas. Ahí lo hacía jugar. Cuando firma Dertycia, se firmaba al cumplir los 12 años. Caí yo con Santiago Cemino (expresiden­te de Instituto), el 2 de enero a la Liga Cordobesa. Abrió a las 5, a las 5:05 estábamos en la Liga para firmar. La familia era medio de Talleres, pero lo hicimos firmar con nosotros. Ahora los chicos ya se firma de 7 para 8 años”, recordó.

Silvio Romero, Javier Correa, Diego Klimowicz, el propio Dertycia, Paulo Dybala, Ernesto Corti, Juan Carlos Menseguez, Federico Bessone y muchos más jugadores llegaron gracias a él al club.

“En las primeras épocas me gustaban mucho las divisiones inferiores. Éramos delegados y técnicos a la vez, porque no había técnicos en inferiores. Se entrenaba una vez a la semana en la cancha de Instituto, hasta que se hizo La Agustina y se inauguró el 27 de mayo del ‘77. Se entrenaba en Alta Córdoba o en la cancha de Argentino Central, La Charla. A partir de los ‘90 me hice cargo de la local, hasta el día de hoy que estoy. Siempre voy a ver las inferiores y sigo yendo cada miércoles a la Liga Cordobesa como el representa­nte de Instituto. Voy normalment­e a las reuniones”, señala.

La Agustina, su hogar y su felicidad

Ver a Turza en el predio de La Agustina es ver a una persona feliz. Es su ámbito, donde se mueve como si fuera su propia casa.

El crecimient­o del predio albirrojo ha sido notorio en el último tiempo y es su gran desvelo.

“Se están haciendo muchas obras, el edificio de tres pisos… Va creciendo todo de golpe. Ahora ya hay canchas buenas. Se hicieron nuevas las canchas 1 y 2. Falta poner el alambrado y quedarán habilitada­s para divisiones inferiores. Tenemos seis canchas muy buenas. Y seguirá creciendo. Tenemos idea de hacer una cancha sintética también. Me da alegría que se vaya progresand­o. Voy a los predios de Talleres y Belgrano y veo como han progresado todos. Instituto están progresand­o muy mucho”, resalta Santos, que vivió épocas muy complejas para el Albirrojo. Por eso valora el presente.

“Ahora está brillante el club… Hoy Instituto está en Disney. Hemos vivido épocas bravas. Donde estuvo Don Antonio Capellino (expresiden­te). Los hinchas pasaban la gorra en la tribuna. Eran épocas difíciles. Ya en esa época no alcanzaba con la buena voluntad de Don Antonio. Siempre fue difícil. Hemos tenido otra debacles hasta que en 2016 agarró Gastón (por Defagot) y se fue mejorando. Hasta que Juan Manuel se hizo cargo del club y lo levantó una barbaridad”, expresó, elogiando a Cavagliatt­o, actual presidente.

La relación con Dybala, su “joya”

Turza sigue teniendo una relación fluida con la familia Dybala. Conoce a Paulo desde los 8 años, cuando lo vio jugar en Laguna Larga y decidió ficharlo. “Yo a Paulo ya lo había visto en Laguna Larga, que nosotros íbamos con las inferiores a jugar. Lo vi a los 8 años. Les digo: ‘Tómenle los datos a este que lo vamos a llevar’. Y después vino un día a probarse y lo hice probar donde estaba esa vieja tribuna al lado de la cancha Ardiles. Lo vi 15 minutos como para verlo nada más, pero yo ya sabía que era diferente. Le pegaba bien al fútbol, gambeteaba bien, era hábil... Ahora aprendió a cabecear. Es lo que más aprendió. Físicament­e sigue siendo un muy buen jugador. Lamentable­mente ahora se volvió a lesionar, que en esta citación de la selección, al no estar Messi, iba a jugar para mí”, resalta sobre “la Joya”.

“Yo dije siempre que fue lamentable la muerte del padre que no lo vio jugar en Primera. El Adolfo fue un gran jugador de Sportivo de Laguna Larga. Lo traía los martes y viernes a practicar. A los 10 años lo hicimos firmar a Paulo. Era de Sportivo de Laguna Larga y ahí nomás pedí el pase. Me lo otorgaron y vino ahí nomás… En esto, si dormís fuiste (risas)”, dice Turza.

Otro de sus grandes hallazgos fue Silvio Romero, que justo en este 2024 retornó al club que lo vio nacer. “Tenía fe que de arranque Silvio iba a arrasar, por el jugador que es. Ya se va a recuperar, porque es un buen jugador. Igual que Mainero. Tienen que levantar su nivel. Son dos muy buenos jugadores, que todavía no han levantado. Tiene mucha calidad Silvio. Hay que esperar. Todo tiene su tiempo. Físicament­e lo veo bien. Siempre me decía… ‘yo voy a volver a Instituto’. Cumplió y arregló con Instituto. Ahora en los últimos partidos no hemos ligado”.

Turza, que ha visto pasar muchos tiempos por el club, está encantado con Diego Dabove, a quien considera “un “pícaro” del fútbol. “Es muy buen técnico Diego Dabove. Un pícaro de esto diría yo. Es un pícaro del fútbol. La tiene bien clarita, cómo te va a jugar a vos, cómo me va a jugar a mí. Él los estudia bien a los rivales, te sorprende, sale con línea de cinco, con tres centrales, se van los marcadores. Te pone a este jugador por acá, el otro por allá. De los últimos técnicos que vi últimament­e, es el que más me impresiona. Este la tiene clara”, lo elogia.

“Hay que tratar de mantenerno­s en Primera. Y si vienen las copas, mejor. La prioridad es el promedio”.

La emoción

Turza siente el reconocimi­ento de todo Instituto por su labor en todos estos años y recuerda gratamente cuando para el centenario del club, fue aplaudido por los hinchas que esperaban por ingresar al estadio.

“Eso me emocionó, porque fue genuino. Me bajé del auto y la gente que esperaba para entrar me empezó a aplaudir”, recuerda.

Luego, habla del presente y lo que viene para una institució­n que apunta a seguir creciendo: “Me gustaría verlo a Instituto con todo el complejo con canchas buenas. Y con esa obra que pronto la van a inaugurar. Instituto va a crecer mucho más. Todos los días crecemos algo. Hay que tratar de mantenerse en Primera tranquilam­ente. Y, después, si vienen las copas internacio­nales, mejor. La prioridad es mantener la categoría, tener un buen promedio. Es lo que yo pienso. El hincha debería tener paciencia, que terminemos el año acomodadit­os. Y si se da una copa, bienvenido sea”.

Muchos fanáticos sienten que el predio La Agustina se debería llamar “Santos Turza”, algo que a “Cacho”, como lo conocen sus amigos, le da alegría. Pero prefiere que se destaque a otros que también han hecho mucho por el club.

“A uno le da alegría que digan esas cosas. Pero hay mucha gente se merecería que el predio lleve su nombre. No es algo que me desvele. Yo voy a seguir trabajando para Instituto hasta que pueda… Hasta que me dé el cuerpo, voy a seguir”, cerró Santos Turza, la leyenda de La Agustina.

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NICOLÁS BRAVO

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