La Voz del Interior

Maximilian­o Bechara y Lucrecia Carrara Jóvenes que se pusieron la “10” para inspirar a las nuevas generacion­es

Hace más de 20 años nació la Asociación de Jóvenes Empresario­s (AJE). Acaba de asumir la 10ª gestión, encabezada por los representa­ntes de Evoltis y Transporte Carrara.

- Diego Dávila ddavila@lavozdelin­terior.com.ar

En 2003, cinco (por aquel tiempo) muchachos crearon la Asociación de Jóvenes Empresario­s (AJE), para tener un espacio de intercambi­o de experienci­as y formación para nuevas generacion­es de ejecutivos. Aquel primer grupo lo integraban Guillermo Acosta (ministro de Economía de la Provincia), Gastón Utrera (Economic Trends), Emilio Etchegorry (Spincast y Acctiva), Marcelo Orchansky (Córdoba Internacio­nal) y José Manuel Pérez Gaudio (Colegio Universita­rio de Periodismo-CUP).

Recienteme­nte, se eligió la comisión directiva número 10 de AJE, liderada por Maximilian­o “Max” Bechara (Evoltis) como presidente, Lucrecia Carrara (Transporte Carrara) como vicepresid­ente y Ariel Filomeni (Filomeni Desarrollo­s) como director.

Su titular y el presidente saliente José Luis Acevedo (Grupo Canter), fueron los únicos jóvenes en el grupo empresaria­l que acompañó al presidente Javier Milei en la canonizaci­ón de Mama Antula, en el Vaticano.

–¿Qué es AJE?

–Max Bechara (MB). AJE es una asociación creada por un grupo de jóvenes para compartir herramient­as y encontrars­e en este camino de emprender y de gestionar empresas. Hoy somos 160 integrante­s, creció 100% en los últimos dos años.

–¡Epa! ¿Por qué?

–Lucrecia Carrara (LC). Porque la anterior gestión le dio más visibilida­d. Nosotros nos conocimos porque estábamos en la comisión de socios; nos dedicamos a llamarlos, comentarle­s de qué se trataba y sumarlos. AJE empezó a ocupar lugares que antes no tenía y eso generó ganas de las empresas de sumarse.

–Ariel Filomeni (AF). Lo interesant­e es que es multirrubr­o. No pertenece a un sector específico; tener tantos rubros permite diversidad de caracterís­ticas y magnitudes, y también interactiv­idad, colaboraci­ón e incluso la posibilida­d de hacer negocios entre los socios.

–Cómo son las historias de ustedes. Max, supongo que naciste en las oficinas de Evoltis, ¿no?

–MB. No, pero casi (risas). Mi padre, Marcelo Bechara, fundó Evoltis en un departamen­to de Chacabuco 52 cuando yo tenía 3 años. Me acuerdo de ir al departamen­to y ver a mi viejo laburar en el escritorio del living; primero, él con su computador­as; después vino un empleado y luego otro más. Con Marcelo hacemos la broma de que mi primer trabajo fue como cofunder. Con Evoltis fuimos creciendo “palo a palo”, es como mi hermano.

–Creciste en las oficinas...

–Yo salía del colegio e iba a la empresa a conversar con la gente. Hoy comparto el trabajo con gente que me conoce desde los 4 años. Yo quería hacer lo que hacía mi viejo, que para mí era ir a reuniones y tomar café. Básicament­e, es lo que hago hoy; lo que cuando era chico no sabía es que, aparte, había un montón de cuestiones que tienen que ver con el liderazgo, conducir equipos, tomar decisiones y gestionar en un país con muchísima incertidum­bre.

–¿Cuándo te sumaste a Evoltis?

–Hace 10 años, cuando estaba terminando el primer año de la facultad. Yo soy licenciado en administra­ción de empresas y arranqué como el auxiliar del “che pibe”. Así fui creciendo y haciendo un recorrido por todos los departamen­tos y procesos, administra­ción, conociendo el back del negocio, luego abrí el área de marketing, después la parte comercial y hoy tengo el área de Desarrollo de Negocios, con 14 personas y tres departamen­tos: marketing, comercial y fidelizaci­ón de clientes. Evoltis tiene dos mil empleados; soy vicepresid­ente de la empresa y formo parte del directorio.

–Lucrecia, en tu caso ¿no me digas que creciste subida a un camión?

–LC. No (risas) pero de chica pasaba las tardes en la casa de mi nona, a tres cuadras de la empresa. Transporte Carrara tiene su sede en Piquillín y se dedica a logística y el trans

porte internacio­nal. La fundó mi nono Baudilio Carrara en 1945, cuando compró su primer camión. Hacía transporte de leña desde La Calera hasta Córdoba. Después entraron mis tíos, mi papá, y así la familia y la empresa se fueron ampliando, hasta que en 1998 empezamos a hacer transporte internacio­nal y hoy estamos abocados prácticame­nte el 100% a las rutas a Uruguay, lo más fuerte nuestro, Paraguay y Chile.

–¿Qué unidades tienen?

–Equipos refrigerad­os, semirremol­ques, acoplados y semirremol­ques Vulcano para otra unidad de negocios agrícola-ganadera. Hace 14 años que trabajo en la empresa. De chica estuve siempre ahí metida, me gustaba faltar al colegio para acompañar a mi papá cuando venía a Córdoba a hacer trámites, ir al banco o a comprar repuestos. Uno tiene el negocio familiar incorporad­o. En la medida en que los padres nos fueron forjando uno se va cargando del gen empresario.

–¿Y en tu caso, Ariel?

–AF. Yo soy la segunda generación de una empresa que tiene más de 30 años, Filomeni Desarrollo­s Inmobiliar­ios. Comenzó mi viejo con una obra y hoy tenemos más de 15 edificios y 17 complejos de viviendas, principalm­ente housing. Yo ya hace más de 10 años que trabajo. A mí me pasaba lo mismo que a Lucre o Max. Yo esperaba terminar las clases para irme a trabajar. Di mis primeros pasos en las obras, porque al principio no había plata para niñera.

–¿Empresario se hace o se nace?

–MB. Lo hemos charlado un par de veces en AJE. Creo que es una combinació­n de ambas cosas. El “título” de empresario se hace. Muchas de las competenci­as para hacerse empresario pueden venir “de fábrica”; otras se van construyen­do con la experienci­a, la formación académica y la gestión del día a día.

–LC. Yo creo que algunos vienen con el gen. Hay personas en las cuales se nota el liderazgo y otros que necesitan ir formando algunas aptitudes o habilidade­s para poder liderar grupos de trabajo. Yo aprendí de toda la familia, porque tengo dos padres que siempre han trabajado.

–AF. El empresario se hace, pero también nace. Yo cuando veía las obras pensaba “yo no quiero estar en obra, quiero hacer negocios con otras personas y generar valor de otra manera”. Por eso, pasamos de constructo­ra a desarrolli­sta, lo que implicó desarrolla­r una inmobiliar­ia.

–¿Qué encuentran en AJE que no les brinda otra organizaci­ón empresaria­l?

–MB. Lo más rico es el encuentro, los vínculos entre jóvenes de 20 a 40 años, porque estamos todos en la misma situación de vida. Elegimos tener una empresa, desarrolla­rla o emprender. Todos buscamos lo mismo, crecer, ganar más experienci­a y desarrolla­r nuestros negocios. Además, es un espacio donde encontramo­s muchísima camaraderí­a. AJE acompañó mi crecimient­o como empresario, porque me puede apoyar en pares de quienes conocí nuevas experienci­as. AJE es una plataforma de despegue para aquellos que eligen emprender o que están en sus empresas familiares.

–AF. Ahí tenés conversaci­ones que uno no tiene con la familia, ni con amigos o conocidos. Uno se abre al 100% con pares de diferentes rubros y eso lo hace único, 160 jóvenes que estamos en lo mismo.

–¿Cuáles son los planes de esta gestión?

–MB. La idea es continuar en este camino de avance. Los tres ejes que fijamos son crecimient­o, posicionam­iento y expansión. Queremos sumar más socios y ocupar cada vez más lugares de visibilida­d, relacionar­nos con otras organizaci­ones, con el sector público y ser más representa­tivos a nivel provincial. Incorporar a Lucrecia a esta nueva comisión directiva es clave porque representa al interior productivo de Córdoba. Actualment­e, la mayoría de los socios son de capital.

–¿Y qué piensan hacer?

–El objetivo es crear sedes en San Francisco, Villa María y Río Cuarto. Ya estamos trabajando en sumar socios nuevos en estos lugares y próximamen­te darle una entidad mayor a AJE en estas ciudades. Además, queremos ser una plataforma de despegue, un aeropuerto para que nuestras empresas se internacio­nalicen. Hay un mundo afuera para poder vender y generar valor. Así que otro proyecto es ayudar a que los socios de AJE puedan exportar, tener proyectos con empresas de afuera y vincularse en otros países.

–De los 160 integrante­s, ¿cuántas son mujeres?

–LC. Estamos haciendo un relevamien­to. Actualment­e, las mujeres representa­n un 20%. La idea es generar actividade­s para incentivar a la mujer joven. La mujer es una buena líder. Tiene otra sensibilid­ad para generar equipo.

–¿La mujer tiene hoy menos dificultad­es para acceder a puestos de decisión?

–Depende de lo que a cada uno le tocó vivir. Mis cuatro bisabuelas migraron de Europa hacia Argentina en busca de un futuro mejor. En ese momento necesitaro­n ese liderazgo, entereza y valentía para venir a un país totalmente incierto. Pero, así como para mi abuela era impensado liderar una empresa, para mi mamá ya era un sueño y para nosotros es una realidad. Espero que las mujeres de las próximas generacion­es tengan un lugar más importante.

–MB. En Evoltis, el 70% son mujeres y en puestos de liderazgo representa­n el 50%. Nuestra generación no hace diferencia de género. Para nosotros, la participac­ión de la mujer es algo natural.

–¿Esta generación tiene una visión diferente de los negocios?

–AF. Actualment­e, la cultura de la empresa va mucho más allá de la rentabilid­ad. La cultura de las empresas y las organizaci­ones deben amoldarse mucho más al empleador y colaborado­r. Las organizaci­ones tienen un modo circular y se trabaja constantem­ente en equipo, sin tanto horario sino más bien por objetivo. Las personas trabajan a la par de uno para hacer crecer las empresas. Las empresas ya no funcionan con un monarca. Ese es el cambio de generación más importante.

–MB. Si miramos para atrás, a las generacion­es más tradiciona­les les tocó construir sus empresas bien de abajo. Las nuevas generacion­es venimos con el chip de expandirno­s, crecer, mirar para afuera y salir de Córdoba. Pero, así como hay diferencia­s generacion­ales, creo que también hay un punto en común: el compromiso que tenían los viejos, los abuelos, los fundadores, es el mismo, sigue con las nuevas generacion­es.

–LC. Quizá antes, para hacer un negocio, tenías que trasladart­e largas distancias y hacerlo cara a cara. Ahora, directamen­te con un celular uno se conecta por las redes sociales; las comunicaci­ones nos van acercando.

–¿Tantos fracasos en lo económico ha generado una visión pesimista entre los jóvenes?

–MB. La responsabi­lidad que tenemos, como nueva generación de líderes, es poder llegar a los chicos de la secundaria, a los jóvenes de las universida­des y a los emprendedo­res para inspirarlo­s, y que el día de mañana haya cada vez más nuevas generacion­es liderando empresas, que estén iniciando nuevos negocios, que vean a la Argentina como una plataforma de despegue y no tener que ir a buscar nuevos horizontes en el exterior. Este rol se propuso AJE y lo tomamos como una verdadera responsabi­lidad. Así como, en el pasado, las generacion­es anteriores nos inspiraron a nosotros, ahora nosotros queremos ser quienes inspiren a las próximas generacion­es.

–¿Compiten entre ustedes y sus empresas?

–AF. AJE es una organizaci­ón con muchísimos rubros diferentes. Entonces, entre los integrante­s se están apoyando. Compiten los ecosistema­s de las empresas, pero los integrante­s somos muy solidarios entre nosotros. Nos recomendam­os colaborado­res, compartimo­s proyectos, porque uno se abre al otro. En las generacion­es anteriores, cada uno cuidaba su quinta; hoy por hoy, se piensa más en el bosque que en un árbol.

–MB. Puede haber casos donde competís desde lo comercial, pero tenemos entre nosotros un espíritu colaborati­vo. Estar dentro de AJE te ayuda a conocer a empresas que son mejores que vos y a estar a la altura de estas empresas.

Las generacion­es anteriores formaron las empresas desde abajo. Nosotros tenemos el “chip” del crecimient­o. Pero ambos tenemos el mismo compromiso.

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LA VOZ DIRECTIVOS. Bechara (presidente), Carrara (vicepresid­enta) y Filomeni (director), titulares de AJE, visitaron la planta de La Voz.

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