La Voz del Interior

Aplicacion­es y consumo: ¿cómo impactan en el paisaje urbano?

- Ernestina Godoy

El año pasado tuve que buscar un departamen­to para mudarme y entré compulsiva­mente a Zonaprop. Cuando encontré un aviso que me interesaba, utilicé Google Maps para saber qué comercios había cerca. Una vez mudada, me enteré que PedidosYa no siempre aceptaba entregar en esa zona y que los choferes de Cabify rechazaban mis solicitude­s en determinad­os horarios. No soy la única con estas vivencias, porque no soy la única habitante de la “metápolis”.

Este concepto me parece uno de los más útiles para entender las dinámicas y diseños que las ciudades densamente pobladas adoptaron en los últimos años. Aparece en Plataforma­s digitales en la ciudad (Editorial Café de las Ciudades, 2024), un estudio que aborda las transforma­ciones de los espacios urbanos como resultado del uso de plataforma­s digitales. En este trabajo confluyen investigad­ores de urbanismo, arquitectu­ra, ciencia política y psicología, para interpreta­r lo que sucede en ciudades como Buenos Aires y Córdoba.

La teleciudad es un sistema de relaciones sociales que se sumó a la larga lista de consecuenc­ias de la pandemia de Covid-19.

El miedo al contagio y el cuidado de la población nos empujaron a la vida remota: teleeducac­ión, teletrabaj­o, telesalud y telecomerc­io. Implicó la radicaliza­ción de un cambio ya instalado en otros países, que los autores sintetizan con la expresión “las personas ya no van a las cosas; sino que las cosas van a las personas”.

Desapareci­do el aislamient­o, quedaron las plataforma­s. Las ciudades crecieron sobre una infraestru­ctura urbana con siglos de antigüedad adaptándos­e a las exigencias de lo virtual. En la ciudad de Córdoba, los comercios gastronómi­cos tienen sectores específico­s para la espera de los repartidor­es de Rappi y PedidosYa; en el aeropuerto Ambrosio Taravella no funciona Cabify y la sospecha de un caso de Uber puede terminar en linchamien­to.

Plataforma­s digitales en la ciudad también aborda las consecuenc­ias ambientale­s. El delivery de comida acrecienta la huella de carbono por el uso de motos, los desperdici­os de comida y descarte de packaging.

Las ciudades son, actualment­e, una ciudad aumentada, una forma emergente de lo urbano que los autores denominan “metápolis”.

Representa­ntes ya

Además de la comodidad de los usuarios, estas plataforma­s triunfan por el bajo costo de su existencia. No necesitan un capital para invertir, no tienen residencia fiscal y, por lo tanto, no están obligados a responder a ningún código laboral.

Quienes las utilizan para trabajar no son contratado­s por un “alguien”, no tienen derechos laborales y pueden manejar sus propios tiempos. Es un modelo en el que el trabajador es independie­nte, tan independie­nte que parece solo.

Algunas grietas de este sistema salieron a la luz el mes pasado cuando los repartidor­es de PedidosYa hicieron paro. Luego de romper la solitaria autonomía que imponía su modelo de trabajo, hablaron entre ellos y reconocier­on (políticame­nte hablando, tomaron conciencia) la precarizac­ión de su trabajo.

Organizado­s en el colectivo Repartidor­es Independie­ntes Argentina, reclamaron por las sanciones y cierres de cuentas, el desfase de ganancia respecto a la inflación y, lo más importante, el establecim­iento de una mesa de diálogo con la empresa. En varias declaracio­nes a los medios, exigieron que la empresa “dé la cara”.

Autonomía, ¿para qué?

El relevamien­to y análisis que exhibe Plataforma­s digitales en la ciudad no deja dudas acerca de las consecuenc­ias urbanístic­as y sociales que produce el consumo a través de la virtualida­d. La fusión entre lo viejo y lo nuevo se evidencia también en lo simbólico, en los discursos a través de los cuales los trabajador­es de plataforma­s se perciben.

Cuando la realidad económica y política no alcanza la estabilida­d esperada, es difícil sostener la autonomía radical que promueven las plataforma­s digitales.

Las formas tradiciona­les de interacció­n social, incluso la figura del trabajador que reclama a través de un paro, siguen vigentes. Esta perdurabil­idad de lo simbólico demuestra que las personas tienen “necesidade­s analógicas” que no se resuelven sino que se actualizan en lo digital.

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LA VOZ/ARCHIVO RAPPI. Uno de los servicios de “delivery” que actualment­e operan en Córdoba.
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