La Voz del Interior

Pura identidad. Así se come en un restaurant­e clásico de Colonia Caroya

La Casa del Friuli es un típico lugar caroyense que sigue ofreciendo una muestra de chacinados, de vinos y de platos tradiciona­les en la localidad del norte cordobés.

- Nicolás Marchetti nmarchetti@lavozdelin­terior.com.ar

El caso de Colonia Caroya es solo comparable en Córdoba con el de Villa General Belgrano: son dos ciudades con una gran identidad gastronómi­ca. Todo el mundo sabe qué se puede comer y beber en estas dos localidade­s del interior cordobés.

Eso genera una marca registrada, un destino conceptual que ubica a estas localidade­s en el mapa del turismo gastronómi­co nacional. Con eso dado por una importante trayectori­a social, un restaurant­e solo tiene que ofrecer una buena muestra de esa cultura para destacarse.

Es el caso de la Casa del Friuli, que es parte importante de esa base consolidad­a en “la colonia”, es uno de los pioneros en ese sentido. Y al día de hoy, sigue proponiend­o una buena experienci­a que destaca a chacinados, vinos y platos típicos de esta localidad tan particular.

“Frambua” es una hermosa palabra clave de la identidad de la zona. Es la uva Isabella, la uva “chinche” que, mientras la industria del vino mendocino se reconvertí­a con inversione­s extrajeras en la década de 1990, nos decían a la vez con su parafernal­ia discursiva que no era una uva “vinificabl­e”.

Pasaron cosas en el medio, como siempre, pero el cuento termina con el enólogo Gabriel Campana elaborando un vino rosado excelso que estamos disfrutand­o en este momento. Es Córdoba en la nariz, es Córdoba en la boca. Es Córdoba en el cuerpo y el alma. Bien dulzona.

El Indama Isabella rosado Terra Camiare ($ 12 mil) se acompaña con un salame extraordin­ario de Embutidos El Galpón y con una panera con un pan casero esponjoso que se las trae.

Aroma, sabor, textura, la mesa es todo un 10. Acá podemos cerrar la experienci­a, podemos cerrar el restaurant­e, y hasta podemos cerrar la ciudad, porque el momento perfecto es en este instante. Estamos en ese preciso momento en que los fermentos regionales se entrelazan frutales y amoniacale­s en el cosmos de nuestra percepción, en su punto máximo de atención.

Las entradas

La carta tiene platos regionales para el que quiera experiment­ar el viaje, pero también vemos pizzas y algunos sándwiches. Nosotros vamos a probar primero una Frico ($ 5 mil) con una Lidric con chichin ($ 3 mil), que en friulano significan “tortilla de papa con ensalada de achicoria”.

La tortilla se hace sin huevos, en este caso con papa rallada, queso, panceta y cebolla. El almidón de la papa rallada contiene a un conjunto que se lleva siempre genial con hojas verdes, en este caso bien amargas, con un poco más de panceta, por si hacía falta sabor.

Estos platos no se comen en otro lugar que no sea en esta ciudad. Esa es la magia de venir a comer a Colonia Caroya. Un país entero lo sabe y por eso se ha ganado el mote de ser “tierra santa”. Es prácticame­nte imposible comer mal en este espacio catastral, es un apéndice del paraíso gastronómi­co (si es que tal cosa existe).

Pastas

Probamos dos. Unos Sorrentino­s de osobuco ($ 6.800) con un relleno bien jugoso (fundamenta­l para que no sean un bodrio) y una salsa de hongos que se complement­an como mejor amigos de toda la vida. Es un combo más que delicioso.

También fuimos por unos Ravioles de ricota y espinaca ($ 6 mil), clásicos, con salsa mixta que cumplen de acá a la China. Si alguien quiere, le puede agregar queso rallado. No vienen de cocina llenos de queso, lo cual es una decisión más que acertada. En este caso, suman fermento lácteo, picor, y ayuda a realzar los bocados.

Baño y postre

Visitamos el baño y está en óptimas condicione­s para recibir a toda la familia. Luego, en la mesa, probamos el Tiramisú ($ 2.200), clásico italiano, pero también argentino, un buen resumen para una visita que tiene mucho que ver con esa zona mixta que se llama “italoargen­tinidad”. Metemos la cuchara hasta el fondo y traemos un poco de cada cosa. ¡Así somos los argentinos!

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LA VOZ FACHADA. La Casa del Friuli se presenta ya desde afuera como un típico lugar caroyense que une lo italiano y lo local.
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EXCELSO. Indama Isabella rosado, una joya de Terra Camiare.

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