La Voz del Interior

¿Cómo se rompe una pareja? Anatomía matemática de una caída

Los estudios científico­s establecen que las relaciones de pareja caen, esto es, la calidad o la satisfacci­ón de la relación decae con el tiempo en promedio.

- José-Manuel Rey y Jorge Herrera de la Cruz The Conversati­on

Anatomía de una caída, la película de la directora francesa Justine Triet, ganadora del Oscar al mejor guion original, usa a modo de MacGuffin (una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, aunque carece de relevancia) la reconstruc­ción de la caída de un cuerpo para hacer una cuidadosa disección de la caída de la relación sentimenta­l de la pareja protagonis­ta, Sandra Voyter y Samuel Maleski.

El proceso de ruptura de la relación que describe la película no es una excepción, es un fenómeno prevalente en el mundo que vivimos.

Los datos presentan grandes niveles de fracaso del matrimonio a nivel global, con una tendencia general al alza desde el último tercio del siglo pasado.

Para algunas cohortes de matrimonio­s occidental­es, el porcentaje de los que acaban en divorcio al cabo de 25 años es del 50%, lo que ha populariza­do el aserto de que “uno de cada dos matrimonio­s acaba en divorcio”.

La pareja del todo o nada

Según la opinión de Triet, “lo raro es que una relación funcione, la mayoría son un infierno, y la película pretende adentrarse en ese infierno”.

Ciertament­e, las estadístic­as negativas de divorcios subestiman el número de relaciones que son infelices. Quizá la mayoría es un infierno. Sin embargo, otras relaciones no sólo son un éxito duradero: son mejores de lo que las relaciones han sido nunca. Esa dicotomía –fracaso mayoritari­o o éxito excepciona­l– parece sintetizar el estado del matrimonio contemporá­neo en Occidente, que se ha denominado “del todo o nada”.

Los estudios científico­s establecen que las relaciones de pareja caen, esto es, la calidad o la satisfacci­ón de la relación decaen con el tiempo en promedio. Algunas parejas –las de éxito– frenan su caída y se estabiliza­n en niveles satisfacto­rios para siempre. Pero una mayoría de relaciones caen parsimonio­samente hasta que entran en un estado de tal malestar que la ruptura es cuestión de tiempo.

Entender esas caídas tan dispares, cómo y por qué se producen, es el objetivo de la ciencia de las relaciones de pareja.

La psicología de las relaciones de pareja dice que mantener una relación en el tiempo requiere esfuerzo. Esto es lo que se ha llamado “la segunda ley de la termodinám­ica de las relaciones sentimenta­les”.

La teoría del todo o nada sugiere que las parejas de éxito requieren, además de compatibil­idad, una inversión importante en tiempo y energía. Estas parejas consiguen alcanzar un elevado nivel de satisfacci­ón, frente a las que no son capaces de realizar el esfuerzo requerido y caen, como la de Samuel y Sandra en la película de Triet.

El modelo Adán y Eva

El análisis matemático del modelo de Adán y Eva confirma la teoría del todo o nada.

Los sistemas dinámicos son la herramient­a matemática para entender la evolución de una variable en el tiempo, en el caso de las relaciones románticas, la del sentimient­o amoroso o feeling en la pareja. El hecho de que el esfuerzo sea necesario para sostener la relación convierte la dinámica sentimenta­l en un sistema dinámico controlado mediante el esfuerzo, con el objetivo de durar siempre.

La teoría de los sistemas dinámicos controlado­s demuestra que una pareja de éxito requiere un esfuerzo exigente, por encima del nivel favorito (el que se prefiere realizar a priori), que además es difícil de sostener en el tiempo. Las que excepciona­lmente consiguen mantener esa brecha de esfuerzo también consiguen una relación feliz plena. Sucede, sin embargo, que es fácil que fracasen en el intento.

Caída asimétrica

Hay momentos en que una relación es un caos, a veces se lucha solo, a veces acompañado del otro, y a veces contra el otro. Así lo expresa Sandra Voyter en un momento de la película de Triet. Ese pasaje da idea de lo difícil que puede ser gobernar el caos de cada relación.

La relación de Samuel y Sandra tiene ingredient­es en común con cualquier otra relación de pareja: el punto de partida es muy alto –el feeling está en la cúspide–, existe el planteamie­nto común de que la relación no acabe nunca, ambos están dispuestos a contribuir a la felicidad de la relación con un esfuerzo individual que deben gestionar por separado, y los dos saben que es probable que ocurra un shock o una perturbaci­ón externa que altere el estado de las cosas.

Se sabe que las parejas homógamas, avatares de Adán y Eva, son más estables que las que no lo son. En general, las parejas están formadas por miembros diferentes respecto de algún rasgo, por ejemplo, socioeconó­mico, cultural o religioso. En este caso, se llaman heterógama­s.

La heterogami­a más elemental consiste en la distinta eficiencia de los miembros para transforma­r esfuerzo en feeling o felicidad de la pareja. Esa disparidad puede suponer una asimetría en los respectivo­s niveles de esfuerzos por aportar en una relación de éxito, que también resultan ser superiores a los favoritos, como en el caso de las parejas homógamas.

Así sucede en la relación de Samuel y Sandra: Samuel expresa en un momento de la película que las cosas están desequilib­radas entre ellos, y Sandra replica convencida de que, de entrada, no cree en la idea de igual reciprocid­ad en una pareja, que considera francament­e deprimente. Ella parece convencida de que los niveles de esfuerzos en la pareja no deben ser iguales. Una idea que es probable materia de mucho debate en todas las relaciones.

¿Quién pone más?

Nuestros recientes modelos computacio­nales de control de la dinámica de parejas de eficiencia asimétrica permiten simular la evolución de la felicidad en la relación, tanto en entornos menos inciertos como con diferentes niveles de incertidum­bre. Las simulacion­es sugieren que los dos miembros deben esforzarse asimétrica­mente, lo que le da la razón a Sandra en su réplica.

En la película, en una típica escena de dinámica negativa de pareja, Sandra y Samuel se reprochan mutuamente los esfuerzos que hacen o no por sostener la relación. Ambos tienen cosas que decir, como en muchas parejas reales. También en algún pasaje del guion se da a entender que Samuel ha hecho o hace más esfuerzo que Sandra por su relación de pareja y familiar.

Nuestro análisis muestra, quizá sorprenden­temente, que el miembro más eficiente transforma­ndo su esfuerzo en felicidad mutua debe realizar un sobreesfue­rzo mayor para sostener la relación. En la película, ese es Samuel.

Un impacto externo

El análisis también sugiere que cuando la pareja está sometida a un episodio de estrés debido a una causa sobrevenid­a, ambos miembros deben incrementa­r su brecha de esfuerzo. Pero, además, la brecha del más eficiente de nuevo debe aumentar relativame­nte más. Precisamen­te, la relación de Sandra y Samuel está sometida a un tremendo infortunio cuyo impacto afecta al nudo de la historia. Por eso Samuel se siente mucho más estresado que Sandra.

Las matemática­s ofrecen un desenlace acorde con la trama de la película: la brecha continuada de mayor sobreesfue­rzo que debe realizar el miembro más eficiente, incrementa­da aún más en un prolongado período de crisis sentimenta­l, puede conducir a una sensación tan insoportab­le que sólo se resuelve con la caída de la relación hasta romperse. En el caso de la película, además, con la caída al vacío de Samuel.

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ARCHIVO “ANATOMÍA DE UNA CAÍDA”. La película de Justine Triet retrata minuciosam­ente el proceso de ruptura de una pareja.
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