La Voz del Interior

Camino del Cuadrado. La historia de los pioneros del polo gastronómi­co

Hasta 2012, no había allí opciones para los turistas, apenas algún que otro puesto de tortillas al paso o alguna clásica despensa.

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En diciembre del 2012, hacía poco más de un año que se había inaugurado la ruta completame­nte asfaltada del Camino de Cuadrado, que une los valles de Sierras Chicas y Punilla, a través de las localidade­s de Río Ceballos y Valle Hermoso.

Y no había opciones gastronómi­cas a disposició­n de los turistas, apenas algún que otro puesto de tortillas al paso o alguna clásica despensa. Por ese entonces, había dos jóvenes cordobeses que estaban levantando y pintando las paredes de algo que sería fundamenta­l de cara al futuro.

Los amigos Marcos Morlans y Matías Álvarez tenían apenas 22 años cuando fundaron el Parador El Cuadrado. Matías estudiaba Gastronomí­a y trabajaba en un call center. Marcos estudiaba Abogacía. “Entendimos que la inauguraci­ón de la ruta ofrecía una nueva opción de escapada a las Sierras para los cordobeses y turistas, a 30 minutos de la ciudad, con accesos de tráfico fluido, con opción de acceder al Valle de Punilla sin tener que transitar caminos muy concurrido­s. Y lo más importante: todavía no tenía oferta gastronómi­ca”, arranca Matías.

“En lo personal –prosigue Marcos– la esquina donde está situado el parador forma parte del terreno de mi casa familiar, y siempre fue un lugar de descanso para los que transitaba­n el viejo camino del cuadrado. Yo venía de trabajar una temporada en un restaurant­e y tuve la idea de probar suerte con algo propio, y pensé desde el primer momento en compartir el proyecto con Matías, porque, además de estar estudiando Gastronomí­a, yo conocía su capacidad y su mano para la cocina. Pero no teníamos ninguna otra experienci­a en el rubro”.

Nicolás Marchetti nmaldonado@lavozdelin­terior.com.ar

Una apuesta arriesgada −¿Sentían que metían un pleno de arranque?

−Álvarez: ¡No! Fue una apuesta arriesgada, pero lo hicimos muy de a poco y con la ventaja de que el terreno era nuestro. Fuimos por varios años solo nosotros dos y algún amigo que se sumaba por momentos. De a poco fuimos sumando más amigos y parejas que formaron los primeros equipos de trabajo, y no era la actividad principal de ninguno.

−Morlans: Fuimos creciendo muy de a poco, siempre reinvirtie­ndo todo, agrandando el equipo de trabajo y aprendiend­o de nuestros errores constantem­ente. Entendimos que la clave estaba en que cada cliente se vaya conforme, vuelva y recomiende. No hicimos publicidad, pero invertimos en el tamaño de las porciones, en la calidad de la materia prima, en la buena atención y en el compromiso con cada detalle. Para lo cual fue y es esencial tener un buen equipo de trabajo como el que siempre tuvimos.

−¿Y cómo evolucionó el tema?

−Morlans: con el tiempo, nuestros clientes ya no eran de paso y volvían, y un día ya no hubo lugar y nos pidieron reservar. Nuestra actividad fue mutando de parador al paso a restaurant­e. Este cambio fue el que nos encaminó hacia donde hoy nos encontramo­s, y abrió camino para que la zona se empiece a tener en cuenta como polo gastronómi­co.

−Álvarez: un momento clave fue en 2016, cuando a raíz de los constantes derrumbes y cortes del camino, se anunció que estaría cortada la ruta por al menos seis meses. El corte era en La Estancita, y se convirtió en una ruta sin salida por ese período de tiempo. En ese momento, tuvimos que plantearno­s si podríamos subsistir sólo con los clientes que decidieran manejar hasta el parador exclusivam­ente con la idea de ir a comer ahí, ya que después tendrían que pegar la vuelta por el mismo lugar.

−¿Y qué pasó?

−Álvarez: Era el momento para arriesgars­e a dejar de ser un lugar de paso. Decidimos confiar en que habíamos hecho un buen trabajo durante los años anteriores y la gente iba a elegirnos para ir a comer, como destino final de la salida. Y redoblamos el compromiso con que cada cliente tuviese la mejor experienci­a que pudiéramos ofrecerle, para que volviera y recomendar­a. Entendimos que ese era nuestro público y tratamos de adaptarnos.

−¿Cómo era la primera carta y cómo fue evoluciona­ndo?

−Morlans: la primera carta estaba más pensada para un parador de paso. Tenía picadas, pizzas, sándwiches y algunas opciones para merienda o desayuno. Desde el primer momento, la elaboració­n de panes fue propia, pero la carta era muy reducida.

-Álvarez: Sí, fuimos evoluciona­ndo junto con la dinámica del lugar, hacíamos platos más elaborados, simples pero ricos y de calidad. Agregamos sorrentino­s caseros, milanesas, ensaladas, lomitos, variedad de entradas, y una sugerencia distinta cada finde. La idea fue no hacer una carta demasiado extensa, para poder asegurarno­s que todo saliera como queríamos.

Expansión y lomitos

Luego de algunos años, el parador serrano convertido en restaurant­e empezó a expandirse. “No son franquicia­s, son locales propios. Junto con dos amigos de toda la vida (Francisco y Augusto), en 2019 surgió la idea de abrir un pequeño local con una carta reducida (lomos, hamburgues­as, papas, cerveza tirada). Los lomitos tuvieron mucho éxito en el Cuadrado, y pensamos que podría funcionar ofrecerlos en Córdoba”, cuenta Matías.

Sigue Marcos: “Todos los días de la semana y con posibilida­d de delivery. Abrimos en 2020 un local muy chiquito en Recta Martinoli y nos agarró justo la pandemia, pero sobrevivim­os con el delivery. Después ampliamos un poco ese local y en el 2022 abrimos otro frente al puente de Villa Warcalde”.

−¿Hay algún plato que siga hasta hoy desde el inicio? ¿Cuáles son los favoritos de la gente?

−Morlans: los sándwiches están desde el primer momento y son bien caracterís­ticos, después empezamos a vender lomitos y se convirtier­on en un clásico.

−Álvarez: los que más salen son el lomito, las sugerencia­s del día que cambian todas las semanas, los sorrentino­s de calabaza y muzarella con salsa de hongos al vino tinto, la milanesa napolitana con puré y ensalada, y el sándwich de jamón crudo y manteca (con rúcula, tomate y queso).

−¿Si tuvieran que abrir otro parador en alguna zona con potencial, donde sería?

−Álvarez: Tenemos ganas de acercarnos a la zona sur de la ciudad en algún momento, o a barrios o a localidade­s periférica­s. Nosotros nos manejamos mucho por la zona norte, nos gustaría ver en el Talar de Mendiolaza, Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo; o la zona intercount­ry en La Calera. Igual, algunos amigos nos invitan a que vayamos a explorar todo lo nuevo que se está haciendo en la zona sur. Todavía no sabemos, pero segurament­e algo nuevo vendrá. Por ahora, estamos por abrir un local de venta de algunas de nuestras comidas congeladas (sobre todo pastas) en la Recta Martinoli, al lado del local que ya tenemos. Es nuestro plan para afrontar la crisis.

 ?? RAMIRO PEREYRA ?? PARADOR DEL CUADRADO. Marcos “Tati” Morlans y Matías Álvarez, socios propietari­os del primer restaurant­e en la zona.
RAMIRO PEREYRA PARADOR DEL CUADRADO. Marcos “Tati” Morlans y Matías Álvarez, socios propietari­os del primer restaurant­e en la zona.
 ?? GENTILEZA DE EL PARADOR DEL CUADRADO ?? MANOS A LA OBRA. El comienzo fue gracias a amigos y a la familia.
GENTILEZA DE EL PARADOR DEL CUADRADO MANOS A LA OBRA. El comienzo fue gracias a amigos y a la familia.

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