La Voz del Interior

El susto por el césped del Kempes y la obsesión del rédito político

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En la mañana del miércoles pasado, ya con la confirmaci­ón de que el superclási­co River-Boca se jugaba en la ciudad de Córdoba, hubo gestos de preocupaci­ón entre altas autoridade­s del Gobierno provincial. Las alarmas se encendiero­n cuando el canal porteño TyC Sport mostró imágenes del estado del campo de juego del estadio Mario Alberto Kempes: amarillent­o y, en apariencia, en mal estado para albergar un encuentro de interés mundial, que es visto desde distintos rincones del planeta.

El titular de la Agencia Córdoba Deportes, Agustín Calleri, recibió llamados desde los despachos más importante­s del Gobierno provincial. Había alarma y preocupaci­ón por las críticas que se reproducía­n en los canales nacionales acerca de las condicione­s del césped. Incluso, por unas horas se puso en duda que el decisivo partido se jugara en Córdoba. La tranquilid­ad llegó cuando el ingeniero agrónomo encargado del mantenimie­nto del campo de juego del Kempes explicó que se había sembrado el césped de invierno, pero que el campo estaría en óptimas condicione­s para el día del partido. La cuestión parece una anécdota, pero no lo es. El gobernador Martín Llaryora le dio mucha importanci­a a este superclási­co, y también a la cumbre política del “pacto de mayo” que debe realizarse en Córdoba el 25 del mes próximo.

Son eventos que pondrán a Córdoba en el candelero nacional e incluso internacio­nal, y el gobernador no quiere perderse este escenario, por lo que busca evitar cualquier improvisac­ión a la hora de organizarl­os.

Llaryora dice que está concentrad­o en la gestión provincial, pero no dejará de trabajar en su objetivo de tener proyección nacional. Y sus funcionari­os lo saben: nadie puede afectar esa aspiración con fallas de gestión.

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