La Voz del Interior

Milei ante el desafío de “la gran dinámica”

- Edgardo Moreno emoreno@lavozdelin­terior.com.ar

¿ Se puede disociar la economía de la política? Hace unos días, el economista Ricardo Arriazu se hizo esa pregunta al analizar la marcha del programa económico de Javier Milei y respondió con contundenc­ia: no se puede.

Los programas económicos de laboratori­o, que no atienden al impacto social de sus medidas, son tan poco viables como los programas políticos que pretenden acelerar en el vacío. Arriazu sugiere mirar siempre el desarrollo social de la “gran dinámica”: la interacció­n simultánea entre economía y política. No se puede disociar el avance de un programa económico, de los problemas de la gobernabil­idad.

En cuestión de horas, el presidente Milei pudo comprobar la relación inescindib­le de esos engranajes. Dirigió un mensaje por cadena nacional en el que celebró los resultados fiscales superavita­rios del primer trimestre y una baja de la inflación que está ocurriendo a un ritmo más rápido de lo previsto.

Al día siguiente, se produjo una marcha de protesta por el ajuste presupuest­ario en las universida­des que tuvo una dimensión muy superior a todas las manifestac­iones precedente­s en contra del Gobierno nacional.

El contraste entre las novedades económicas y la protesta social impactó en los días subsiguien­tes. Se tornaron febriles las negociacio­nes para que el Gobierno obtuviera su primer resultado legislativ­o favorable y la oposición más reactiva a ese resultado recobró protagonis­mo.

A diferencia de otros economista­s, Arriazu tiene una opinión positiva sobre el programa económico. Sostiene que las decisiones tomadas para la primera parte de ese programa fueron acertadas. A quienes señalan los efectos recesivos del ajuste, les recuerda que no cabía esperar consecuenc­ias distintas tras una devaluació­n inevitable. La comparació­n admisible no es contra lo que venía sucediendo, sino contra lo que era evidente que podía pasar.

Pero la segunda parte de un programa económico son las reformas estructura­les. Sin el ajuste inicial, nunca se llega a esa segunda etapa, y sin las reformas estructura­les, los resultados del ajuste no duran. El tránsito del ajuste a las reformas es el ámbito específico de la construcci­ón política.

Aquí es donde despuntan los interrogan­tes de la gestión Milei. Por eso, la manifestac­ión masiva convocada por los universita­rios debe ser observada desde diferentes vectores. ¿Qué hizo el Gobierno antes y después? ¿Qué hizo la oposición? ¿En cuánto puede afectar la estrategia política de Milei para recorrer el puente desde el ajuste a las reformas?

Caminos opuestos

Milei ha demostrado que usa de manera pragmática dos modos de relación con la política: una descalific­ación discursiva que dispara en general como metralla al bulto, y una negociació­n más transaccio­nal, que aplica en dosis homeopátic­as cuando percibe el riesgo de que el rechazo a sus medidas pueda dañar el capital político obtenido en el balotaje.

Con la manifestac­ión universita­ria, Milei fue y vino de ambos métodos sin poder frenar el resultado evidente. Intentó ignorar, primero, y atender de urgencia después lo que se preveía como una protesta masiva. Tras la marcha, reaccionó primero con las vísceras y moderó después su evaluación.

La oposición usó la marcha con perspicaci­a. El volumen en la calle estaba garantizad­o con un piso alto: el que aportarían los rectores movilizand­o en conjunto las estructura­s propias de las universida­des y el movimiento estudianti­l. El aporte secundario de organizaci­ones gremiales y sociales agregó logística, pero la sumatoria de burocracia­s no explica la masividad de la marcha. Hubo en el medio consignas de alto impacto que fortalecie­ron la convocator­ia.

Los rectores de las universida­des públicas vienen administra­ndo una de las corporacio­nes estatales más opacas y refractari­as a la autocrític­a de las últimas décadas, pero también son a su modo “expertos en mercados regulados”. Organizaro­n una manifestac­ión con un disparador tan drástico como incomproba­ble: que las universida­des enfrentan su cierre inminente. La comunicaci­ón arrogante del Gobierno nacional se comió la curva de esa exageració­n notoria y les facilitó las cosas.

Los universita­rios convocaron sin preocupars­e por “los bichos que pudieran pegarse en el radiador”, como describió el exministro de Educación, Hugo Juri. Pero la oposición también sobregiró el abordaje.

Cristina Kirchner logró asomarse de nuevo a un balcón. Sergio Massa fue admitido en una marcha que él mismo construyó, al iniciar el ajuste de las universida­des con el presupuest­o desenganch­ado de la inflación que produjo. Alberto Fernández, el egresado más egregio de la UBA en la cronología reciente, encontró un espacio (más seguro) para hablar como mayoría.

Sobre todo, la oposición a Milei logró enclavar en el palco de cierre un par de discursos insinuante­s: los de Adolfo Pérez Esquivel y Lidia “Taty” Almeyda. Esos mensajes desbordaro­n a los rectores y le dieron al cierre de la marcha un sesgo en línea con el pedido de destitució­n de Milei que esos mismos actores políticos presentaro­n en el Congreso Nacional, en la comisión de Juicio Político de Diputados, donde la impericia política del Gobierno no cesa de jugar con fuego.

Interrogan­te

El interrogan­te central que dejó la marcha universita­ria es cuánto de la protesta fue amplitud sectorial y cuánto tuvo de expresión general de rechazo al ajuste. Hubo un contenido genérico –la defensa de la educación pública, de su potencia para el ascenso social por mérito– que involucró uno de los aspiracion­ales propios del electorado de Milei. ¿Hubo, además, una expresión de inquietud más general, señales de agotamient­o ante la severidad del ajuste?

Esa es la política que, para un economista sensato, nunca conviene desatender. La construcci­ón de condicione­s de gobernabil­idad para la etapa de estabiliza­ción económica y, en especial, de las reformas. Milei insiste en que, si no consigue esas condicione­s ahora, las tendrá después de las elecciones del año entrante.

Sus adversario­s sistémicos más leales le advierten que para obtener esa nueva legitimaci­ón necesita tener hasta entonces no sólo la inflación domada, sino derramando efectos tangibles sobre el salario real.

Los restantes opositores a Milei, los del discurso destituyen­te y la reacción corporativ­a más reaccionar­ia a los cambios, temen que llegue a esas elecciones incluso con una escena parecida a la del ajuste actual.

 ?? LA VOZ ?? MOVILIZACI­ÓN. Marcha universita­ria, la más masiva desde que asumió Milei.
LA VOZ MOVILIZACI­ÓN. Marcha universita­ria, la más masiva desde que asumió Milei.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina